Histomagia

SIN ADIÓS

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«Para decir adiós, sólo tienes que decirlo».

José Feliciano

Guanajuato es un lugar al que muchas personas vienen para divertirse de diversas maneras: visitan museos, pasean por la ciudad ya sea caminando o en los camioncitos de turismo, entran a bares en el Jardín Unión, caminan con las estudiantinas en las callejoneadas, o sólo escuchan a los mariachis o grupos musicales en el jardín, en verdad esta es una ciudad de ensueño que muestra nuestro pasado y nuestro presente por la riqueza mineral y arquitectónica que la hace tan bella y considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Sin embargo, alrededor del mundo se sabe que, sobre todo los jóvenes, encuentran aburrido hacer visitas a lugares incluso convivir con la familia, y prefieren en soledad tomar sustancias que no les hacen bien, o de plano encuentran otras formas que rayan en lo sobrenatural para divertirse porque no saben a quién convocan o invocan al jugar con los lápices o con la ouija. Aquí en la ciudad hace años hubo un caso en donde en una escuela unas muchachas jugaron con la ouija, una de ellas murió y la otra quedó mal de sus facultades mentales. Pero ese caso quedó diluido en el pasado, hoy mi amiga Lola me contó su historia y en verdad Dios sabe que lo que hizo no tiene nombre.

Lola me dice que jamás pensó que lo sobrenatural existía, pero esto que le sucedió fue para que se diera cuenta que lo que parece inocuo no siempre es así. El mal existe.

Hace años ya, me narra con sincero arrepentimiento, ella siempre intentaba jugar a la ouija, y digo intentaba porque esa tabla con ella no se movía;  nunca supo cuál fue la razón porque con sus compañeras de escuela sí quería jugar y con ella no. Esto le provocó tanta frustración que se obsesionó con la tabla, y como sus padres no quisieron comprársela, decidió intentar de todas las formas posibles acercarse a ella e inyectarle toda la energía posible para moverla. Al principio la copiaba en una hoja, luego la dibujaba en sus cuadernos ya de memoria y usaba cualquier cosa para poder moverla y descifrar los mensajes que quien fuera que fuera la contactara, pero ante cualquier pregunta no lograba moverla; así que decidió -ya en el colmo de su paciencia-, imaginarla en su mente y proyectarla mediante la mirada fija en los muros o pisos de su casa de la escuela de la ciudad, esa fue la manera en que -según ella- demostraría a los seres que jugaban con sus compañeras que ella era dedicada y en verdad quería conocerlos y saber de todo lo que quería saber, y así empezó su calvario: mentalmente les prometió que ella la imaginaría letra por letra, número a número y el “no” y el “sí”,  y les prometió que nadie sabría esta nueva forma de contactarlos con sólo evocar la imagen de la ouija que ella escribió y memorizó tantas veces, pero donde el ADIÓS, por una razón desconocida, no lo incluyó.

Su obsesión la llevó a probar en sus exámenes de escuela y preguntarle a esa tabla imaginaria los datos de los que ya sabía la respuesta para ver si le contestaba y de pronto, así sin más, sí se movió y ella comprobó que le daba los datos precisos. A ojos de Lola ya tenía un nuevo poder porque ella creía quien fuera que le contestara estaba a su merced, así que no dudó en preguntar y preguntar cualquier cosa.

Tal fue su obsesión de hacer lo que no debía, preguntando cosas de su pasado supo que ese ser que le daba las respuestas era en realidad un ser de bajo astral que jugaba ya con los datos que ella le pedía, llego al grado su relación con ese ser, que ya le indicaba qué hacer. Así fue. Ella creía que no le pasaría nada, y una noche le hizo caso a la tabla que le indicó ir en la madrugada a poner velas negras encendidas afuera de la casa de una señora de la que ella no tenía ni idea de quién era, ese ser le dictó una especie de hechizo en un idioma que ella no conocía, pero ella lo recitaba con tal frenesí que se sentía aún más poderosa, pero ahí ella no era ella, ella se había transformado en algo que no era. A los días se supo que la mujer, había fallecido esa misma noche en que fue a hacer ese maldito ritual.

Obvio decir que la salud de Lola fue mermando, ya se le veía mucho más delgada, con ojeras y su rostro demacrado. Esas fueron las señales de alerta que, en un momento de lucidez, la hicieron recapacitar y tratar de alejar a esa tabla de su vida, pues cada vez que imaginaba el tablero objetos de su casa se movían, escuchaba toquidos en las puertas, las paredes incluso el techo y el piso del lugar donde estuviera, sabía que eso no era bueno así que decidió ya quitar de su mente, cuadernos y hojas de papel esas letras malditas, fue cuando se dio cuenta que no había incluido la palabra ADIÓS. Un escalofrío recorrió su espalda, sus ojos se llenaron de lágrimas ante el terror que sintió en ese momento, y entendió que, por no haber cerrado cada una de los cientos de sesiones que había hecho, esos seres se quedaban ahí con ella acechándola, de ahí los ruidos y movimientos de objetos a su alrededor. En ese instante mi amiga sintió que algo o alguien le respiraba en su cuello, desesperada y aún con miedo, se dedicó a poner en cada simulación de tabla la palabra ADIÓS, tratando de despedir de una vez por todas a esos entes que ahora le hacían la vida miserable. Intentó e intentó, pero no pudo, ellos seguían ahí con ella, pues en este punto comenzó a verlos en todas partes a veces como humo gris, como sombras o incluso en las personas que pasaban a su lado los veía sonreír de una manera horrible. Lola ya casi sin fuerzas, fue corriendo a pedirle ayuda a sus papás y ahí comprendieron el por qué de los ruidos y demás cosas que sucedían en la casa. Sin dudarlo todos fueron a los días de oración que se hace en la Basílica de Guanajuato, y ahí Lola vio que no era la única que se acercaba al mal, pues muchos jóvenes e incluso adultos parecían tener ataques ante los rezos de la comunidad, quienes les expulsaban lo que fuera que traían dentro. Mi amiga arrepentida de esa insana obsesión, logró, gracias a Dios y la comunidad de rezos, salir de ese episodio de su vida.  

Actualmente Lola sabe que en verdad fue afectada y siente mucho miedo cada que en su mente imagina esa tabla, porque ella dice que ese poder de moverla en su imaginación sigue latente, pero sabe que no debe de usarla, su alma y su cordura depende solamente de ella misma.

Dicen los que saben que jugar con los lápices al sí o no, o la misma ouija, es una manera de adentrarse a mundos desconocidos porque seres de bajo astral o incluso muertos o espectros atormentados hacen uso de ese medio para manifestarse, pues son puentes que conectan mundos para hacer daño o incluso hacer de los jugadores instrumentos de venganza. No es un juego, es una manera de comunicarse con otros seres o dimensiones permitiéndote conocer otros mundos, otras formas de pensar, porque muchas de las veces son espíritus de muertos que buscan por este medio terminar algo que no alcanzaron a hacer en vida.

Es verdaderamente importante no caer en las trampas de los halos de misterio que muestran estos juegos del mal que nos dan la idea de obtener poder, pero el único poder que tenemos es el que nos da el conocimiento de todos estos temas para poder protegernos de todos esos seres que están ahora mismo esperando por ti y por tu alma, no los ves, pero están ahí cerca de ti esperando un momento de desesperanza y debilidad.

¿Quieres conocer a Lola? Ella te puede contar de viva voz lo que es no obedecer al sentido común, a la intuición, y vivir situaciones que crees que puedes controlar, pero no es así.

Ven, lee y anda Guanajuato.