Desde el Faro

LECTURA NECESARIA

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Pancho Villa y El Quijote cabalgaron juntos

Recomendable para unas gozosas vacaciones

Villa, el ranchero iletrado, tuvo en sus manos a El Quijote y en sus páginas encontró el cimiento ideológico para sus sueños de justicia y libertad. No es leyenda, algunas fuentes aseguran que en la cárcel, El Centauro aprendió a leer, y una de sus primeras lecturas fue la obra de Cervantes. Pedro Salmerón Sanginés relata que un coronel zapatista le enseñó las primeras letras y leyó junto con él algunas partes de la famosa novela.

La historia es sencilla: Francisco Villa, después de haber apoyado la revolución maderista, fue acusado de traición y enviado a la cárcel, ahí, conoció a Gildardo Magaña, por él conoció las demandas del movimiento agrario del sur, además, leyó a El Ingenioso Hidalgo; después, se fugó para exiliarse en Texas; a la muerte de Madero, inició su tercera campaña militar, ahora en contra de Victoriano Huerta.

El mismo Villa narra en sus memorias publicadas en el periódico El Universal, en 1923, la forma en que Magaña le enseñó a leer : “por él conocí, algunos trozos del libro Don Quijote, que me gustaba porque me hacía ver las cosas de una manera palpable, como si fueran retratos de la vida, y cuando me decía que aquel libro había sido escrito en una cárcel y que su autor, había sido un soldado de corazón, a mí me cabía cierto consuelo al pensar que aquel hombre tan ingenioso, hubiera sido desgraciado también”.

Así, El Centauro del Norte fue tocado por las palabras de Cervantes y comenzó la parte más fuerte de su participación en la lucha armada; a partir de ahí, su andar junto con el Caballero de la Triste Figura no se pudo deshacer, fue permanente.

LAS LETRAS Y LAS ARMAS

Villa aprendió a leer, y tal vez, como se explica en la obra cervantina, comprendió que la justicia y la paz solo pueden alcanzarse con las letras y las armas, porque como afirma Don Quijote: “ las letras humanas ponen en su punto la justicia distributiva, y dan a cada quien lo que es suyo y hacen entender que las buenas leyes se guarden; fin por cierto, generoso y digno de alabanza, pero no de tanta como merece aquel a que las armas atienden, las cuales tienen por objeto y fin la paz, que es el mayor bien que los hombres pueden desear en esta vida.”

Sí, el Discurso de las Letras y las Armas es contundente, extraordinario, como también lo es el relato de la Pastora Marcela, el grito femenino en favor de la igualdad. A partir de cualquier página, la novela de aventuras de este loco, es inspiradora, motiva luchas sociales y utopías, tanto que transforma vidas como la del ranchero iletrado, cuya fama y leyenda trascendió fronteras.

Buena y feliz lectura para este fin de año…