Tornados: un trastorno de la naturaleza a tener en cuenta en México

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Jacinto Jaramillo

Guanajuato, Gto., 10 de mayo de 2011.- Resulta sorprendente ver al país más poderoso de este maltrecho planeta indefenso ante la furia de los elementos. Existen registros desde mediados del siglo XIX en los cuales se detallan eventos meteorológicos extremos sobre el territorio de los Estados Unidos de América.

Hoy en día uno de los fenómenos atmosféricos que presentan una furia difícil de imaginar son los tornados. Desde mediados del mes de abril de este año y hasta los inicios de este mes de mayo se ha registrado una cantidad de ellos que rompe con los datos de por lo menos los últimos 137 años.

La cantidad es tan alta y con tanta frecuencia que los daños a la propiedad (y sobre todo las más de 300 muertes asociadas a tales eventos) se salen de toda estadística y comprensión. Si bien es cierto que hoy en día la tecnología y los conocimientos sobre los eventos meteorológicos de gran intensidad son mayores, también los trastornos provocados a la naturaleza cobran su cuota.

Uno de los tantos ingredientes que requieren estos explosivos eventos es la inestabilidad dejada por los frentes fríos en las extensas planicies, la tierra desnuda en grandes regiones y la formación de nubes que presentan características muy especiales como lo son nubes de tormenta ( cúmulo nimbos) y muchos otros precursores.

No existe ningún precedente que hable de más de 200 tornados ocurridos en un solo día (27 de abril 2011). Por otro lado, hoy se sabe que existe un bien definido camino de tornados o bien llamado “corredor de tornados” que nace desde tierras mexicanas en Coahuila y cruza buena parte de los Estados Unidos, incluso avanzando hasta territorio de Canadá.

Así pues, los tornados tienen presencia en todos los continentes y cada vez en más regiones. México no es la excepción, en cuya región norte son habituales. Pero en los años recientes se encuentran hasta en la porción oriental de la mesa central. Por ese motivo,  hay una causa suficiente para que nos dediquemos a aprender de estos sistemas atmosféricos y, de modo más amplio, para respetar a la naturaleza en lo posible. Las consecuencias destructivas son palpables en otros países; aún podemos emprender medidas preventivas.