Libros de autor y de fuera de las instituciones en Guanajuato

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Jorge Olmos Fuentes

13 de agosto de 2011.– ¿Cómo puede entenderse el hecho de publicar un libro sin el sello editorial de una institución de cultura? ¿Tiene el libro validez alguna, o ésta debería provenir del susodicho sello de la casa editora, dado que se conocen sus procedimientos para elegir qué edita y además se le ha conferido autoridad con base en su catálogo de libros publicados? ¿Es legítimo publicar libros de autor, libros con el sello de editoriales no registradas? Tantas preguntas puestas al comienzo de unas notas que quieren sencillamente tocar una cuestión “invisible” pretenden sólo llevar la atención hacia ese ámbito.

De razón de amor, poemario de Eugenio Mancera

De entrada, conviene asentir al hecho de que un libro de autor o publicado sin sello institucional puede ser tan valioso como cualquiera otro que lleve un sello prestigiado o el de una casa editora con reputación de culta. En realidad, en el fondo de la cuestión, una cosa, ser publicado por una editorial conocida, no es garantía de lo otro, es decir, de la valía del libro. Al revés tampoco está la garantía de que un libro de autor o underground sea valioso per se. En consecuencia, hace falta otorgar el beneficio de la duda a todos los libros, pero especialmente a los que circulan fuera de los circuitos institucionalizados y sancionados como de prestigio.

En seguida, hará falta preguntarse por las causas que llevan a publicar una obra por la vía incierta de la autopublicación o la publicación solidaria en editoriales emergentes, donde no se cuenta con el respaldo de equipos más o menos profesionalizados para la edición, la impresión, la distribución y la venta. Una de esas causas señala que el autor no está interesado en someterse al escrutinio de un dictaminador, cuya sapiencia especializada, sensibilidad vital y pericia lingüística pone en duda o simplemente mantiene alejada por falta de interés. Lo importante tendría que haber sido entonces concebir y ejecutar la obra; ponerla a circular reviste una importancia menor. Cosas de la visión filosófica del fenómeno.

Otra causa apunta a la actitud contestataria del autor y aun de los editores, quienes a título individual o en mancuerna deciden instaurar vías paralelas o alternativas, vías más libres, menos sujetas a control. Quienes optan por este camino, naturalmente, portan bajo el brazo un programa en cuya realización confían, el cual abarca por lo regular consideraciones temáticas, formas de expresar o manifestar, maneras de enderezar tanto implícita como explícitamente una protesta contra algo o alguien, ideas acerca del público receptor y la dinámica del mercado, e incluso sobre la trascendencia. Este sería el caso de los outsiders de toda índole, de los rebeldes y críticos sociales, y de los inconformes con el orden establecido.

Portada del libro Memoria del durmiente, de Edgard Cardoza Bravo

Aún podría anotarse una tercera causa, la cual tiene que ver con la decisión de aprovechar la oportunidad de poner en marcha una serie de recursos, limitados si se quiere, pero al alcance de la mano, con la finalidad de contribuir en algo a la fluidez literaria de una región o de un sector de la cultura. De este modo, con publicaciones no profesionales o libros alternativos se intenta abrir brecha en un sitio donde la espesura no deja ver el camino, si no es que se procura atender a un sector social bien identificado por razones de otro orden, o bien se aborda alguna cuestión que ninguna de las instituciones o editoriales establecidas ha percibido para darle la consecuente atención.

No es difícil darse cuenta de que hay otras razones aparte de las tres listadas, pero haría falta un espacio que ahora mismo no se tiene para conocerlas. Mejor será, en vez de ello, enfocar la mirada en algunos ejemplos de ese tipo de ejemplares que han visto la luz pública en el territorio de Guanajuato, con la intención de reconocer su posible contribución.

El poeta Eugenio Mancera vio publicados dos de sus poemarios De razón de amor y El deseo y el mar a principios de los años noventa del siglo XX a iniciativa de alumnos de la Escuela Normal Superior de Celaya. El rasgo característico de ambos libros es su calidad artesanal, realizada a base de impresión por mimeógrafo, sin sello editorial propiamente dicho, con apenas rudimentos de diseño gráfico y editorial (De razón de amor, del cual se imprimieron 300 copias, por ejemplo, está mal encuadernado). También los singulariza el entusiasmo y el afecto estudiantiles con que fueron editados e impresos.

Otro poeta que dio a la estampa un poemario suyo en una edición alternativa fue Edgard Cardoza Bravo, quien radica en Irapuato. Memoria del durmiente es el título de esta obra, cuya primera edición data del año 2000 en la ciudad donde habita. Sin que se señale cuántos ejemplares se dieron a la estampa, sin saber a ciencia cierta quién patrocinó la edición, y amparado con la leyenda “Edición sin fines de lucro”,  el libro porta en su página cuatro la leyenda: “La mayor parte de este libro fue escrita con la ayuda de una beca del Instituto Estatal de Cultura de Guanajuato durante el ciclo 1997-1998”. Sus 94 páginas fueron procesadas por Editorial Proscenio.

Pensando en el Tao, libro de Antonio Morales

El año 2004 conoció aquí en Guanajuato la impresión del libro Pensando en el Tao de Antonio Morales. Un librito de 12.5 de alto por 9 cm de ancho que no tiene el menor desperdicio. Son reflexiones, deslumbramientos que el autor ha logrado aprehender a partir de su experiencia en la práctica de las artes marciales, compiladas dentro de un volumen de apenas 28 páginas, impreso todo (cubierta e interiores) en máquina de inyección de tinta, y con una agraciada camisa de papel translúcido en su exterior.

Sea por desdén, sea por interés propio, los libros extra institucionales exhiben un sabor diferente. Son hasta cierto punto el resultado de un esfuerzo cuyo procedimiento no conocemos sino por sus resultados. Una especie de canto de victoria. En contraste, después de todo lo que salta a la intemperie es también una imposibilidad. Pues se tiene una reducida oportunidad de contar con algún ejemplar de esos que circulan por rutas emergentes o alternativas o contestarias si por alguna razón uno no forma parte de ese conglomerado social. Asunto serio en verdad, pues no se tendrá entonces ocasión de calibrar la magnitud de las obras así compuestas e impresas, en cuyo caso es muy probable que uno acabe perdiéndose de algo.

Por cierto, ¿por qué no elaborar ya un registro aunque sea asistemático de esas publicaciones?