Quisiera referirme, aunque de modo indirecto, a la cuantificación pluvial del presente año en Guanajuato, hasta el momento, y a las perspectivas para el futuro, en relación a la distribución del agua en los hogares guanajuatenses.
Lo primero que debe tomarse en cuenta, y con base en los signos que mostraba el Océano Atlántico en los primeros meses del año en curso, es que se determinó a 2011 como un año neutro o con ligeros efectos del fenómeno de la Niña bastante claros. Esto en su momento nos daba alguna certeza en prever un ciclo de lluvias anuales de normales a ligeramente arriba de lo normal.
Esta situación lamentablemente muestra que no siempre los signos en los primeros meses del año son del todo certeros; seguimos por lo tanto siempre expuestos a lo que la naturaleza decida y siempre poniendo en riesgo nuestra vida cotidiana ante la falta de agua y como consecuencia directa la falta de alimentos.
Con el paso de los meses, hasta el momento, estos signos nos deben una amplísima explicación, que solo entiende la propia naturaleza o “Dios” hoy nos encontramos con grandes contrastes donde algunas regiones de nuestro país sufren de grandes problemas derivados de lluvias torrenciales y otras de gran sequía que provoca riegos en la salud, incendios y por supuesto ante la falta de agua grandes temores para la sobrevivencia diaria.
Hoy por lo tanto le complicamos la tarea a la naturaleza o a “Dios” al suplicar nos proporcione la lluvia tan necesaria en algunas zonas y en otras suplicar se detengan las precipitaciones.
Ante esta situación el ser humano jugará un papel protagónico como siempre y esperando comprensión ante los imponderables de la naturaleza o bien en lo que cada persona Tenga fe, por lo tanto siempre seremos presa de la incertidumbre
Y si a esto le sumamos nuestra indiferencia ante la conservación, ya sea por falta de información o negligencia absoluta a pesar de autodenominarnos como seres pensantes, en fin que tenemos tema para la reflexión.