Glorifican amor de Sancho y Elzire

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Benjamín Pacheco López

Guanajuato, Gto. 26 de octubre de 2011.- Una historia medieval en la que fluye un complejo triángulo amoroso entre dos caballeros y una princesa, en voz de impecables cantantes de ópera, fue el centro de atención de Don Sanche ou Le Château d’Amour del pianista y compositor húngaro romántico Franz Liszt (1811-1886).

En el Templo de la Compañía se llevó a cabo esta gala musical (Foto: Especial FIC)

La ópera en versión concierto, a cargo de cinco cantantes de nivel mundial, así como el coro de ópera y la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes (OSA), se realizó en el Templo de la Compañía con motivo de la edición 39 del Festival Internacional Cervantino (FIC).

De esta forma, el templo se transformó durante noventa minutos en un Castillo de Amor, que sirvió de marco para narrar la historia de los caballeros enemigos Sancho y Romualdo, el mago Alidor, así como de la bella y terca princesa Elzire.

La presentación también destacó por ser el estreno en México de la ópera de Liszt —enmarcada en la conmemoración del bicentenario de su natalicio—, misma que escribió a los trece años y que según los críticos especializados cuenta con una enorme intuición musical y dramática, de relativa inmadurez estética pero con una respetable inventiva melódica.

Un complejo ensamblado de voces y sonidos

Los asistentes al concierto tuvieron la oportunidad de apreciar el trabajo colectivo a cargo del director de la OSA, Román Revueltas, quien supo integrar a todos los participantes y respetó el espacio concedido a los solistas, pues evitó que fueran opacados por la música de la orquesta y los acompañó de manera armónica.

El elenco, por su parte, resultó notable: el personaje de Sancho —quien desfallece por Elzire— estuvo a cargo del tenor Lászlo Boldizsar, reconocido por contar con un timbre bello, de presencia imponente, capaz de pasar de un registro a otro cuidando los sonidos sutiles, y cuya voz llenó en su totalidad el Templo de la Compañía.

El caso del barítono Peter Kálman fue único: él tuvo la capacidad de sostener una dualidad, pues le tocó hacer el papel del caballero Romualdo y del mago Alidor.

Según algunos asistentes con oído educado, Kálman supo diferenciar —por medio del canto— a sus personajes, donde el caballero resultó más agresivo y con un timbre más impetuoso, al contrario del mago, cuyos matices fueron más misteriosos y envolvían en un halo de sabiduría.

Las mezzosopranos, por su parte, también destacaron: Viktória Mester representó a la princesa Elzire, quien en un principio rechaza a Sancho, pero termina enamorándose de él, al ver su valentía y decisión de morir protegiéndola del malvado Romualdo. Mester se mostró potente y con una gran presencia, además de que la tesitura de su voz entró a manera de oleadas en los oídos de los espectadores.

En el caso de Verónica Alexanderson, quien encarnó a Zélise —dama de honor de Elzire—, impresionó con su voz a pesar de que su intervención fue breve dentro del concierto.

Por último, la mexicana Lourdes Ambriz fue el orgullo de muchos asistentes, pues para algunos especialistas la soprano logró penetrar en el fondo del ser, es decir, compartir una voz que fue descrita como “chispa de luz”.

Ambriz es una cantante que lleva bastante tiempo en escena y, al contar con una técnica depurada, demuestra que es capaz de presentarse en cualquier escenario de clase mundial; en este caso encarnó a un paje del Castillo de Amor.

Don Sanche… dejó complacido a un público que aplaudió largamente al final del concierto, luego de apreciar en bellas voces el jubiloso triunfo del amor.