(Por una causa atribuible completamente a mi persona, esta columna aparece con retraso en Igeteo. Van las disculpas).
En todos lados se cuecen habas.
En todos los partidos políticos hay buenos, malos, muy malos y corruptos totales.
En todos los gobiernos, en arca abierta hasta el más justo peca.
Los políticos y gobernantes que se sienten con mucho, poco, algo de poder, quieren vestir a imagen y semejanza a todo el que los rodea.
Si el PRI gobierna, al bandido de cuatro suelas se le llama Humberto Moreira.
O Fidel Herrera.
O Eugenio Hernández.
O Eduardo Bours.
Si el PAN gobierna, al bandido de cuatro suelas se le llama Vicente Fox.
O se feminiza el término, se apunta a Los Pinos y ella se llamaba Marta.
O Marcelo de los Santos.
O Luis Armando Reynoso Femat.
Si es el PRD, el epíteto lo recibe un tal Bejarano.
Una señora de apellido Padierna (su esposa).
Una ex gobernadora llamada Amalia García.
¿O tiene nombre de mujer y aspira a un escaño en el Senado por Guanajuato mientras pronuncia los discursos del amor y entrega latas de atún echadas a perder para los desayunos de los niños pobres en el estado?
Como no es funcionaria, no es servidora pública oficial y no cobra salario del erario estatal como todos los demás funcionarios y trabajadores, a Marta Martínez Castro “el término no aplica”.
Todo lo demás, sí.
En la Secretaría de la Gestión Pública, a nombre de un secretario que ya no es, de un gobierno que ya se va y de un caso que todo indica tendrá su propio carpetazo estilo DIF y terminará en minucias, se pretende cumplir con una recomendación de la Procuraduría Estatal de los Derechos Humanos ofreciendo una disculpa pública a un grupo de empleados de la Secretaría de Salud.
Estos nueve empleados fueron señalados como presuntos responsables de diversas irregularidades por parte de la dependencia, en tiempos de Luis Ernesto Ayala Torres, efímera espada de Damocles que pronto dejó caer porque esa chamba no le gustó, villano a medias.
Para colmo, según la PEDH don Luis Ernesto se excedió en sus atribuciones y dañó el honor de los empleados señalados, así que le recomendó al gobernador que instruyera al secretario para que ofreciera la disculpa.
Antes de disculparse, Ayala Torres entregó la renuncia (que ya estaba preparada, no crea usted que sólo fue por eso). Y la mentada disculpa se hizo a través de un mini boletín de prensa.
No ocupa más de dos párrafos. A lo mejor un desplegado en algunos medios.
Total, el caso es que se vea, parezca, se le nombre disculpa pública.
En el Poder Judicial la inconformidad crece. Parecen agencia de colocaciones para las chambas que debe el góber Oliva, y ahora va la de Víctor Federico Pérez, quien era consejero hasta principios de octubre de este año, terminó su periodo, le dieron su “finiquito” (elegante nombre, oscuras justificaciones administrativas)…y ahora lo quieren volver a meter a la misma nómina, pero como Magistrado de sala.
Ya nada más eso les faltaba. Candidatos-magistrados, diputadas-consejeras, asesores-magistrados.
Sí. Eso mismo hacían los del PRI.
Total. El cochinero crece, y crece, y crece, y…
Se compran cloacas.
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Verónica Espinosa es periodista. Ha desarrollado una importante trayectoria en medios impresos y electrónicos de la región desde hace ya varios lustros. Actualmente es corresponsal del semanario Proceso en el estado. Con más de una década de emisiones radiofónicas a sus espaldas, Candil de la Calle, prestigiada columna de opinión, análisis y crítica política ahora llega cada miércoles a través de igeteo.mx por escrito, para descubrir la desnudez de la política y la observación acerada sobre la cosa pública.