¿Sucedió?

Lincoln, la política y México

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Abraham Lincoln (Foto: Especial)

A raíz de las semanas de asueto que me concedí, en los días precedentes, he estado reflexionando acerca de la película de Steven Spielberg Lincoln, que según tengo entendido sigue en cartelera… en muchos sentidos me remitió a nuestro país, a la política, vista en su sentido amplio como servicio a la polis (a la ciudad, a la comunidad) y también en su sentido limitado y vulgar: la politiquería encaminada al beneficio individual de los que ostentan el poder.

“Pobrecito México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”, dicen que decía Porfirio Díaz. Antes, otro oaxaqueño y también presidente de la República, Benito Juárez, tuvo un trato más o menos cercano y el apoyo del presidente Lincoln, sobre todo cuando andaba a salto de mata con el gobierno a cuestas por el territorio nacional; pero también cuando aquel se negó a interceder ante Juárez por la vida de Maximiliano.

Algunos historiadores mexicanos, entre ellos don Daniel Cosío Villegas y Enrique Krauze, consideran a Benito Juárez y toda su generación de políticos liberales como gigantes, que mucho aportaron al desenvolvimiento de nuestra nación; por su parte, en EE.UU., Licoln es un presidente emblemático, icónico, síntesis de los mejores anhelos y virtudes de su pueblo. Fue una época (la década de los 60 en el siglo XIX), trascendental para la historia de ambos países.

La película trata de cómo enfrentó Lincoln el reto de pasar por la Cámara de Representantes de los EE.UU. la decimotercera enmienda a su constitución, referida a la promulgación de la abolición de la esclavitud, al mismo tiempo que trataba de ganar la guerra a los estados secesionistas del sur, sin entorpecer ni posponer la aprobación de dicha enmienda; negociando al mismo tiempo con los congresistas de ambos partidos, con sus asesores y secretarios del despacho. Pero también manejando y posponiendo (para dar el timing requerido) los acuerdos con el gobierno que los estados segregacionistas habían instaurado y que el fundador del Partido Republicano (el de Lincoln) tanto promovía; además, por supuesto, de arrostrar los problemas familiares: un hijo que se quiere alistar en el ejército, pese a que su madre lo bloquea, dado que ya había perdido a otro hijo en la batalla. La historia, los resultados, los conocemos todos: como muestra basta un botón, una estatua grandiosa de Lincoln preside el Capitolio en Washington, sede del poder legislativo.

Spielberg no quiso que se estrenara antes su película para no propiciar las habladurías que podría surgir, en el tenor de que tenía un propósito electoral, dado que era justo la época en que recientemente Obama acaba de ser reelecto como presidente en el vecino del norte.

Acudiendo a otras fuentes, como artículos periodísticos acerca de la vida de Abraham Lincoln, nos damos cuenta de que en sus decisiones privilegió el bien común, dicen que no era particularmente brillante, pero que sí tenía una gran habilidad para rodearse de colaboradores conocedores y muy capaces, cosa que a él no le molestaba, pues siempre se reservó para sí la decisión final, misma que por admiración y respeto sus subalternos acataban. Se cuenta una anécdota de él y su gabinete: le fueron con el chisme de que un cercano colaborador había dicho en público que el presidente era un “idiota”, a lo que Abraham contestó que ese no era un insulto, que en todo caso sería una opinión, lo que dejó sin habla a quien le había ido con el chisme… sólo para rematar que a dicho “opinador” frecuentemente le asistía la razón…

Qué esperanzas de que nuestra clase política se comporte con esa seguridad en sí misma y esa capacidad de aprovechar las fortalezas de todos los gobernados para engrandecer a la patria, para crear riqueza en beneficio de todos; porque no tendremos una guerra intestina, pero sí tenemos que propiciar que más de la mitad de la población salga de la pobreza que la tiene postrada y los medios para que el Estado de Derecho ponga en su lugar a los facinerosos que han secuestrado poblaciones y estados enteros con sus ilícitos.

Seguiremos con este análisis.