Histomagia

También en las escuelas

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(Foto: Archivo)
(Foto: Archivo)

Si vienes a Guanajuato, debes de saber que uno de los placeres de la vida que te ofrece esta ciudad es el estar sentado en la banca de una plaza y desde ahí observar la diversidad de rostros de las personas que pasan, que la viven caminando, sintiendo el aire serrano en su rostro, la tranquilidad que da el saberse seguro en estas calles y callejones que cubren como hilos en un manto su fisonomía, el amor que sientes al escuchar el viento y el barullo de la gente en su trajín diario o de viaje. Todo cobra otro matiz cuando alguien de repente se sienta a tu lado y comienza a contarte parte de la historia de su vida, vivencias extrañas que lo han dejado marcado como el tomar fotos de una casa abandonada y, al revisar la memoria fotográfica, observar seres, entes, personas de las que se tiene la certeza de que no estaban ahí cuando se tomó. Otra historia que sobresale es la que se refiera a saber que dentro de su casa se aparece una mujer que los cuida y atesora de tal manera, que no los deja vivir esta vida, pues aunque la abuela ya esté muerta, habla con ellos y convive como si estuviera viva aún. Todas son vivencias por las que no se pide pasar, que simplemente le suceden a personas que la en su mayoría puede comprender y entender que existen presencias que no lo pueden explicar, pero que sin embargo, les pasan.

Algo recurrente en los relatos, es el encontrar espantos o fantasmas en su escuela, porque las escuelas de Guanajuato se caracterizan por su antigüedad, por sus construcciones que evocan tiempos pasados y que de hecho, hacen que varios se vanaglorien de que aún sus escuelas primarias sigan de pie, tanto por la calidad que presupone la permanencia, como el que no haya presupuesto para remodelarlas o, de plano, cambiar de edificio. Se cuenta que en una de esas escuelas en el recreo, ya casi cuando todos se van a ir de regreso a sus salones, de la esquina del patio, salen unas manos macabras, cadavéricas que quieren agarrar y llevar consigo a alguno de los alumnos, pero hasta la fecha dicho espectro no ha tenido éxito.

Dicen que por las noches se escucha cómo se mueven las sillas, cómo suena el teléfono en salones en donde no hay línea ni aparato telefónica, también dicen  que se ve cómo se prenden las luces, sombras pasando de un lado a otro, puertas que se cierran o se abren…no es grato ver lo que saber que ya no está vivo, que son espíritus que no encuentran su descanso. Y aunque lo típico que ya raya en la Creepypasta es el: “mi escuela está en un terreno en donde antes fue un cementerio”, la verdad es que, como toda la ciudad, de alguna u otra manera lo es (inundaciones, azolves, etc.) pues los muertos se saben parte de la tradición oral de por aquí.

No sé, tal vez la existencia de una ciudad mágica es, a su manera, una apología a este sueño de convivencia con los finados que sin querer existe y se refuerza al darnos cuenta y ver, oír y sentir lo que dicen que no existe. Pero no me creas, ven a sentirlo igualito que nosotros lo hacemos. Ven, lee y anda Guanajuato.