El Laberinto

Atrapar a la ballena

Compartir

MONTEHay empresas individuales o colectivas que consumen tanto tiempo, energía y atención que prácticamente se comen el resto de los proyectos y nos hacen correr el riesgo de olvidar que existe algo mas allá, nos convertimos en cazadores de ballenas.

Antes de que Greenpeace venga a destruir el laberinto con cañones de agua, he de aclarar que no me refiero a aquellos japoneses que se hacen a la mar para asesinar cetáceos de manera profesional y altamente efectiva para fines alimenticios, sino a aquellos cazadores al estilo de los captores de Moby Dick empeñados en atrapar a una criatura violenta, que puede hacer daño y que toma mucho tiempo para ser perseguida, tanto así que el medio o camino acaba siendo un estilo de vida.

Resulta en estos casos que conseguir el objetivo tan ambicionado representa el fin del mundo como lo conocíamos, el cambio total de las circunstancias, como salir de un calabozo después de muchos años de encierro, ya no se sabe qué hacer con la nueva posición, la luz lastima los ojos y no conocemos nada de lo que está afuera. Puede ser momento de lanzarse a la desesperación o de centrarse en otra presa nueva pero estamos olvidando el lado más importante de la situación: ya tenemos a la ballena y debemos pensar qué vamos a hacer con ella.

Los partidos de oposición cuando llegan al poder, los estudiantes al terminar con sus carreras, los luchadores sociales cuando consiguen las reivindicaciones que buscaban, los arqueólogos cuando están ante el hallazgo de su vida (yo que ahora veo el final de mi tesis) y prácticamente cualquier persona que consigue algo que se propuso hace mucho y que le costó mucho trabajo se encuentra en aquella disyuntiva: se nos educa para luchar por lo que queremos pero nadie nos enseña qué hacer con el triunfo. Por si les interesa, vendo carne de ballena blanca a buen precio.