En muchas ocasiones al abrir los ojos nos encontramos en un lugar oscuro, tanto que no podemos apreciar el espacio en el que hemos despertado.
Al trabajar un poco más con nuestros sentidos, percibimos la humedad de la tierra, entonces viene un flash de recuerdos de aquel momento cuando nos tumbaron.
Empezamos a sentimos totalmente derrumbados, sentir emociones que desconocíamos y por ello siempre se vienen las preguntas equivocadas a la cabeza.
¿Quién me hizo esto? ¿Por qué a mí? ¿Qué hice yo?
En esos momentos olvidamos la pregunta más importante: ¿De qué forma me levantaré?
Normalmente no importa cuánto tiempo tardes en levantarte, lo realmente importante es saber quién y qué vas a ser cuando pongas los pies sobre la tierra.
La vida está llena de tropiezos y piedras que obstaculizan el camino, muchas de estas no están precisamente por casualidad y es difícil evitarlas; pero la tarea más importante no es evitarlas sino pasarlas.
Oportunidades hay muchas, por eso muchos tratarán de quitártelas; quizá algunos los consigan, otras serán solo tuyas.
Es por eso que hay que debemos recordar que el caer no es algo negativo, por el contrario: caer significa crecimiento; tocar el suelo es estar sembrando nuestro propio árbol para crecer más fuerte, más grande y sin límites.
Por más dura que sea la caída, siempre habrá tierra fértil para sembrar y ver crecer una flor.
