Este mes de julio tiene entre sus celebraciones dos de suma importancia para lo que fue el importante periodo de los estados nacionales. Justamente hoy una de ellas rememora la revolución de 13 colonias en contra del poder británico, a mitad del siglo XVIII. Aun cuando el levantamiento de los colonizadores ingleses produjo un cambio violento, económico y social de lo que conocemos como Estados Unidos de América, debemos tener claridad en cuanto a que no se trató de una sublevación espontánea y breve, mucho menos un alboroto o sedición. Lo que hubo el 4 de julio fue en realidad el momento cúspide de un movimiento armado y masivo para generar un cambio profundo y definitivo de estructuras.
Al igual que el 14 de julio en Francia no se trató de un motín, asonada o insurrección, en estricto sentido ambas expresiones fueron una revolución; pues en el caso de las sediciones aun cuando el propósito coincida con el interés de trocar las formas de gobernar; en las rebeliones simples casi siempre los cambios pretendidos inicialmente se ven frustrados, por la improvisación, los errores tácticos y el empleo de métodos ilícitos para el logro de sus fines.
El simple rechazo a la autoridad vigente, sin un sustento ideológico y ético, puede ir desde la desobediencia civil, hasta la resistencia armada organizada; encontrando a lo largo de la historia revueltas —desde Espartaco hasta Emiliano Zapata, pasando por Mao Zedong, Lenin, los esclavos haitianos y los revolucionarios japoneses— pues “desde todos los tiempos los hombres de todos los pueblos, de todas las razas, de todos los colores han luchado por su derecho a una vida de hombres, vida que los regímenes opresores han limitado siempre al trato cruel e injusto que se reserva a los explotados.[1]
¿Por qué no todas las rebeliones han merecido un grado calificativo como el de la revolución francesa o la independencia de Estados Unidos? ¿Qué hace diferente a los movimientos independentistas de toda América latina de movimientos como la guerrilla en Colombia y otros territorios de esta misma región? Mucha tela de donde han cortado decenas de analistas, sin que por ello se pueda evitar la queja de “pérdidas millonarias al sector turístico” cuando se habla de las diversas rebeliones en oriente medio o las costas del Pacifico mexicano.
Pero más allá de las mermas comerciales por la infinidad de revueltas espontáneas y de corta duración que enfrenta la humanidad en todo el planeta, lo más lamentable son las vidas cegadas, las familias afectadas y, sobre todo, la ausencia de horizonte para millones de jóvenes acostumbrados a la sangre, la agresión brutal o todo eso que produce conductas huecas, apetitos insaciables y conformidad con el hoy; pues el carácter de la revueltas a las cuales se les invita es de improvisación, carencia de programa, desconocimiento de lo logrado en cuestiones legales y hostilidad emocional individual o colectiva.
Mientras los pobladores de diversos países con rebeliones en curso se dividen entre quienes exigen a sus gobiernos mano dura y aplicación de la ley y aquellos convencidos de la legitimidad de rebeldes pretendiendo el poder y el dinero que este derrama, la memoria de revoluciones tan importantes como las que Francia y Estados Unidos celebran este mes no pasará de desfiles festivos, pirotecnia sensacional, expresiones de euforia, quizá alguna película que refuerce la idea de superioridad; pero serán pocas las reflexiones acerca de la libertad, la fraternidad y la igualdad. ¿En cuántas escuelas se profundizará el estudio acerca de Napoleón Bonaparte o George Washington? Las nuevas generaciones tan influenciadas por princesas de las revistas Hola, Quien y similares ¿están informados de cómo la toma de La Bastilla marcó la caída de monarcas despreocupados por el hambre y rabia de un pueblo? ¿Cuántos maestros aprovecharán este lunes 4 y el próximo 14 para enseñar a sus alumnos lo que fue la lucha de clases? ¿Están conscientes de que Anastasia fue parte de la familia de un zar ruso vencido por un grupo revolucionario y no solo un dibujo animado por la empresa de Disney? ¿Cómo celebrarán en Cuba ahora que ya hay relaciones con los Estadas Unidos país que los reprobó por varias décadas como resultado de su revolución?
Siempre me ha causado inquietud el meter lo divino como parte esencial de las rebeldías. ¿Están mejor los países árabes después de sus primaveras que ya casi completan una década plagada de suicidios juveniles inútiles?
No todas las revueltas que preconizan cambios son benéficas. En términos mecánicos, también la reversa de un auto es cambio y si bien hay un buen número de personajes que auténticamente luchan para lograr beneficios a las mayorías, también existen advenedizos, vividores e improvisados que al triunfo de su “causa” atropellarán derechos de los ciudadanos que usaron como medios para alcanzar el poder.
La revolución ideal es aquella que lucha por cambios filosóficos, económicos, sociales, culturales, religiosos, ambientales, procurando que la mutación de normas y hábitos se den al margen de la violencia. Por supuesto como estamos en el mundo y no en el paraíso, dejemos que hoy la pirotecnia haga la felicidad de los ciudadanos norteamericanos y que dentro de diez días, los franceses desfilen emocionados por los campos Elysees, con el anhelo de que ningún terrorista les frustre su fiesta.
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[1] La rebelión humana, Juan Miguel de Mora, 1967.