Liliana Magdaleno
Guanajuato, Gto. 16 de octubre de 2016.- Militar, religioso e idealista. Miguel de Cervantes Saavedra fue un hombre de aventuras, llegó a ser un soldado ejemplar, permaneció en cautiverio por años, intentó ingresar a distintas cortes en busca de su progreso literario. Hombre de armas y de letras, Cervantes vivió en ambientes casi contradictorios. Realizó innumerables viajes (factor importante para su contacto con el mundo literario): Sevilla, Madrid, Italia. Al alistarse en la armada participó en la batalla de Lepanto. Fue secuestrado, estuvo encarcelado, pasó 5 años en Argel (su familia no podía reunir los 500 ducados de rescate), vivió con los veteranos de Vietnam.

Diego Figuera, psiquiatra español, abre su charla para el Festival Internacional Cervantino con un recorrido breve sobre la vida de Cervantes. ¿Su intención? Conocer más sobre sus andanzas, y reconocer la presencia del aspecto autobiográfico en su obra del Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Alonso Quijano como el álter ego de Cervantes.
A través de la vida de Cervantes, Diego Figuera esboza un diagnóstico para Alonso Quijano, atribuyéndole finalmente la enfermedad de la melancolía. Cervantes no vivió la cumbre de su carrera literaria, tampoco hizo una gran carrera militar. Fracasó en su intento de llegar a la corte, hasta que para sobrevivir a la pobreza pasó años cobrando impuestos, mismos en los que resultó apaleado y excomulgado. Su vida emocional tuvo siempre más episodios tristes que temporadas de felicidad. Su relación con su hija se quebrantó a una edad muy joven, llegó a vivir de las caridades de su madre y de su hermana.
A partir de estos acontecimientos y, siguiendo a Diego Figuera, Miguel de Cervantes se convierte en un hombre melancólico, lleno de amargura por no concretar en vida la gloria literaria ni militar. Pero le queda todavía un mundo para ser salvado (y redimido) el mundo literario.
Cervantes escribe en El Quijote sus ideales de vida, sustituye su mundo real por uno soñado. Se vuelve héroe, sin importar que sea en un plano de ficción. Cuenta Diego Figuera sobre el delirio como defensa contra la melancolía. El delirio de Alonso Quijano (álter ego de Cervantes) es don Quijote, el que conquista la fama en su condición de caballero, el valiente, el enamorado.
Con una perspectiva que sigue la línea del psicoanálisis, Diego Figuera se suma al grupo de especialistas que, desde su trinchera, exploran el universo del Quijote, concluyendo que, esta vez, es la imaginación la cura para la melancolía.