Ruelas y la medicina quijotesca

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Liliana Magdaleno

Guanajuato, Gto. 16 de octubre de 2016.- En un evento como el Festival Internacional Cervantino, donde los espectáculos artísticos tienes un dominio casi absoluto de la programación, una plática como la que ofreció el Dr. Enrique Ruelas, titulada “El Quijote y la medicina”, no puede pasar desapercibida.

Enrique Ruelas durante su disertación (Foto Cortesía del Festival Internacional Cervantino)
Enrique Ruelas durante su disertación (Foto Cortesía del Festival Internacional Cervantino)

Hijo de quien iniciara la tradición teatral de los entremeses cervantinos, hecho fundamental para la conformación del FIC, evocó a su padre en ciertos momentos, pero su charla se instaló en el mundo de la medicina en épocas de Cervantes, teniendo como resultado un público más que interesado en una plática amena.

Enrique Ruelas inició con una contextualización histórica del periodo en que Cervantes vivió, señalándolo como tiempo de revoluciones en distintas áreas del conocimiento. Mencionó también a algunos contemporáneos de Cervantes (Vesalio, Shakespeare, Bacon, Hooke, Paré) como una forma de mostrar la riqueza intelectual de la época. Vesalio renovaba el campo de la anatomía (los estudios dejaron de hacerse en perros o cerdos), Shakespeare sorprendía con sus composiciones teatrales; Bacón exploraba el método científico, Paré innovaba en el campo de la cirugía. Este era el mundo de Cervantes.

Una vez adentrados en el tiempo del escritor español, Ruelas nos guió hacia el tema medular: la importancia de los médicos y de una ciencia que en ese entonces, estaba rodeada de creencias ancestrales. La noción de enfermedad se arrastraba desde tiempos de Hipócrates, atribuida a causas naturales y a los llamados humores: la sangre, la flema, la bilis negra y la bilis roja. A causa de enfermedades como el escorbuto y la sífilis (tratada con mercurio), los españoles alcanzaban apenas una esperanza de vida de 29 años. Podemos entender esto al escuchar uno de los remedios para “curar” a los humores, que consistía en poner sanguijuelas en heridas profundas para extraer la sangre del paciente y, de esta manera, purificarlo. A los heridos de bala se les colocaba aceite hirviendo, y a los amputados, en lugar de ligar sus arterias cercenadas (método introducido por Paré) les cauterizaban los muñones.

La herida del Quijote

Este breve panorama sobre la medicina en tiempos de Cervantes desembocó en un aspecto de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha al que pocos nos hemos acercado: la medicina en la obra.

Enrique Ruelas señaló con precisión que El Quijote contiene 286 términos médicos, todos ellos utilizados con pertinencia. Afirmó también que los síntomas infecciosos, hematológicos, urinarios y demás están presentes durante toda la obra.  Pero el rasgo más interesante de la obra, en relación con el mundo de la medicina y la enfermedad, señaló Ruelas, es el síntoma del dolor en la obra del caballero andante.

Azotes, coces, estocadas; mordiscos, palos, patadas, pellizcos. Sancho Panza y don Quijote están muchas veces tundidos y lastimados, pierden los dientes, se quiebran los huesos. En este punto de la charla, Enrique Ruelas recuerda la participación de Margo Glantz en Guanajuato, al hablar de los cuerpos lastimados de los personajes cervantinos y se pregunta ¿cómo se reponen Sancho y don Quijote de esas laceraciones sufridas? La respuesta es simple, y la da el Quijote mismo “si no me quejo del dolor es porque no es dado a los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se le salgan las tripas por ello”. Aunque heridas aparezcan, finalizó, está claro que siempre estarán dispuestos a seguir luchando.