La Sedosa seductora del lado nocturno de la tierra

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Segunda y última parte

(Asociación de la Araña con oscuridad y muerte en la cultura mexicana)

En el transcurso del tiempo, las arañas, al tiempo que en folklor, mitología, religión, superstición y cultura popular se han asociado con creación, creatividad, fertilidad, nacimiento, suerte, dinero, hilado y tejido, también han sido asociadas con la tierra, inframundo, oscuridad, noche, muerte, sexo (en sus aspectos de peligro y fatalidad), miedo, engaño, shamanismo y brujería (negra en muchas civilizaciones en el mundo). Las arañas también se asocian con seres sobrenaturales, como es Anansi, hombre araña y embaucador en folklor y mitología de África Occidental y el Caribe.

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En el México prehispánico, junto con otras criaturas que mucha gente califica de horripilantes, es frecuente su asociación con la tierra, la noche, la obscuridad, la muerte, el inframundo, la curandería y brujería negra en particular. Sin embargo, en muchas etnias la araña tiene que ver con hilado y tejido, principalmente con diosas vinculadas con la tierra, nacimiento, adivinación, creación y guerra. Uno de los más claros ejemplos de la araña asociada con el mundo de la oscuridad, es el de Ozomatzintecuhtli, el notorio hechicero dirigente de Cuauhnáhuac, quien mantenía a su hija Miahuaxihuitl (madre de Moctezuma I) recluída en su palacio para evitar que tuviera contacto con hombres, para lo cual invocó la presencia de  arañas, escorpiones, ciempiés, serpientes, murciélagos y otras criaturas, a su criterio, peligrosas. También quería protegerla de Malinalxochitl, hechicera y hermana de Huitzilopochtli (deidad solar entre los Aztecas), ya que ella, según crónicas de Fray Diego Durán 1, Malinalxochitl tenía dominio sobre arañas, escorpiones, serpientes y ciempiés, utilizándolos para hechizar y matar a quienes la ofendían. Otro ejemplo de lo que significaban estas criaturas en el México antiguo, es la anécdota compilada también por fray Diego Durán, en donde se dice que Moctezuma II, para evitar el avance de los españoles, establecidos en ese momento en Cempoala, llamó a varios magos y hechiceros de Yauhtepec, Oaxtepec, Tepuztlan y Malinalco, para que utilizando sus poderes, enviaran arañas, escorpiones, serpientes y otras criaturas peligrosas, para que mordieran o picaran a los españoles mientras dormían. De hecho, esa táctica no funcionó.

Hago un paréntesis para mencionar brevemente, que en otras civilizaciones estos animales tienen funciones como ayudantes y mensajeros de quienes practican las artes esotéricas. En el folklore de Rumania encontramos que las brujas roba-chicos, según se dice, se transforman en arañas. También tenemos arañas duende o trasgos en el folklore anglosajón que secuestran personas mientras duermen. En Japón tenemos a Jorogumo, la araña que toma diferentes formas entre ellas la de una mujer muy seductora. Pero regresando a México, uno de los usos más interesantes y curiosos de arañas en el México Prehispánico, era como ingrediente de ungüentos y pociones, como es el caso del llamado Teotlacualli o “Alimento Divino”, utilizado por sacerdotes, curanderos, hechiceros y parteras en el mundo Azteca.  Según cronistas españoles de la época colonial, los bichos se mezclaban con otros ingredientes, tales como tabaco, (Nicotiana sp.), Ololiuhqui o Planta serpiente (Turbina corymbosa), cenizas o tizne, entre otros ingredientes, para embrujar o dañar y para transformarse en otros seres o hacer contacto con el demonio. Lo cierto es que desde antes de la llegada de los españoles hasta nuestros días, animales como arañas, escorpiones, ciempiés y serpientes entre otros bichos tildados de horripilantes, siguen utilizándose en brujería y curandería contemporánea tanto en México como en otras partes del mundo. En México, la conquista y el proceso de evangelización fueron cruciales en la satanización de estos animales que ya eran utilizados con fines mágicos y curativos antes de la conquista. Tras la evangelización se les asoció con el diablo. Una de las representaciones más impactantes la encontramos en el pelo de una de las deidades más importantes del México Prehispánico: el monstruo de la tierra: Tlaltecuhtli, en donde su pelo está enmarañado y ahí están los bichitos. Esta imagen la encontramos muy a menudo esculpida en la base de monumentos, de objetos de piedra que hacían contacto con la tierra, como podemos ver en el cuauhxicalli (objeto ceremonial para sacrificios) que se encuentra en el Museo de Antropología e Historia en la Ciudad de México. Frecuentemente encontramos arañas en las esculturas aztecas cerca de  figuras tales como serpientes cerca de imágenes de Tzitzimime, a las que me referiré poco más adelante. Las arañas que encontramos en algunos de estos bajorrelieves tienen abdomen globular y a veces una protuberancia curvácea en la parte posterior, quizá representación de su hilera o de un aguijón. No queda duda que son alusiones a Tzintlatlauhqhui o la Viuda negra (Latrodectus Mactans). En varios códices encontramos representaciones de arañas, como es el caso de los códices Borbónico y Borgia. Mi favorita es la ilustración de una tilma“tilmatl o manta de Mictlantecuhtli. señor de los muertos”, que aparece en el folio 3V del Códice Magliabechiano, en donde vemos la vista superior de una araña, rodeada de ojos simulando estrellas simbolizando el cielo nocturno2. Así como con Mictlantecuhtli, la araña también está asociada con deidades del inframundo como Tzontemoc. La creencia entre los habitantes de México Central, era que el Sol, al finalizar su viaje por el cielo, caía de cabeza en el oeste, transformándose en Tzontemoc “aquel que cae de cabeza“ iluminando el inframundo durante la noche, por tanto,  hay identificación entre ambas deidades, Mictlantecuhtli y Tzontemoc. En esta idea se basan las representaciones que encontramos de arañas de telaraña circular descansando de cabeza en el centro de la tela, representación de la posición de Tzontemoc. Tezcatlipoca (rival de Quetzalcóatl, dios de guerreros, hechiceros y dirigentes, entre otras cosas) es otra deidad asociada con arañas. Según uno de los mitos, Tezcatlipoca descendió de los cielos en una cuerda tejida con telarañas, igual que las arañas cuelgan de las hojas. En Teotihuacan encontramos la controvertida imagen de la llamada Mujer Araña de Teotihuacan, deidad acuática del Tlalocan relacionada con la fertilidad.  También encontramos en Teotihuacan, representaciones de corazones en el centro de telarañas. Curiosamente, encontramos en un broche de oro de Mictlantecuhtli encontrado en Monte Albán, Oaxaca, la representación estilizada de una araña en forma de corazón.

Las arañas se relacionan con las llamadas Tzitzimime, demonios estelares aterradores, asociados con eventos como los eclipses solares, durante los cuales no solamente atacaban el sol, sino descendían a la tierra para devorar gente y esparcir enfermedad y deformidades entre los vivientes. También se creía que las Tzitzimime bajaban de cabeza de los cielos, de nuevo, similar a lo que harían arañas bajando por su hilo de seda. Las representaciones de estos entes las encontramos en las páginas 29 y 34 del Códice Borgia.

Uno de las más complejos sistemas de mitos y tradiciones que tienen que ver con arañas lo encontramos entre los huicholes, quienes las asocian con deidades femeninas y les tienen gran respeto. Ellos asocian la forma en que la araña produce su tela de su propio cuerpo con el hilo de la vida. Las arañas que tienen su guarida en la tierra están asociadas con la tierra, el inframundo y la luna, sobre todo con la luna cuando está en el inframundo, de acuerdo con Shaeffer, asociándose con Tukakame (“la que es araña”), una diosa de la muerte y una especie de ogro que devora humanos, y al igual que una araña que tiene su hogar bajo la superficie de la tierra, Tukakame va a donde va la luna cuando no luce en el cielo, en ese espacio entre muerte y resurrección, el inframundo y la oscuridad3. El nombre tiene que ver con la palabra Tuuka (o Tuka), que utilizan los huicholes para nombrar a las arañas en general. Así Tukakame es el aspecto aterrador de Tukari, diosa de la vida, asociada con la luna cuando está a la vista. Pero, como decíamos, su mitología es compleja, y ellos tienen otra palabra: Utsa, para referirse a una araña que vive en el subsuelo y que es parecida a una tarántula (sin duda una araña de tapadera , Familia Ctenizidae). Esta es una bella historia de Utsa: cuando los primeros seres humanos murieron, un personaje de nombre Héwi llamó a Utsa para ver qué hacía con alguien que muere. Lo que hizo Utsa fue construir una cámara fúnebre y tejer una sábana para envolver al cadáver, y luego Utsa hace que el muerto regrese a la vida por medio de un canto mágico. Según los huicholes, la araña nació de un escupitajo de la diosa Nakawe sabiéndolo todo. Su telaraña es Nierika (no hay espacio aquí para detallar este fabuloso concepto). Otro personaje, Takutsi Nakawe (“Nuestra Abuela Crecimiento”) aprendió el arte de hilar y tejer de la araña, quien carga una bola de hilo en su espalda. Hilados y tejidos están íntimamente relacionados con las arañas. Hay otras diosas del folklor huichol asociadas con esa actividad como Utanaka ,“La madre Tierra”, quien tejió el camino hacia el lugar sagrado Wirikuta y Nivetuka, diosa del tejido, bordado y nacimiento, guardian de las almas, quien cuida de las almas de los muertos y otorga almas a los recién nacidos.

Cambiando de región, todavía prevalece entre etnias como los Chinantecas de Sochiapan y Quetzalapa en Oaxaca, la creencia de que un perro negro y una araña son los encargados de transportar el alma de los muertos a través de un mar.  En los textiles y atuendos tradicionales contemporáneos de Oaxaca vemos la asociación de las arañas con el mundo celestial, el inframundo y la muerte.

Dicho todo esto, vemos el por qué, aquí y en otras partes del mundo, la araña se hace presente en celebraciones como el Día de los Muertos y Halloween.

A pesar de que es enorme la cantidad de folklor relacionado con arañas que ha sido compilado y está disponible en internet y medios impresos, hay quizá otro tanto que ha pasado desapercibida o no se ha extraído de cuentos de hadas, leyendas y supersticiones en diferentes partes del mundo, incluyendo México, y está ahí, esperando ser descubierto.  Mi intención, en este artículo en dos partes, ha sido hacer una breve reseña sobre  la asociación de la araña con los poderes de la muerte y la oscuridad en la cultura mexicana, pasado y presente, pero no ha sido sino la punta del iceberg de lo que es una fascinante área de la etnoaracnología cultural. Espero que estos artículos hayan sido de su interés y quizá inspiren a alguno de ustedes, mis lectores, a seguir sus propias investigaciones en el tema.

Referencias

1.Duran, Fray Diego. (1964) The Aztecs, trad. F. Horcasitas & D. Heyden, New York.

2.Nicholson, H.B. (2006)  “The stones of the Death monsters” in Arqueología e Historia del Centro de Mexico. Homenaje a Eduardo Matos Moctezuma. Leonardo Lopez Luján, David Carrasco y Lourdes Cue (coordinadores). Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, D.F.: pp 369-388.

3.Schaefer, S.B. (1996) “The cosmos contained. The temple where the sun and the moon meet”; in Schaefer, Stacy B., Furst, Peter T. (editors). People of the peyote, Huichol Indian history, Religion and Survival, University of New Mexico Press, U.S.A.