Una Colorada(vale más que cien Descoloridas)

¿Qué harían…?

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Reflexivo análisis sobre las relaciones México-USA en el quehacer político con la toma de protesta de Donald Trump a la Presidencia de EE.UU. y el Tratado de Libre Comercio.

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Los millones de seres humanos que el pasado sábado marcharon alrededor del planeta, podrían ser la semilla de uno o varios frentes de resistencia, no sólo en contra del señor Trump, sino de las políticas imperiales, aplicadas para el sometimiento de los más débiles utilizando, entre otras muchas, la geoestrategia de la desestabilización.

Se puede desestabilizar un país o una región, desde el punto de vista financiero, social e incluso de salud[1], sagas como la guerra de las galaxias que tanto impactaron a más de una generación sirven para “preparar” la mente colectiva a lo que los poderosos del planeta imaginan. Gobernantes del estilo Trump –y en general los de perfil similar en América Latina y otras regiones con países hoy llamados emergentes- son los instrumentos idóneos para arribar a un poder galáctico imperial donde brilla el boato, se nulifican los derechos humanos y se tiende a la supremacía robótica[2] en vez de la creatividad e individualidad  humana.

Una vez que el tiempo permita poner en su sitio a los que no van más allá de la emoción y que parecen equilibrarse después de sesiones de gritos, protestas, carteles repetitivos e incluso agresiones verbales o destrucción de lo ajeno, lo que permanecerá serán los razonamientos y la profundidad de la reflexión, el análisis y la construcción de alternativas.

México quizá más que nadie no puede excluirse de las respuestas racionales. El primer mandatario preguntó a la nación, cuando se planteó la molestia por el aumento de las gasolinas: ¿Ustedes qué harían?. Es ocioso plantear las muchas propuestas analizadas en varios de los grupos a los cuales tengo el privilegio de asistir, si no hay frente a mí alguien que escuche; pero dentro de ellas resulta pertinente enfatizar aquellas analizadas y que ahora más que nunca se hacen urgentes por el arribo del presidente 45, a Los Estados Unidos. Por supuesto no debemos posponer la resistencia, esta debe ser proactiva no reactiva y se espera que tal premisa vaya en la mente de los secretarios de Estado que estarán en territorio extranjero los días 25 y 26.

Frente a quien se ha pronunciado por revisar el TLCAN, tanto en la reunión de esta semana como en la del día 31, hay que recordar todos los argumentos anteriores a 1994 expuestos por quienes  no estábamos de acuerdo con este mecanismo y sobre todo las consecuencias que se fueron generando y que dieron lugar a la destrucción de buena parte de la industria y la pauperización de campo mexicano.

Ante lo desventajoso de cambiar a regímenes ultra-nacionalistas en el marco de la globalización, seguimos señalando la existencia de alternativas que hoy más que nunca deben considerarse como es el caso de: sustituir importaciones -en el rubro de los alimentos esto pasa por la rehabilitación del campo- fortalecer el mercado interno; reactivar el aparato productivo industrial, rescatar e incluso hacer prioritario el empleo a egresados de universales públicas golpeadas por diversas campañas de desprestigio pagadas por los negocios educativo; poner límites a agentes extranjeros –la CIA, la DEA y otros- interesados en atizar el fuego de las protestas y lo que implica más valor que todo esto junto: detectar a los miembro de la oligarquía mexicana que abiertamente han traicionado a la patria.

Frente a la peculiar manera de dirigir un país que encarna el empresario inmobiliario norteamericano, debe haber claridad en que México no va a recibir instrucciones, sino a defender como personas civilizados a un pueblo que espera una representación digna. Hasta el menos especializado sabe que la bravuconada de un señor que ha minimizado las instituciones para definirse casi como lo hizo el rey sol, no es jurídicamente  una denuncia[3] del TLC. Por supuesto que cualquiera de las partes puede solicitar modificaciones o adiciones[4], y en ello si podemos –si realmente deseamos aprovechar esta oportunidad- plantear cuales serian esos cambios en beneficio de México. Una vez planteado esto si al señor Trump no le parece nuestra postura, entonces sí que se salga –mediante el procedimiento previsto que lo denuncie por escrito y se instrumente en 180 días- y ya veremos que hacemos en esa tesitura.

Otra de las circunstancia que me permito recomendar al primer mandatario, es analizar las posibles acciones de desestabilización, que se vislumbran desde nuestro vecino incómodo en un año de elecciones y previo al cambio de gobierno federal. Señalamientos de corrupción no deberían ser asunto de acciones internacionales públicas. Evitemos ser parte del juego de tres pasos tan usado por los imperios: “descalifica, enfrenta y sustituye.” Tenemos todo tanto en el ámbito jurídico, como en el de cohesión popular. Por supuesto que el mejor acto de conmemoración de nuestro sistema constitucional es salir a la batalla que nos plantean, unidos, preparados y dignos.

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[1] Recordar el tema de virus de influencia en México y otros países, el Ébola en África o el Sida que se les salió de las manos.
[2] Para ya caminamos desde el twit, el face, y toda la pléyade de medios digitales en boga
[3] Para que Estados Unidos salga del TLCAN requerirá enviar un escrito a los países miembros, este instrumento se llama denuncia, y para que sea vigente se requieren de seis meses. Y Canadá y México seguirían suscritos al tratado. Capítulo XXII: Disposiciones Finales artículo 2205; (http://www.sice.oas.org/agreements_s.asp)
[4] Artículo 2202: Enmiendas Las Partes podrán convenir cualquier modificación o adición a este Tratado.