Una Colorada(vale más que cien Descoloridas)

El rechazo y la gente enferma    

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Afortunadamente para la raza humana cada persona reacciona de manera diversa a los estímulos y aun si estos fueron dañinos, hay quien tiene la capacidad de curar la herida aprendiendo que hay mas de una forma de responder a estos cuando son reales.

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Es fundamental para cualquier analista del entorno sociocultural comprender -aunque sea someramente- los trastornos de la conducta, pues las reacciones individuales y en los casos más extremos las colectivas tienen cierta correlación con los estímulos que a lo largo de su desarrollo ha tenido una persona. El individuo que desde su mas temprana edad se percibió rechazado –la madre no lo amamantó, las nanas de la guardería o la casa rica lo ignoraron, el padre lo abandonó, los compañeros de clase, hermanos y de una segunda relación parental, lo criticaron- sin tener en su entorno elementos para sanar esa percepción de minusvalía, empezará a tener conductas inadecuadas desde el aislamiento total, pasando por el desinterés de todo y llegando incluso a diversos grados de agresión contra todo aquel que en el subconsciente identifiquen con quien lo rechazó. ¿Se ha visto regañado por un amigo al que siempre ha intentado apoyar, solo por no haber cumplido una única vez sus expectativas de control? ¿Le ha descalificado sin límites racionales un furibundo tránsfuga político, coartando así su libertad de asociación y expresión?

Si intentamos encontrar un común denominador en políticos que saliendo del PRI, se fueron primero al PRD o el PAN y ahora están en MORENA o se auto nombran “independientes” lo que hallaremos es un sustrato de enojo al sentirse tratado injustamente por no haber sido ungidos como candidatos a lo que anhelaban[1] ¿Qué deberían hacer personas irritadas por el rechazado para corregir sus reacciones patológicas cada vez que una invisible campanilla les remueve la sensación de rechazo? ¿Bastará con vociferar y atacar a quien asumen como su peor enemigo?

Afortunadamente para la raza humana cada persona reacciona de manera diversa a los estímulos y aun si estos fueron dañinos, hay quien tiene la capacidad de curar la herida aprendiendo que hay mas de una forma de responder a estos cuando son reales, identificando cada uno sin meterlo en el costal del imaginario que convierte en maligno a todo aquel que expresó o hace algo que no esperábamos. ¿Se habrán universalizado estas patologías que empujan a individuos baldados y masas informes a desear la muerte o la cárcel para quienes les gobernaron, en vez de haber actuado oportunamente y con la ley en la mano para impedir corruptelas? Por supuesto que hay personajes impresentables que fueron electos democráticamente pero cuando llega el tiempo de cambiarlos ¿se justifica asesinarlos bestialmente como lo hicieron con quien dirigía Libia o denostarlos como se está haciendo moda, tal cual ocurre en países de oriente y latinoamericanos como Argentina, Brasil o Venezuela? ¿Cuánto hay de conciencia en los irritados jueces populares para reconocer que parte de la culpa les pertenece por haber votado por dicho funcionario o legislador?

Es curioso como los señalamientos por defraudación o mala ejecución de proyectos se dirige solo contra el sector público, cuya asociación con la autoridad parental es mas obvia que la que implican empresas como Odebrecht y similares[2], ¿será porque además de la sensación de haber sido excluido de la posibilidad de participar de la bonanzas por ser parte del gobierno se anhela la posibilidad de ser “adoptado” por la empresa? ¿Cuál de los dos sectores cargará con mayor culpa? ¿Será que el privado en realidad tiene mayor poder y por eso no se le coloca en la fila de los «fusilables»?

Lo innegable es que como lo sabían hasta los grupos más primitivos “a río revuelto ganancia de pescadores”; hoy por hoy han proliferado líderes “espirituales” que en vez de proveer salidas maduras para las personas tristes y marginadas, se dedican a asustar con la amenaza del fin del mundo, como si el sumirse en un temor apocalíptico fuera suficiente para dejar de aceptar que para cada uno el mundo se termina con la muerte[3]. Difundir los lamentables socavones que ha habido en otras latitudes, no le resta importancia a lo ocurrido en Morelos ni todo lo que con habilidad ha logrado meter en la caja del olvido el hoy número uno de la CONAGO. Pasar la vida persiguiendo opciones de poder y tocando de puerta en puerta para ser aceptados, no solo produce aumento de divorcios, la inadaptabilidad de hijos de familias disfuncionales, el desprecio por los abuelos o la explosión inaudita de la delincuencia; sino una actividad política degradada por haber caído en manos de tránsfugas que en la mayoría de los casos agrega a su ineptitud problemas graves de conducta donde el común denominador es la imposibilidad de distinguir entre lo onírico y la realidad.

Los “ninis y los aborrecentes” deben ser los artífices de la salvación de un planeta que muere por la asesina conducta humana, siempre y cuando sean capaces de contar con un proyecto de vida viable, el cual no se logra si las madres los enseñan a robar en los supermercados, las tiendas de conveniencia, los templos o los hospitales ¿Qué castigo merecen los guardias de seguridad que dejan pasar a bandas de mujeres que roban en estos espacios? ¿Bastará con hacer otros cambios legislativos para detener esta modalidad del delito? ¿De que sirve haber tipificado el daño en propiedad ajena si jóvenes vándalos –identificados por cierto- siguen grafiteando propiedades de instituciones que buscan ayudar al prójimo? El desorden mental, psicosocial, conductual no es solo de los perpetradores, sino de quienes se convierten en cómplices por su conductas pasivas.


[1] Monreal, Núñez, López, Yunes entre muchos otros, salieron luego de no haber obtenido en su partido de origen la candidatura a una gubernatura, que luego obtuvieron y no desempeñaron por cierto con mucho éxito.
[2] – Fundación Akhmad Kadyrov, Petrobrass,  China Communications Construction Company, unas de las pocas mencionadas por la prensa que menciona los análisis, aunque casi nunca los señala por su razón social
[3] Frase dicha por una niña de 9 años en 2012, cuando su hermano indagaba la realidad o no de las interpretaciones mayas acerca del fin del mundo “Hay N, el mundo se acaba cuando uno se muere”