Académica de la UG explica erupción del Volcán de Fuego en Guatemala

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La investigadora estudia el Volcán de Fuego porque es parte de un complejo del que también forma parte el volcán de Acatenango y Pico Mayor de Acatenango de aquel país.

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REDACCIÓN/Guanajuato, Gto. 18 de junio de 2018.- Las erupciones del Volcán de Fuego, ubicado en Guatemala, han dejado hasta ahora más de 100 muertos y aproximadamente 200 desaparecidos. En realidad el volcán suele estar activo, pero no había tenido explosiones tan fuertes por eso la gente se había confiado, explicó la Dra. Pooja Vinod Kshirsagar, investigadora de la Universidad de Guanajuato (UG) y experta en vulcanología.

Explicando (Foto. UG)

En comunicado de prensa universitario, se informó que la académica estudia el Volcán de Fuego porque es parte de un complejo del que también forma parte el volcán de Acatenango y Pico Mayor de Acatenango de aquel país. En el caso del Volcán de Fuego -activo desde el año pasado-, el problema es que falta monitoreo, pues sólo hay un sismómetro.

“Este tipo de fenómenos se puede predecir con tiempo suficiente, hay muchos avances en vulcanología, métodos geoquímicos, geofísicos, geodesia, mapas satelitales para estudiar un volcán y predecir sus reacciones”, detalló la Dra. Vinod Kshirsagar. El Volcán de Fuego es un estratovolcán, es decir, se caracteriza por tener erupciones periódicas y explosivas. Para explicarlo, la Dra. Dra. Pooja Vinod lo comparó con una botella de refresco, “cuando abres la botella salen muchos gases, pero cuando los gases ya están muy agitados, sale como una erupción”. En este caso, arroja sobre todo flujos piroclásticos y cenizas.

Para dimensionar la peligrosidad de los flujos piroclásticos, la vulcanóloga expuso que éstos contienen clastos, es decir, fragmentos de rocas que pueden ser pequeñas o incluso alcanzar el tamaño de un edificio. Los clastos pueden alcanzar temperaturas de hasta 700 grados centígrados y velocidades también muy altas. “Son muy turbulentos, y debido a su alta temperatura, tienen la tendencia de destruir todo lo que está en su camino y de quemar al mismo tiempo”.

La investigadora advirtió que el daño por los flujos piroclásticos es inmediato, pero el Volcán de Fuego también arrojó cenizas. Estas se dispersan en diferentes direcciones, dependiendo de la corriente de aire. Así han llegado a ciudades aledañas al volcán, como Acatenango.

Las cenizas contaminan el aire, agua, cultivos. Además, tienen partículas muy finas que dañan los pulmones de la gente que las respira. Son tan densas y se acumulan en tal cantidad, que incluso pueden provocar que colapsen los techos, afirmó la Dra. Vinod Kshirsagar.

En Guatemala el riesgo continúa, porque además de las cenizas y los flujos piroclásticos, podrían formarse lahares. Al respecto, explicó que en volcanes de esta altura -3 mil 800 metros- suele formarse una capa de nieve. En temporada de lluvia si hay una erupción el flujo piroclástico se mezcla con el agua o la nieve para formar dichos lahares, que son como flujo turbulento que provocan inundaciones, “es puro lodo de alta temperatura, entonces puede quemar las casas y todo a su paso”.

Por ahora no es posible saber cuánto tiempo más estará activo el Volcán de Fuego,  eso depende de la cantidad de magma (rocas fundidas que se encuentran debajo del cráter) que tenga. Eso se hubiera sabido si desde antes se hubiera hecho monitoreo, y ahora no se puede hacer, porque los equipos se destruirían.

Por esta razón, enfatizó que Guatemala tiene riesgos por las actividades de otros volcanes, como el Atitlán y el Pacaya, que también son muy activos y tienen la tendencia de tener este tipo de explosiones. La alternativa –opinó- sería que se dieran colaboraciones con otros países para que estos apoyaran con el monitoreo.

Esto es muy importante, sobre todo por la tendencia a formar asentamientos humanos en zonas cercanas a los volcanes, lo que se explica porque los terrenos son muy fértiles debido a la alta concentración de minerales en el suelo.

Aparte de los sistemas de monitoreo, es necesario capacitar a las personas que viven cerca de los volcanes, para que conozcan los riesgos de vivir ahí y qué deben hacer en caso de que haya una erupción. En Latinoamérica falta mucha información al respecto, y en México tampoco hay una buena para esos casos, alertó la vulcanóloga.

Para finalizar, habló del panorama en México, y mencionó que  existen dos volcanes considerados peligrosos: Popocatépetl y Colima. El primero se monitorea diariamente “hay cámaras, espectrómetros para determinar los gases, sus composiciones, su cantidad. Tenemos una red de sismógrafos de banda alta, de banda baja; hay geodesias, 4 GPS que están monitoreando la inflación, cada deformación del volcán. Entonces en el caso del Popo podemos predecir semanas antes si habrá una erupción fatal, pero en el caso de Colima aún no tenemos esto, apenas se está empezando con este tipo de monitoreo”, y un buen sistema requiere hacer supervisiones durante años.