¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción;
y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.
Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) escritor español del Siglo de oro
En esa plática interesante con José, entre café y café me contó que podía dominar los sueños, es decir, que si antes de dormir él se concentraba de cierta forma, bajo una técnica muy sencilla que había desarrollado con el tiempo, probablemente, me decía, debido a ciertas facultades personales, era capaz de elaborar una especie de libreto del sueño, el cual podía insertar intencionalmente en los espacios mentales correspondientes a las funciones oníricas, para reproducirlo fielmente, incluyendo argumento, personajes, diálogos, vestuarios, escenarios, situaciones y sensaciones, dentro de la etapa de las ensoñaciones. Bueno, en su entusiasmo hasta me dio una pequeña lección de las fases del sueño, desde el momento en que nos disponemos a dormir hasta la somnolencia en la fase uno, a la que seguía la fase dos de sueño ligero, y la fase tres de un sueño lento; pero la etapa relevante, trataba de explicarme lo mejor posible, era la fase que nombró cuatro o MOR, donde MOR significaba movimientos oculares rápidos, y que correspondía precisamente a las dimensiones de las ensoñaciones, que podían, seguía explicando, ser registradas mediante un encefalograma. Yo trataba de seguirle la onda, aun cuando a veces me distraía dando sorbos a mi café y veía de reojo los videos de música pop que se transmitían en la tele de la cafetería y perdía entonces algunos detalles de la charla. Ciertamente me interesaba el asunto, pero no la abundancia de los pormenores técnicos que me estaba recetando sin ningún sentido, según yo pensaba.
Puse mayor atención cuando me aseguró que esa capacidad de prefabricar sueños podía alcanzarse mediante un adiestramiento simple y que él estaba dispuesto a ofrecerme un entrenamiento si así me parecía conveniente. Yo contesté que sí me interesaba el asunto, pero que antes quería saber algunos detalles prácticos del caso, para lo que empecé a hacerle algunos cuestionamientos, como saber si era posible reproducir con exactitud meridiana un proyecto de sueño, por ejemplo, si el propósito onírico se enfocaba a un encuentro erótico con determinada persona y bajo circunstancias determinadas, era posible experimentar las sensaciones de los besos, de los roces de la piel, de los orgasmos. O saber si era probable establecer previamente los resultados de una competencia deportiva, los marcadores, los compañeros de juego, los equipos rivales, los estadios, si el caso era proponerse una ensoñación deportiva. Pero me interesaba algo más importante, si el diseño del sueño podía tener algún impacto en lo que concebimos como realidad, lo que pudiera suceder si se planteaban situaciones con un seguimiento después de despertar. Me pidió un ejemplo para mayor comprensión de los cuestionamientos y me rasqué la cabeza, pues hasta yo mismo me estaba volviendo bolas con las argumentaciones con las que pretendía hacerme entender.
Traté de concentrarme para razonar sobre una situación y proseguí planteando una trama en la que siendo yo el personaje principal, buscaba un trabajo exitoso con base en las habilidades con las que me adornaba en el libreto y que demostraba con seguridad pasmosa frente a un gran empresario de la vida real, a quien lograba impresionar al punto de convencerlo de ofrecerme un puesto ejecutivo de alto nivel. Luego soñaba que despertaba y me veía conduciendo un auto de lujo transportándome al trabajo en el que era recibido por una hermosa y servicial secretaria, y por todo un equipo de subalternos que me respetaban por mi experiencia y capacidades de liderazgo, quienes cumplía sus funciones a la perfección en beneficio de mi persona con respecto a prestigio e ingresos económicos. Finalmente en el sueño me iba a descansar y me dormía, para despertar al día siguiente ya no en el mundo virtual de las ensoñaciones, sino en el mundo concreto llamado de la vida real ¿Todo quedaba en los sueños? ¿No sería posible encauzar un impacto favorable en el sentido de los objetivos del sueño, aterrizados en el plano concreto de la realidad?
José volvió a comentar generalidades, expresando que era posible idear todo tipo de sueños, incluso las pesadillas, si en un momento dado así nos apetecía, hablar con los parientes muertos en conversaciones informales y amenas, compartiéndonos información sobre cómo se la pasaban en el “más allá”, o claro, como yo se lo había ya planteado, ajustar un sueño erótico término medio o incluso francamente pornográfico. Todo era posible mediante la condición de lograr la sintonización correcta antes de la hora de dormir, lo que se lograba realizando un sencillo ejercicio de concentración y de la fijación mental de los escenarios, selección de los protagonistas, además, por supuesto, del guion. Pero aquí hubo un cambio inesperado que José no había comentado antes: sin necesidad de que el libreto fuera pormenorizado, precisó, puesto que este podía mantener durante el sueño una linealidad, o dar giros inesperados, siempre y cuando no se saliera de un acotamiento limitante hacia lo impredecible.
Luego me aseguró que la metodología siempre le funcionaba y que eso le ayudaba mucho en la vida, aunque luego se volvió algo críptico, pues empezó a tratar de diferenciar entre la realidad de lo que llamamos vida y de la realidad aparentemente virtual del mundo de los sueños, es decir, cuestionándose cuál de estas dos dimensiones es la que se puede tomar como realidad dentro de un marco de incertidumbre. Cuando sueño, dijo, es como si estuviera viviendo bajo las condiciones de ese estado, y cuando vivo, prosiguió, a veces siento como si estuviera soñando ¿Me entiendes? preguntó. Le contesté que yo no sabía de esas cosas y que yo no recordaba los sueños, si bien algunas veces me quedaban resabios difusos de pasajes cortos e inconexos.
Recordé que unas pocas veces había despertado angustiado porque en el sueño trataba de gritar y no podía hacerlo, en una de esas pesadillas en las que al parecer un personaje diabólico pretendía hacerme algún daño y yo tenía que gritar para alejarlo de mí, pero no podía hacerlo, no podía gritar, se me cerraba la garganta y hacía esfuerzos muy intensos para poder lanzar el grito, lo cual finalmente hacía, pues me daba cuenta que despertaba en pleno alarido y con mi mujer sacudiéndome asustada y preguntando qué me pasaba. También ocurría que otras pocas veces recordaba situaciones en las que había abundante agua a mi alrededor, lo que me decían que significaba probables crisis familiares, pero luego me aleccionaron diciendo que si platicaba el sueño a alguien al día siguiente, la probabilidad del significado se desvanecía, y como soy supersticioso al día siguiente ya me tenían contándole a Elena, mi esposa, para abortar toda posibilidad del macabro presagio. Durante un tiempo me dio por soñar que volaba, o que me encarreraba y daba enormes saltos que me permitían planear en el aire, pero no disfrutaba los vuelos, pues me dan miedo las alturas y pasaba momentos angustiosos por el riego de venirme abajo, a pesar de que volar según eso, significa libertad y buenos pronósticos para la vida.
Finalmente, José me dio la primera lección para el control mental previo al diseño de los sueños: adoptar la posición correcta para concentrarme, seleccionar una imagen y mantenerla fija en la mente por varios minutos, luego pasar a la representación mental de una corta frase escrita alusiva a la imagen anterior y a continuación repetirla fonéticamente con lentitud durante el lapso de unos cuantos minutos. Después respirar pausadamente y vaciar la mente desvaneciendo tanto la imagen, la representación de la frase escrita y los ecos de la frase fonéticamente pronunciada, imaginando que son atrapadas por una red y conducidas hacia los niveles de la subconsciencia, produciéndose un negro espacio vacío que empezará a ser ocupado por la somnolencia, una vez iniciadas las etapas propias del estado onírico.
Así lo hice y aquí estoy ahora en medio de este sueño absurdo en el que me encuentro, recordando la forma como José me indicó el control en la producción de los sueños. El dilema es que una vez que rebasé la somnolencia y el estado de sopor, tomé un vuelo desde el aeropuerto de la CDMX hacia Seattle (no sé si existan esos vuelos directos), viajé en primera clase y al llegar al destino ya me esperaba un chofer en el aeropuerto para conducirme hacia la sede de Microsoft en Redmond (esa información de seguro la vi en Wikipedia), entré a la antesala y enseguida me hicieron pasar a la oficina principal en la que despacha Bill Gates, con quien me encuentro de frente en este mismo momento. Me dirigió una palabras amistosas que no entendí y ahora yo trato de decirle eso, que no comprendo lo que dice. Tras varios minutos caigo en la cuenta de que en el libreto del sueño no sintonicé los idiomas y ahora estoy angustiado. Por lo que veo Gates no habla español y mi inglés es cero. Así que aun cuando Bill sabe que soy experto en cibernética (en el sueño), puesto que leyó mi curriculum, no podemos comunicarnos para saber qué es lo que esperamos uno del otro en una relación profesional.
Respiro hondo para tranquilizarme y pienso en las opciones. Si esto es realmente un sueño, entonces no debo preocuparme, después de un rato seguro me despertaré y todo arreglado; pero si estoy viviendo una realidad entonces sí que estoy en un problema ¿Cómo me regreso a México? ¿Habrá un vuelo directo hacia el aeropuerto del Bajío? Mi mujer debe estar furiosa pensando que me fui de parranda con los amigos. Vaya que puedo estar en un problema.