Me intriga, pero sobre todo me preocupa mucho la gente a la que no le gusta nada. Habiendo tantas cosas que disfrutar, aprender, conocer o hacer, a mí me parecería imposible que eso pasara y sin embargo ahí están esas personas, con sus casas sin decorar, con sus vidas vacías y lo alardean, hasta parece que ser antipático es, de cierta irónica manera, deseable y moderno. (Revisen sus redes sociales o cualquier programa de chismes y seguro se encontraran alguno).
Desde mi punto de vista, para poder considerar que algo le gusta a alguien se requiere de la búsqueda y la acción de la persona, es decir aquello que tomamos como llega de manera pasiva, como prender la televisión y ver lo que sea que salga, no es un gusto, pero si buscas las temporada e investigas a los actores estamos ante un hecho totalmente distinto. No es igual escuchar las canciones de moda mientras están en todos lados que seguir a una banda, esperar sus discos e ir a sus conciertos, jamás será lo mismo comer lo que este cerca que atravesar la ciudad para comer tus tacos favoritos.
No es simplemente una cuestión de ocio, que te guste algo es mucho más importante que solo tener en que gastar implica muchas cosas más que iremos numerando.
Primeramente es una cuestión de confianza en uno mismo, al disfrutar abiertamente de algo estamos expuestos a encontrarnos a otros que no comparten nuestra opinión. Poder defender lo que nos gusta y no avergonzarnos de ello debería ser un parámetro para medir la autoestima.
Eso va ligado con el siguiente punto, el autoconocimiento ya que el pasatiempo tiene que corresponder a la personalidad y capacidades individuales. Negarnos la oportunidad de gozar de algo solamente porque es muy común como la música popular o las galletas más baratas es ir en contra de uno mismo en miras de parecer más interesantes para el resto siendo “diferentes”.
Tener algo que nos gusta, abre la puerta a pasar tiempo con uno mismo, a no depender de los demás y a no sentirnos solos nunca, además de que nos da la oportunidad de conocer gente afín a nosotros y tener temas de conversación que sobrepasen hablar de las personas y la cotidianeidad. Siempre llegará el momento en el que no estemos acompañados u ocupados y créanme cuando esté aquí la única tabla que tendremos para asirnos será eso que hacemos por mero placer.
En un mundo, donde el tiempo es dinero, está mal visto gastar nuestra valiosa fuerza (de trabajo) haciendo cosas que no generan beneficios económicos y así vemos a las mamás tratando de rellenar el tiempo de sus hijos de puras actividades útiles, menospreciando el juego, el deleite y las preferencias de los niños y pasa lo mismo con las parejas e incluso con los amigos. Si a esta tendencia le sumamos la cuestión del sacrificio como único legitimador de las acciones entonces ya sabemos porque hay tantas personas que estudiaron una carrera que no les gusta o tienen un trabajo que odian.