El Laberinto

Pantalla rota

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el punto central es una fractura por la que todos los malos impulsos aprovechan para colarse, un descuido que provoca todo, un arañazo que hace que ya lo demás no importe

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Esa noche mi viejo teléfono, después de salir ileso de varios clavados intrépidos desde diversas alturas y posiciones y mientras pedía un taxi que me canceló, por cierto, cayó de la altura de mi mano al piso rugoso y cuando lo levanté, alarmada por el crujido, estaba totalmente estrellado, con un dramático efecto martillazo.

Mi novio sostiene que en las sobremesas la gente solía sacar las llaves del auto o de la casa para demostrar, de modo medio inconsciente, su status y que en tiempos modernos esto ha sido reemplazado por el celular. Yo no sé si en verdad yo pretendo exhibir algo al sacar mi teléfono o si simplemente los pantalones de mujer son demasiado ajustados y un espacio extra nunca está demás, como sea el celular siempre reposa en la superficie inmediata a donde yo estoy sentada, por lo que la pantalla con efecto telaraña texturizado siempre quedaba a la vista de todos.

De ahí comenzó un efecto bastante peculiar en las personas que me rodean, desde familiares hasta desconocidos, ya que cada que alguien lo veía me preguntaba si algo malo me había pasado y procedía a recomendarme donde repararlo o reemplazarlo, como si estuviera en peligro por traerlo en ese estado.

Confieso que en un principio me divertían las caras de preocupación y que como seguía funcionando igual que antes no tenía prisa por hacer algo,  incluso dejé de cuidarlo y si se caía de nuevo lo levantaba risueñamente para ver los nuevos daños, hasta que empecé a notar que además de la pantalla rota tenía otros defectos que antes no me molestaban y que ahora me parecían insoportables, eso junto al detalle de empezar a ponerlo boca abajo en las superficies, supongo, por vergüenza. Todo esto desembocó en un impulso, raro para mis austeros estándares de consumo, por comprarme otro aparato

Estuve reflexionando el fenómeno y lo equiparo como una rama de la teoría de  las ventanas rotas que proviene de un experimento que  consistió en que dejar un auto sin placa y sin seguros en  medio de un vecindario peligroso, en el cual lo desvalijaron de inmediato y en medio de un elegante, donde no lo tocaron hasta que al investigador se le ocurrió romperle una ventana lo cual desató el caos. O en un caso de estudio que no implica  sacrificar dos autos ver como solo basta que un primer sujeto deja basura en un lugar público para que el resto de los transeúntes imiten su ejemplo.

En los tres casos, sumando mi pequeño ejemplo, el punto central es una fractura por la que todos los malos impulsos aprovechan para colarse, un descuido que provoca todo, un arañazo que hace que ya lo demás no importe y esto aplica no solo para los objetos o inmuebles, también en las relaciones y situaciones, basta que dejemos pasar algo para que siga repitiéndose y peor aún, escalando.

Pensándolo bien mí primera ventana rota no fue la pantalla estrellada si no el protector chino que siempre traía y que tres días antes de golpe acababa de tirar a la basura porque se estaba desintegrando. Cuiden sus fisuras, es más sencillo y barato reparar lo pequeño, si es que tenemos la suerte de que se trate de algo reemplazable.