Histomagia

Mensajes del más allá

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Cuando es necesario hablar con alguien siempre recurrimos en primera instancia al trato de persona a persona, en segundo lugar usamos el teléfono, ya después hacemos uso de mensajes de texto, correo electrónico o la forma que está de plano ya en desuso: las cartas escritas de puño y letra o de perdis en la computadora; por último mandamos imágenes, videos, memes, y demás.

Entonces el comunicarnos con otros no presupone que podamos entrar de facto en un mundo de señales paranormales, sin embargo, recientemente me han impactado algunos relatos y he recordado alguno en donde es claro que suceden fenómenos inexplicables en todos lados y de todas formas, pero que toman otro tinte cuando pasan aquí en Guanajuato, ciudad mágica.

Me cuenta un amigo mío que hace poco fallecieron su hermano y su padre en un accidente automovilístico, su pena fue terrible, es más, aún, después de tres años, no ha podido resignarse a la pérdida, obvio por el amor que les tenía, pero lo que más le impactó es la forma en que se entera de ello. Ese día él había quedado de verse con ellos en la ciudad de San Miguel de Allende para comer, sin embargo, por causas de la oficina, él se retrasó un poco. Agobiado por no haber podido llamarles por teléfono para explicarles el porqué de su retraso, de repente recibió un telefonema, era su hermano que le decía: “Te informo que mi papá y yo tuvimos un accidente automovilístico y acabamos de morir”, enseguida cuelgan el teléfono. Por supuesto que él no da crédito a lo escuchado y revisa una y otra vez su celular para ver de dónde venía la llamada y en efecto, era del móvil de su hermano. En ese instante recibe un telefonema de parte de protección civil dándole la noticia que ya su difunto hermano le había informado.

Creo que el teléfono es un medio práctico de relacionarnos y entendernos, pero a veces, cuando llamas a alguien, parece que se escuchan otras voces o inexplicables gu gus de bebés; así nos pasó a una amiga y a mí una noche, ya tarde, que hablábamos de cosas de nuestro trabajo; yo escuchaba a un bebé y pensé que era su nena quien en ese entonces tenía casi la misma edad que mi hijo de 2 años. Le dije que ya la dejaba para que acostara a su nena y ella me dijo: “No, si ella ya está dormida, yo pensé que era tu niño”. Ambas nos quedamos en silencio y en efecto, ese “bebé” seguía con sus gu gus en la línea y nosotras, muertas de miedo, decidimos hablar luego y colgamos.

Un relato más fue el que me contó una alumna mía. Resulta que su novio falleció, no recuerdo el motivo. Ella, como era de esperarse, lo extrañaba mucho, mucho. Una noche recibió una llamada venida del celular de su novio, ella la contestó pensando que era la madre o la hermana de él, y cual va siendo su sorpresa al escucharlo suspirar como siempre hacía y narra que le habló diciéndole que todo estaba bien, que él, en donde estaba, era feliz y que por favor ya no le llorara tanto, pues no lo dejaba descansar. Miedo es la palabra que le dio después de la felicidad de escucharlo. Pero ella, sabia, hizo lo conducente, se despidió de su recuerdo y ahora, a veces, recibe llamadas de vez en cuando, pero sólo escucha suspiros.

Creo que las energías se mezclan de las maneras más extrañas posibles, dejando a su paso misterios no resueltos que sólo las emociones de los seres humanos que seguimos vivos intentamos dar respuesta a ellos. Y sí, creo que esto puede pasar en muchos lugares del mundo, pero ven, igual y habrá un llamado para ti en tu celular diciendo: “ven, lee y anda Guanajuato”.