Pensemos un poco en las noticias, solo es noticia aquello que se sale de los parámetros de la normalidad con los que nos manejamos como sociedad, nunca veremos un encabezado diciendo “Todo está igual” “Las personas tenemos dos ojos” o “El cielo es azul”. Como no es noticia y estamos acostumbrados a verlo todo el tiempo puede llegar a ser invisible, como dicen el pez ni siquiera sabe que vive en el agua, hasta que lo sacan.

Dentro de esto a lo que llamamos normal, existen muchas cosas que no deberían serlo, como la discriminación, la violencia hacia las mujeres, el adultocentrismo, la corrupción o el tirar basura y aunque sean cuestiones que nos afectan a todos, se requiere de un trabajo de señalar para que se pueda transformar, es entonces cuando salen los titulares, se habla, se desmitifica y se trabaja en ellos, de otra manera solo quedaría conformarnos y pensar que siempre ha sido así y que es como debería de ser.
En cuestiones de visibilidad hay mucho trabajo por hacer y mucho trabajo en curso, la representación, las manifestaciones, los estudios al respecto hacen que las cosas salgan a la luz y que comencemos a rechazarlas. Estos procesos son largos pero por algún lugar se debe empezar.
Ahora hacerlo en sentido contrario, es decir normalizar cuestiones que suelen sobresalir, es un trabajo más complejo, es lograr que la diversidad no sea algo de lo que se cuchichea, algo que separe a quienes son distintos, algo que haga voltear a las personas en la calle y que provoque que los padres pellizquen incómodos a sus hijos cuando exclaman, por poner un ejemplo: ¡mira a ese señor tan calvo!
Tenemos que aprender a nivelar el piso de tal manera que las personas con discapacidad, con preferencias sexuales distintas, con opciones de vida alternativas, con apariencias diferentes puedan ser uno más.
No se trata entonces de invisibilizar la diversidad, pues esto provoca exclusión, no es por ejemplo pensar que las personas con discapacidad no existen y entonces no ponerles rampas, se trata de asimilar su existencia como algo normal y entonces adaptar los espacios y evitar observarlos como si fueran seres de otro planeta.
Así como hemos aprendido a señalar lo nocivo tenemos que aprender a dejar de señalar aquello que no nos daña y ampliar nuestro espectro de posibilidades de ser y de existir. Solo así podemos tener un mejor lugar para todos.