El Laberinto

Mujeres vamos

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Ha sido el tema punzante, la noticia horrible, el presente incómodo. La cuestión de la violencia hacia las mujeres acapara la atención y hasta botín político somos.

© Exvotos

Pero vamos más lejos lo que vemos es tan solo la expresión final de la violencia que vivimos todos los días materializada como una muerte llena de  detalles morbosos, que siguen la victimización  empeñándose en averiguar ¿qué ha hecho la chica para que le pase? porque claro, a la gente buena y correcta no le pasa nada, ¿o entonces, es que acaso no estamos el resto a salvo?

Las mujeres con buenos hombres cerca, los que no tienen idea de ciencias sociales, el macho que pasa el pack pero te abre la puerta del coche y eso lo hace heroico a sus ojos, las que buscan la aprobación masculina, los grupos que nos explotan, todos ellos juntos dicen: yo no, somos buenos contra malos no es una cuestión de género, hay más hombres muertos que mujeres, y todos aquellos  que no piensan y que buscan quien les dé la razón,  en Internet siempre encontrarán un buen respaldo.

Pero el problema está, existe, limita, separa, estruja y determina y al final nos mata, porque cuando alguna muere así morimos todas, porque yo lloro con los detalles morbosos y me indigno con las opiniones ligeras.

Simplemente porque soy mujer y tengo empatía  y he amado, confiado, salido, bebido, luchado y trabajado, ¿por qué me pongo falda corta si hace calor? porque no tendría nada de malo hacerlo.

A quienes piensen que es una pelea de dos bandos, les tendré que decir que están equivocados, esto va más allá, va en contra la de las ideas que nos hicieron vulnerables, que obligan a los hombres a dominarlos y los excluyen, si no que marcan cómo relacionarnos entre nosotros, no sólo como pareja sino como seres humanos.

Va en contra de esa exclusividad que nos hace morir por celos, de esa idea estúpida de que si estás a la vista eres de todos, de pensar que eres como un reloj caro paseándose en un barrio donde roban, de esa sociedad que nos castiga por querer vivir, por querer estar lejos de la estufa más allá de los hijos, por eso que te hace pensar que somos débiles, emocionales, por eso que hace que solo se compadezcan de las mujeres en su papel de cuidadoras, de alimentadoras, de hermanas y de amantes y que no ven más allá. Y esas ideas están dentro de hombres y mujeres por igual, cuando te molestan por no tener hijos, por querer estudiar, por andar sola, por no atender al marido, por crear, por gozar, por ser algo más que un apéndice que vive para los demás y que se mantiene a la sombra.

La violencia contra nosotras es un proceso muy complejo que empieza desde que nos visten de rosa y nos cuidan como si fuéramos de vidrio, que sigue mientras deciden qué juguetes son apropiados, que debemos saber y que no, a que debemos dedicarnos cómo debemos comportarnos y que termina con un individuo o mujer castigandonos por no serlo, por no cuidarnos, por no encerrarnos por no aguantar todo por un modelo de amor errado.

Si se entiende que estamos en un lugar violento por causas culturales y económicas que nos aplastan por igual, pero se debe entender que la forma en que las mujeres mueren tiene mucho que ver con el simple  hecho de serlo, que es a manos de sus seres queridos, que sucede por pasar y verse linda y que siempre responde a haber fallado al modelo impuesto, al mismo tiempo que lo tienen tan interiorizado que lo siguen como pueden y que ni ellas ni sus allegados están capacitados para huir, porque se perciben como una falla en el sistema. Y a esto se suman quienes ni siquiera rompen las reglas por convicción, si no que lo hacen por necesidad cuando se les exige mantener a los hijos que otros abandonaron o aportar en una casa pobre donde todos trabajan. Te obligan a salir y luego te culpan por hacerlo, y las fallas son eliminadas por el sistema mismo, con complicidad de todos

¿Que si sirve marchar? Claro que sirve marchar, nos da visibilidad, nos deja conocernos, abre caminos legales, que con el tiempo serán aceptados como cosas normales, como el divorcio que fue legal aunque estuviera terriblemente mal visto y que luego fue normalizado por todos.

La lucha es hoy y aquí contra un mundo que nos pide producir y seguir siendo hembras sumisas mientras nos arriesga, por el trabajo mal pagado y por la discriminación de las madres y de las que no lo somos. Para mañana poder  caminar solas tranquilamente, hay que caminar juntas hoy.