El Laberinto

La gente

Compartir

He estado analizando en redes y en pláticas directas el uso que le dan las personas a la palabra “gente” (no me juzguen, hay tiempo libre) y la cuestión me ha mantenido pensando unos cuantos días, los invito a que hagan la prueba, después de leer esto, claro está, y me cuenten si es que vieron lo mismo.

Comencemos con la definición que nos dice que es un conjunto de personas, es decir, más de una pero no decimos “había mucha gente en la fila” por dos tristes sujetos delante, entonces no sabemos desde que cantidad de personas éstas se convierten en esa masa amorfa y anónima, sin mayor característica inicial que su concentración. Este es el problema número uno del asunto pero la lista sigue y sigue.   

 Pesando en la mera forma de la palabra: se escribe en singular pero representa un plural, aun así, hay quienes usan gente para referirse a un individuo en particular, como el clásico ñoño de: “es bien buena gente” y peor aún, se llega a agregar una s al final dejándonos el espantoso “gentes” que incluso aparece en el título de una novela de Dostoyevsky  “Pobres gentes”, cuestión que no evita para nada que el término me suene tan horrible como el rechinido de unas uñas en un pizarrón o un mosquito zumbando en la madrugada.

Y es que lejos de una cuestión meramente sonora, me lleva a cuestionarme ¿Cómo es un plural de plurales?, ¿son varios grupos de personas en un mismo espacio?, ¿qué hace que sean varios? Solo se me ocurre un estadio con dos abundantes aficiones opuestas, entonces habría dos gentes en el estadio, pero esto tiene dos vertientes pues rompe lo neutral de la masa y además se podría confundir con dos individuos solamente, retornando al odioso uso particular, lo cual ya le pone un tinte vicioso (de círculo, no de adicciones) a la cuestión, por lo que pasaremos a otra cosa.

En cuestiones ya de fondo, por su capacidad de aglutinar de modo impersonal, se utiliza para hacer generalizaciones, normalmente bastante negativas y a pesar de que todos somos personas y por mera proximidad si había mucha gente en el súper, más bien deberíamos decir habíamos, pero esto nunca sucede, ya que se usa para referirse a “ellos”, esos que no son quien habla porque ese siempre es un ser individual que se niega a meterse en el mismo costal de anonimato. La gente siempre son ellos, nunca soy yo.

Este halo de individualidad que nos protege de ser “la gente”, por lo menos para nosotros mismos, sirve para tirar juicios  crueles cargados de superioridad moral “es que la gente no entiende” “maldita gente cochina” “la gente pobre es tal cosa”  y un largo etcétera que peca de no ver más allá de nuestras narices y de aplicar nuestra realidad para juzgar de manera inquisitoria a personas que ni siquiera conocemos, por alguna acción concreta que observamos sin contexto. Los invito a pensar también de que manera utilizan ustedes la palabra, seguro se llevarán una sorpresa.