El en prólogo de mi antología de historias de terror, escrito por un psiquiatra español se menciona que la razón por la que disfrutamos tanto el terror en cualquiera de sus variedades como películas, libros, relatos orales y series es porque podemos experimentar la sensación de miedo desde una posición segura y confortable, además de que tiende a reafirmar valores y a tomarle un mejor gusto a la cotidianeidad. Es decir que, leer terror es un poco parecido a ver llover y no mojarse.

Puede ser que en algunos casos el género que disfrutamos para entretenernos sea justamente lo opuesto a lo que experimentamos, como que si somos sendentarios amemos las aventuras, si estamos solos veamos romance o que los tabloides faranduleros sean tan populares entre las personas con vidas aburridas o muy comunes. Es entonces que conocemos y vivimos cosas que de otro modo nos serían ajenas y que por contraste apreciamos mejor nuestra existencia, el arte y el entretenimiento en menor medida, nos dan esas sombras que hace que valoremos más la luz.
Pero hay otra manera de elegir y esta se da por empatía, verse reflejado en un personaje que nos representa, nos hace sentirnos incluidos, así las serie para adolescentes cuentan con protagonistas de la misma edad, al igual que las caricaturas son en su mayoría protagonizadas por niños.
Personalmente, de más joven me identificaba con personajes de Isabel Allende y ya mayor con los de Emilia Pardo Bazán, igualmente me alegro y me siento representada cuando aparece algún antropólogo o escritor en mis lecturas o series, aunque salga de villano. Es por esta razón también que se busca hacer muñecas de todas las etnias y medidas.
La cuestión se pone un poco más intensa cuando lo que estamos viviendo aparece frente a nosotros y nos muestra matices y situaciones que no habíamos pensado siquiera. Eso me pasó recientemente y ahora se los voy a platicar.
Se trata del relato de terror “El horla” (1882) de Guy de Maupassant, que ha sido de mis lecturas de cuarentena y cuya crudeza me hizo pensar en mi propia situación, como breve sinopsis se trata de una amenaza invisible llegada del exterior, a la que el subestima hasta que le impide salir de casa, además de alterar sus hábitos, esta amenaza drena su felicidad y lo hace dudar de su cordura, hasta puntos pavorosos.
Además establece la misma premisa que se está escuchando ahora, para el autor el horla o ente, hace con las personas lo mismo que nosotros hacemos con los animales, hacerlos sus esclavos, matarnos con ventaja y sin piedad y alimentarse de nosotros, además de que como es poca la información que se tiene que no sabe cómo combatirla. Me suena tan dolorosamente familiar y a su vez no lo había pensado en esos términos. La empatía en momentos de dolor resulta un tanto dura de digerir, como cuando pienso en aquellos que la está pasando peor, buscaré mejor leer sobre fiestas y visitas con los amigos, que es lo que más extraño.