El espacio de Escipion

La pandemia sin fin

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¿Qué estamos haciendo mal ante el #Covid_19?

A la memoria de Víctor Abraham Soria León

El antropólogo Boaventura de Sousa Santos publicó en La Cruel Pedagogía del Virus lo siguiente: “El presente es incierto y el futuro es un puro interrogante. Por eso, hoy más que nunca, es imprescindible pensar, pensarnos”. Una frase penetrante y un llamado a todos a que analicemos y resolvamos juntos el futuro de incertidumbre que nos amenaza y no logramos entender.

En la red social Tik Tok se difunde un video de unos bebés con cubrebocas, habituados a su uso no quieren dejarlo, como si se tratara de una condición para su sobrevivencia. El e-commerce está repleto de ofertas de equipamiento para enfrentar al covid19: tecnologías de información, análisis digitalizado de nuestros signos vitales, aplicaciones para móviles, caretas, visores, tapetes, indumentaria, muebles, pruebas rápidas, remedios milagrosos, espacios para comida y esparcimiento certificados de que están limpios del virus, además de que las ofertas educativas y de servicios por vía remota sigue creciendo sin regulación ni control.

Nadie asegura estar haciendo lo correcto, porque se observa mucha improvisación, ausencia de guías que entrenen a la población a vivir en la pandemia justo cuando en todo el mundo está desbordándose nuevamente y las autoridades sanitarias, igualmente, desbordadas en su margen de credibilidad social. En análisis anteriores sugerimos un Instructivo para vivir en México PostCovid19 para enfrentar la situación actual. Ese fue, es y será el punto más crítico para los responsables del Estado mexicano en salud pública: la credibilidad.

Lo apuntamos en nuestra columna ¿Y después de la pandemia qué sigue?: “Por supuesto, este asunto no está tomando por sorpresa a los responsables de las tomas de decisiones para que no sólo actúen reactivamente, sino que desplieguen políticas públicas anticipatorias y amainen el impacto multisectorial que estamos observando y padeciendo”.

Para Boaventura de Sousa Santos “el virus es un profesor cruel porque enseña a matar”, y en México, a mitad de la crisis sanitaria, estamos por rebasar los 35 mil decesos, en un 70 por ciento son personas del nivel socioeconómico medio bajo y bajo, es decir, pobres y de éstos una buena parte sin acceso a seguridad social.

Las lecciones aportadas por el virus ponen al descubierto a nuestra sociedad: las desigualdades evidenciadas en cada esquina, en nuestro barrio, en nuestro pueblo, con muchas personas pidiendo ayuda o desesperados tratando de sobrevivir en condición de calle. El modelo de desarrollo neoliberal, sin duda, está en crisis, pero justo ahí es cuando más se promueve e impulsa.

“Los elementos anteriores reflejan que el Covid19 está más allá de afectaciones a la salud pública, sino que se incrustó en cada individuo y su capacidad de sobrevivencia en la colectividad, porque está golpeando ya en la seguridad ciudadana, la certidumbre jurídica y la protección de nuestras familias en el futuro inmediato”, escribimos en La Delincuencia Covid_19.

El virus es capaz de infectar a cualquiera, pero ha prevalecido entre los más vulnerables, los más pobres. El 30 por ciento de la población mundial sufre de falta de agua. ¿Cómo te vas a lavar las manos? La poca agua que tienen es necesaria para comer y beber, y aun así se escasea, se restringe. El aire, las superficies, el contacto entre personas, todo podría también ser un medio de transmisión. El planeta nos está respondiendo y nosotros no aprendemos.

Los signos vitales de la economía mundial van en picada, las industrias más pujantes están cayendo. El desempleo entró en una fase crítica como en las peores épocas. La pandemia de Covid19 es la forma en que nuestro planeta dice que es suficiente. ¿Se aprendió la lección? Al menos en México, no. El proyecto de la 4T tiene dos obras que no están siendo del todo benéficas para el medio ambiente y poblaciones originarias a las que se desplazará o expulsará como ocurre con cada secuencia de este tipo de acciones: Dos Bocas y Tren Maya, y una política energética anclada en el pasado que llevó al calentamiento global. Hay necedad y poca sensibilidad al juicio histórico de protección a la naturaleza.

Modernidad y posmodernidad están rebasados después del Covid19. Si lo moderno significaba ir hacia adelante en pro de una sociedad adelantada en todos los terrenos (tecnológicos, productivos, éticos) y la posmodernidad en cuestionar la banalidad de la anterior (culturalmente), y ambas sujetas a que estábamos finalmente como el resultado de “lo democrático”, lo que elegimos como mayorías, pues también quedamos rebasados en ello, porque poderes fácticos harán su aparición.

Lo expusimos en El futuro de la incertidumbre y lo repetimos ahora mientras no haya solución, hay que actuar: “en lo local, en lo estatal, podrían hacerse muchas cosas en pro de un cambio positivo. En lo inmediato, los estados podrían iniciar un replanteamiento que implica el reordenamiento social para nuevas ciudades post Covid19, que evite el hacinamiento (vivienda, escuela, espectáculo, entretenimiento, los espacios laborales, tanto industriales, comerciales como burocráticos); también podrían impulsarse radicales planes de reconfiguración de los espacios públicos (transporte público, reordenamiento vial, espacios deportivos, el comercio informal regulado espacialmente, nuevas normas para vialidad, una reingeniería de la seguridad pública (por ejemplo, la desaparición de algunas que son inoperantes) y la integración de un Ejército de Sanidad no con fines represivos sinos con fines de imposición de la salud pública, y la suma de que los accesos a servicios de internet sea libre, barato y universal”.

Cualquiera que sea la política a seguir, y hay que remarcarlo, es hacerlo JUNTOS, de otra forma, la pandemia no tendrá fin.