Histomagia

Viento

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Para ti Gerardo

Las historias de misterio que Guanajuato tiene para contarnos en verdad son infinitas, al parecer esta ciudad es un vórtice que conglomera a diferentes tipos de entes, fantasmas, espíritus, espectros que permanecen en este plano con nosotros los vivos. Pareciera que estas historias son sólo cuentos de niños, ojalá fuera así, pero no, nos puede pasar a cualquiera. Esta vez contaré cómo es que los elementos ayudan a que estos seres se manifiesten y los veas muy cerquita de ti.

Me cuenta Gerardo que él, como partícipe de sesiones de oración, ha visto lo que estos seres hacen a las personas, y en verdad, qué valiente mi amigo de ayudar con sus oraciones a la gente desconocida, tiene ya ganado el cielo.  Él me dice que cada jueves acude al centro de oración al que pertenece y me cuenta cómo es que hasta ahí llegan personas a pedir ayuda espiritual. La vida vista desde una perspectiva simple, es sólo vivirla naturalmente, pero a veces la naturaleza ayuda a que todo cambie drásticamente.

Uno de esos jueves llegó con ellos una jovencita solitaria, muy tímida, al verla él y sus compañeros, de inmediato se dieron cuenta de que ella en verdad no venía sola, la nena solo miraba hacia el piso, pero Gerardo veía en la chica el sufrimiento que sentía y también veía cómo tres seres manifiestos se le escapaban del pecho, de la cabeza y de la espalda, como que luchaban entre ellos para ver cuál de ellos se quedaría con el alma y el cuerpo de la muchacha. De inmediato mi amigo se le acercó, la tocó en la frente y al instante los entes, a la vez, se metieron en el cuerpo de la chica, ella se desmayó. Sus amigos acudieron a ayudar a Gerardo a levantarla, la posaron en una especie de manta bendita, y ni bien había tocado el manto cuando ella comenzó a gritar en lenguas, y como dice Gerardo, esos seres se comunican en lenguas para entenderse entre ellos y no decir plenamente su nombre. De inmediato comenzaron a orar el salmo 91 y otras oraciones para exorcismos, el sufrimiento de la chica se acrecentó pues desgarraba al unísono sus ropas y su garganta al expresar primero en lenguas y luego cosas ininteligibles. La escena era dantesca: los ojos en blanco, las uñas llenas de sangre, el olor fétido que salía de su boca, la aparición de ratas, gusanos y el vómito de cabellos y sapitos, Gerardo, en su fortaleza, sólo se centraba en salvar a esa chica. Me dice que tardaron más de doce horas para que la chica volviera a la normalidad, pero lo verdaderamente sorprendente es que la niña, sin la influencia de esos seres, se le veía de una edad pequeña, de hecho, cuando ya se repuso y pudo hablar, les dijo que tenía 12 años y que lo único que recuerda es el paseo que hizo con sus primas al cerro de Sirena, que hacía mucho viento y que alguien le había llamado por su nombre: María, y desde ese momento ya no recuerda nada. Gerardo y sus compañeros de oración de sanación sólo le dijeron que esperaban verla mucho mejor en unos días, ella, como llegó, se fue sola y tranquila, al menos eso supone mi amigo. “Ella ya no regresó jamás, pero lo único que sé es que una fuerza maligna la tomó y otra fuerza benigna la trajo hasta aquí, y es nuestra labor ayudarla, salvarla “.

En verdad, saber que existen tan cerca casos así, me hiela la sangre, a mí siempre me ha gustado sentir el viento, pero no sé qué haría si escuchara mi nombre. ¿Quieres venir a sentir el viento de la ciudad? Ojalá y no te nombren, pero sí, ven, lee y anda Guanajuato.