Histomagia

El espejo

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Sospechar del espejo es sospechar de lo real.

Valentín Muro

En Guanajuato la vida que se vive es real, siempre y cuando no pase uno por una calle mágica, un callejón encantado o se tope con algún objeto que te pueda llevar a otra dimensión. Sí, en Guanajuato hasta una piedra puede tener cualidades mágicas, por eso siempre que vengas acá hay que tener cuidado con lo que ves, con lo que compras y a lo que le tomas fotos, pues siempre hay espíritus que deambulan por la ciudad en busca de dónde descansar, sea persona u objeto.

Me cuenta mi hermana Aurora que cuando ella vivía en una de las antiguas casonas del centro de la ciudad, ahí cerca del templo de La Compañía, una de esas noches en que llegas cansada de tu trabajo y que sólo deseas llegar a tu cama y dormir a pierna suelta, ella no esperaba que le pasaría algo que la dejaría analizando -como siempre- el porqué de la existencia de las dimensiones en este mundo aparente de realidades. Pues bien, me dice que esa noche, era ya prácticamente de madrugada y para llegar a su cuarto en el tercer piso, subió todas las escaleras con parsimonia, pues ya le era urgente descansar; a cada chirrido que hacían los peldaños de madera vieja que amenazaban desde siempre tirarla al vacío, sólo pensaba en dormir, como vivía sola, tenía la certeza de que nadie la molestaría. En esos momentos se dijo que realmente era una mujer con suerte, porque nadie la despertaría a la mañana siguiente y porque esta vez tampoco había caído al vacío como lo anunciaban cada noche esos escalones que añoraban siempre a alguien para ayudarlos a pasar a otra dimensión.

Mi hermana llegó a su cuarto, abrió la puerta y vio entre la penumbra de las luces que le llegaban del templo, el objeto de su deseo: su cama, de inmediato y sin pensarlo se fue directo a ella, casi al instante se quedó dormida.

Ajena a los sucesos reales y mágicos de la ciudad, dormida, sin soñar, el cansancio la había vencido. En verdad uno cree que nada ni nadie te puede despertar por vivir sola y estar sola ese fin de semana en esa casona oscura de tres pisos, pero aquí en Guanajuato, nada es absoluto, la magia de la ciudad se mueve por las noches, hace que los seres de otras dimensiones quieran salir y nutrirse de las energías de los vivos y dormidos…es entonces, en esa confianza absurda, que sucedió.

Me cuenta Aurora que la despertó el estruendo de su grande espejo de latón al golpear el piso. Como si fuera impulsada por un resorte, se levantó asustada, temblando, nerviosa, pensando que alguien se había metido a su recámara, prendió las luces y sólo atinó a ver cómo una densa nube gris se disipaba en el interior de su espejo íntegro. Aturdida por el ruido, revisó la pared y cuál sería su sorpresa al ver que el clavo estaba en su lugar, intacto, no se había aflojado ni nada. Miró el espejo y vio que el latón no tenía ninguna abolladura, y la luna presentaba una imagen completa íntegra de ella adormilada, nada ni a nadie más. Pensó que quien fuera el responsable de eso, fantasma o espectro, no le iba a impedir descansar, ya mañana vería bien a bien el asunto, y regresó a su cama, pensó: “imposible que con ese golpe no su hubiera roto o maltratado el espejo” y se quedó dormida.

A la mañana siguiente, despertó y vio cómo el espejo seguía fuera de sitio, en el lugar en que cayó, entonces sí supo que alguien, por el espejo, la quiso visitar, y estar mirándola dormir.

A la fecha no sabe quién la visitó, pero lo de lo que sí está cierta, es que ese fue un buen punto de partida para hacer la investigación correspondiente a ese fenómeno de vidas en el espejo, siempre hay que conocer algo nuevo, el conocimiento es lo que nos hace ser lo que somos, independientemente de lo que sea, saber es el objetivo, discernir es parte de. ¿Quieres saber aún más historias de los espejos como puertas dimensionales y demás objetos mágicos en este lugar?, ven, lee y anda Guanajuato.