El espacio de Escipion

Justicieros de la combi y los 50 mil muertos, entre el coraje y la burla

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Desde Rubén Salazar Mallén, Antonio Caso, Samuel Ramos, Leopoldo Zea, Abelardo Villegas, José Vasconcelos, Octavio Paz y Roger Bartra, entre otros, se ha tratado de entender cómo es el mexicano, el porqué esa facilidad para mofarse de sus propias tragedias y para chotear los temas hasta que se nos olvida su trascendencia. En la actualidad, la discusión de los asuntos públicos en México, parecen estancarse en ese nivel de desprecio a la crítica, al debate y a recurrir a la descalificación gratuita y al choteo como fórmula para imponer una posición y, peor aún, para resolver nuestras diferencias.

Las imágenes sobre “justicieros” del transporte público se han vuelto cada vez más comunes en las redes sociales. Mensaje pidiendo protección de la identidad de quienes terminan asesinando a ladrones o presuntos delincuentes, circulan y se comparten por miles al igual que los memes en que hacen mofa de estas acciones. A lo largo de la pandemia de la covid19 que rebasó los 50 mil muertos, también cientos o quizá miles de mensajes, dibujos y videos cortos burlándose de esta desgracia. 

Los mexicanos hacemos burla hasta de nuestro coraje e impotencia por el delincuente que nos violenta y nos aniquila. Todos hacemos mofa y nadie quiere asimilar que ese delincuente del que nos burlamos es nuestro vecino, nuestro familiar, nuestro propio engendro como sociedad, tan clasista y tan racista.  

Lo mismo pasa con las muertes por la covid19, que cada día están más cercanas a nosotros y que, resignados, la aceptamos y le damos la bienvenida en una fiesta familiar, en una reunión con los amigos y con los desconocidos en la colectividad del transporte público. Todos vamos a morir y por eso desafiamos la pandemia, que nos pegue el coronavirus, porque cuando “te toca, aunque te quites, y cuando no, aunque te pongas”.

Detrás de este aparente desdén y burla, estamos atrincherándonos, para esconder nuestros miedos y nuestro escepticismo por hallar la solución, la cura, el final de las pesadillas y, de algún modo, para depositar la responsabilidad de nuestras vidas en quienes pensamos están hechos para eso: antes los monarcas, los conquistadores, los vicarios del rey, los dictadores, los presidentes, los científicos, los sabios, los políticos y los líderes. ¿Y nuestra responsabilidad?

La política de seguridad está dejada en manos de la fuerza del Estado, no en nosotros como sociedad. La semana pasada, por ejemplo, se presentó el Programa de Seguridad y Protección Ciudadana en el Diario Oficial de la Federación, pero dicho documento no tiene un diagnóstico de la inseguridad en el país y sus objetivos sólo buenos deseos, “pura demagogia”, acusaron organizaciones civiles. Entre las críticas resalta un plan Nuevo Policial para profesionalizar al vigilante preventivo, al que tiene el primer contacto con los llamados de auxilio de los ciudadanos, pero resulta que ese objetivo no corresponde al Presupuesto de Egresos de la Federación que apenas registra aumentos marginales a los fondos de fortalecimiento de seguridad locales.  En lugar de exigir respuestas congruentes, nos quedamos con el espectáculo de los operativos militares disfrazados de fuerzas civiles, y de hacer memes y tik-toks para ganar seguidores con chistes sobre los de la combi o los actos de ajusticiamiento colectivo que, no tardan en recordarnos las malas experiencias que llevan éstos.

La condescendencia con que permitimos la politización de la pandemia y el descrédito a los científicos de la salud, ya se traduce también en agresiones al cuerpo médico y de enfermería, al descreimiento en quienes nos deben orientar para salvarnos la vida. Nada se toma en serio, no hay por qué atender a la autoridad y su afán por obligarnos a usar cubrebocas si desde arriba no se pone el ejemplo, ni siquiera hay un reconocimiento solidario para respetar a los demás, porque somos una sociedad del choteo, de la mofa, de la guasa y del desmadre. ¿Y nuestra responsabilidad para bajar los contagios y las muertes por covid-19?

Por supuesto, hacer burla para ocultar nuestros miedos, corajes e impotencias no es una virtud de la que podamos complacernos, por más que haya quienes elogien el humorismo y la celebración alrededor de la muerte como una cualidad del mexicano.

Leopoldo Zea afirmaba que “todos los pueblos siempre tienen algo que decir; algo que aportar a la experiencia del mundo; y la universalidad de este aporte se encuentra en la capacidad de estos pueblos para hacerse comprender y comprender a los otros. No comprender esto es lo que ha incapacitado a los hombres y culturas para lo universal; se encierran en murallas infranqueables en donde se van agostando hasta perecer en plena soledad”.

La inseguridad, la indiferencia, la apatía por la crítica y la autocrítica a los temas públicos, el reclamar a la autoridad a asumir su responsabilidad, es tarea pendiente de nuestra sociedad para no dejar que el Estado sea el que solucione todo ni las autoridades quienes lleguen como ejércitos de salvación, cuando también es responsabilidad individual y de la propia sociedad actuar y salir de nuestro escondite.