El Laberinto

Virus amoral

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Me he estado preguntando a partir de que premisas las personas llegan a la conclusión de que desarrollar una enfermedad, en este caso el virus que nos ha estado azotando a nivel mundial desde hace ya un año, es la consecuencia de un mal comportamiento y no me refiero a no seguir las medidas de protección, si no a un mal comportamiento según las reglas morales. Cuando esto no ocurre y en cambio enferman personas “inocentes” surge la indignación, que no es más que una máscara para esconder el miedo a que les suceda algo a ellos mismos, aun cumpliendo esos parámetros. 

Creer que la naturaleza comparte nuestra moralidad, es una cuestión religiosa que nace desde el momento en el que se le subordinó a la misma entidad divina a la que nos encontramos sujetos nosotros como humanos. Es decir, el dios en el que nosotros creemos y que recompensa al justo mientras aplasta al pecador y prueba al resto para que crezcamos, tiene como uno de sus instrumentos a las fuerzas naturales, incluidas las catástrofes y las enfermedades.

En cambio, con los dioses y demás seres sobrenaturales del politeísmo no existe división pues la deidad, aunque llegué a humanizarse, es la naturaleza misma y se le representa en su hermoso carácter amoral, que tiene como lado azaroso el riesgo de que sus interacciones con los humanos puedan tener resultados positivos o negativos pero esto no depende en absoluto de una función de censura, si no que es parte de un orden mayor y lejos de nuestro alcance. Aún queda el consuelo de que por lo menos existe un plan.  

No hay que confundir amoral con inmoral, lo amoral rompe las reglas morales sin conocerlas o sin tener consciencia de las mismas no existe responsabilidad entonces, es simplemente un hecho, en cambio, lo inmoral conoce las normas y tiene consciencia al romperlas por lo tanto lleva una culpa e incluye una sanción social.

Creo que no es inmoral quien se contagia, así lo haga por andar de fiesta, ni inmoral la naturaleza por no “castigar” a quien debe. Los que si son inmorales y además impunes, son los que deciden sobre los demás y que priorizan los votos o las ganancias a las vidas y bueno ni hablar de todos aquellos que han hecho negocio del sufrimiento ajeno. Es con ellos con los que deberíamos estar indignados.