Ecos de Mi Onda

El Elector (Preámbulo)

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Si no quieres ver tus deseos frustrados, no desees jamás sino aquello que sólo de ti depende.

Epicteto de Frigia (55-135 a.C.) Filósofo estoico griego.

Los seres humanos tenemos el derecho y la capacidad de elegir todo aquello que nos convenga para el buen desarrollo de nuestras vidas, e incluso, podemos también optar conscientemente por alguna preferencia, a sabiendas que nos puede llegar a afectar negativamente. En la narración bíblica, fue el libre albedrío lo que llevó a Adán y Eva a desobedecer la advertencia de Dios y comer del fruto prohibido. Fue su elección.

En el caos de la conducta humana, los filósofos se dividen entre los que consideran, como el caso de Thomas Hobbes, que el hombre es “malo por naturaleza”, popularizando la frase de Plauto “homo homini lupus”; a diferencia de los partidarios de la idea de un ser humano “bueno por naturaleza”, como opinaba Jean-Jacques Rousseau. Pero independientemente de esto, es esa misma libertad con la que muchos individuos acatan conscientemente las disposiciones de orden civil, mientras que otros deciden comportarse al margen de la ley, a pesar de las sanciones que les pueda acarrear la violación de las normas establecidas constitucionalmente.

Los seres humanos, por lo tanto, se encuentran ocupados en tratar de brindar un marco de respeto permanente a esa especie de contrato social, que derivó del evidente abuso que determinados individuos pueden ejercer por la fuerza, para conseguir un fin sin importar que este se llegue a alcanzar en forma injusta y arbitraria. Es decir, el establecimiento institucional de un pacto que determine con absoluta claridad, que los derechos de una persona llegan, hasta donde estos comienzan a afectar los genuinos derechos de los demás. La libertad de elección no es pues un derecho absoluto que se pueda usar a voluntad, sino que es acotado por la observancia de reglas decretadas por acuerdos establecidos en consenso y libertad, para privilegiar de esta forma el bien común.

Tras las dos cruentas guerras mundiales del siglo XX, el mundo hizo una pausa para reflexionar sobre las causas y efectos de este tipo de violentos acontecimientos, con la decisión de convenir en una alianza mundial, sobre el concepto de la libertad del ser humano, formalizando la Declaración Universal de los Derechos Humanos; documento histórico que constituye hoy la base regidora de la Organización de las Naciones Unidas, para tratar de mantener entre todos los países las condiciones de paz, bienestar y equidad, que le permitan a los pueblos dirigir su pleno desarrollo en libertad, respeto y solidaridad internacional. Desde el Artículo 1 se declara que “Todos los seres humanos nacen libre e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Esto, sin que importe de ninguna forma la raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política, o cualquier otro factor.

 La Declaración incluye en el Artículo 21, aspectos relacionados con la libertad de elección en el tipo de gobierno y gobernantes. Así, se indica que todas las personas tienen pleno derecho a participar en el gobierno de su país, ya sea directamente o por medio de los representantes libremente escogidos, así como tener acceso a las funciones públicas. Esto, democráticamente expresa que “la voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público”, voluntad expresada en elecciones justas por medio del sufragio libre, individual y secreto.

México es un país que puede considerarse joven, apenas próximo a cumplir doscientos años de emancipación de la corona española, siendo el 27 de septiembre de 1821, la fecha designada para oficializar esta independencia. Tras varias décadas de dar tumbos en intentos por modelar un régimen, como país soberano se fue enfilando en forma decidida, no sin derramamiento de “sangre, sudor y lágrimas”, citando a Winston Churchill, hacia una república laica, representativa, democrática, federal, actualmente integrada por 32 entidades federativas.

Después de la Revolución Mexicana de 1910, se promovió el fortalecimiento de un sistema partidista, que acotara la posibilidad de encaramar en el poder gubernamental a los caudillos revolucionarios, zapatistas, carrancistas, villistas, quienes contaban con un gran arrastre popular, pero poca o nula preparación y experiencia para el ejercicio de la administración pública. De cualquier forma, fueron los militares quienes fueron impulsando partidos políticos post revolucionarios de diversas tendencias liberales, como el Partido Liberal Constitucionalista, de Álvaro Obregón, y el Partido Nacional Cooperativista, de Adolfo de la Huerta. Todas estas instituciones políticas tratando de configurar un marco institucional y dotar a la nación de una estructura política estable, fundamentada en las ideas generales planteadas en los objetivos de la lucha revolucionaria.

El año de 1929 se puede señalar como el inicio de un desarrollo político nacional determinante, posterior a un período de unos 10 años, en el que se formaron varios partidos políticos, que se fueron aglutinando alrededor del Partido Nacional Revolucionario (PNR), fundado y liderado por Plutarco Elías Calles, el cual se mantuvo vigente hasta 1938 y que redujo la división política y la influencia de los caudillos revolucionarios, excepto, claro, la del propio General Calles, que no dejó de reprimir a sus opositores. Es factible señalar de alguna manera, que este movimiento funcionó en brindar estabilidad al país tras la cruenta lucha interna, dotándolo de una estructura política y tratando de generar una identidad partidista, con una tendencia aparentemente ligada a la izquierda, con tintes de marxismo, pero que en realidad se trataba de un nacionalismo demagógico que apuntaba a reivindicar a los sectores obrero y campesino, pero que, sin embargo, no dejaba de beneficiar a las élites que se fueron aliando al sistema.

Las diferencias entre Elías Calles y el General Lázaro Cárdenas, a la postre en la presidencia de la República, provocó movimientos internos en el PNR que en 1938 llevaron a la reconfiguración del partido, con el cambio de cuadros directivos e incluso de nombre, a Partido de la Revolución Mexicana (PRM), manteniendo los mismos ideales expresados en los postulados revolucionarios. Cabe señalar que esta línea política unipartidista se rompe con la fundación del Partido Acción Nacional (PAN), fundado en 1939 por el político chihuahuense Manuel Gómez Morín, miembro de la Generación de 1915 o de los llamados Siete Sabios, quien previamente fue rector de la Universidad Nacional de México. Para el partido en el poder esto constituyó la posibilidad del fortalecimiento de una fuerza opositora, que para desacreditarla pronto calificó de conservadora e incompatible con los ideales de la Revolución Mexicana.

La inclinación hacia la izquierda de la política nacional se apreció en forma positiva, con impulso decidido a la reforma agraria y distribución de ejidos, así como la nacionalización de la industria del petróleo en momentos clave, en los que los países fuertes realizaban una explotación irracional de los recursos naturales de los países más pobres, estableciendo precios indignos con un patente abuso. Asimismo, fue importante la creación del Instituto Politécnico Nacional para fortalecer la educación media y superior.

La evolución del PNR y la subsecuente conversión al PRM, prosigue a partir de 1940, sufriendo modificaciones debidas a factores coyunturales, que comprenden el envejecimiento de los dirigentes, prácticamente todos militares, que fueron gradualmente desplazados por líderes civiles con formación universitaria, con otras ideas respecto al desarrollo de la nación. Un factor adicional que vino a impulsar una nueva etapa de crecimiento económico, fue el acontecimiento de la Segunda Guerra Mundial, que brindó a México la posibilidad de mayor inversión y creación de fuentes de trabajo, debido a la intervención directa de los Estados Unidos en la guerra, que se vio en la necesidad de dirigir buena parte de su producción industrial hacia el abastecimiento de insumos bélicos para los aliados, abriendo el campo para la participación de México en la producción de los bienes habituales de consumo interno y externo. Es en este contexto en el que el PRM se refunda en 1946, transformándose en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), asumiendo una posición de centro izquierda, en la que la huella socialista se contempla, por ejemplo, en el Instituto Mexicano del Seguro Social, pero sin desprenderse de un carácter conservador, precisamente en el sentido de ejercer un dominio político absoluto, reprimiendo por la fuerza cualquier idea o acto considerado como levantisco, a pesar de lo cual se logró dirigir el rumbo de la nación por el camino de un relativo progreso económico sostenido, que incluso fue considerado en el mundo como “el milagro mexicano”.

Sin embargo, el descontento social debido a las cuentas pendientes de un desarrollo social homogéneo, libre de marginación y pobreza para amplios sectores de la población, empezó a manifestarse con fuerza, explotando en la cara del gobierno en 1968, con la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco.

La desestabilización estructural del gobierno no tuvo la creatividad de inducir nuevas transformaciones positivas, por el contrario, se fue sumiendo en errores de índole político y económico, que lo fueron debilitando cada vez más, con una apabullante deuda externa y la gravedad de la erosión infame de recursos por actos cínicos de despilfarro y corrupción. Parte de ello con base en la idea disparatada y soberbia de una riqueza petrolera inagotable, que haría de México en el corto plazo, una nación de primer mundo.

Así, es importante enfatizar que el período neoliberal ubicado a fines de la década de los ochenta, fue provocado precisamente por una etapa previa de la nacionalización de buena parte de los sectores productivos, así como de la banca, en los períodos de gobierno de Luis Echeverría y José López Portillo, que fueron manejados institucionalmente con gran ineptitud y corrupción discrecional, manteniendo empresas estratégicas, como las del petróleo, energía, acero e insumos agrícolas, entre otros, en alarmantes números rojos, con los que el PRI comenzó seriamente a perder fuerza y ver amenazada su hegemonía dictatorial partidista.

De estos acontecimientos, el PRI sufre una seria división que deriva en la formación de la llamada Corriente Democrática y en la creación del Partido de la Revolución Democrática (PRD), que participa en las elecciones de 1988, con el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas como candidato y líder de esta corriente, frente al PRI, que designó como candidato a Carlos Salinas de Gortari, con un proceso electoral, coordinado en ese entonces por Manuel Bartlett, Secretario de Gobernación , dándose uno de los mayores escándalos electorales del país, con la llamada “Caída del Sistema”, que sostiene las sospechas de un claro fraude a favor del PRI, siendo el mismo gobierno priista el interventor de un proceso arbitrario. Con Salinas de Gortari inicia el llamado período tecnócrata neoliberal.

El período neoliberal resultó la puntilla, ya que la apresurada reprivatización de empresas gubernamentales, envueltas en el escándalo de evidente contubernio en los procesos de compra-venta, fueron llevando al país a fuertes crisis recurrentes, lo que se trató de equilibrar con la integración del Tratado de Libre Comercio, entre México, Estados Unidos y Canadá, signado por Salinas de Gortari como presidente de México, el 4 de octubre de 1988, sin que se lograran mejorar las condiciones de precariedad de buena parte de la población marginada del país.

Una nación que clama por justicia y equidad responde finalmente frente a 71 años de hegemonía partidista, que fue llamada por el escritor peruano Mario Vargas Llosa, como “Dictadura de Partido”, votando mayoritariamente por el candidato Vicente Fox, del Partido Acción Nacional, en las elecciones de julio del año 2000, abriendo nuevas esperanzas de un cambio positivo en las acciones de gobierno, encauzadas hacia un auténtico desarrollo social, que finalmente resultó decepcionante infructuoso.

Continuará…