Histomagia

20 DE ABRIL

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Los caminos de Guanajuato son un misterio, sabemos que hasta canciones hay de lo que puede vivirse aquí. La soledad de la noche, el viento fresco en estas épocas de calor, hacen que el viaje en auto sea agradable, al menos que pasen cosas inesperadas, cosas inexplicables que nos hacen creer que alguien nos vigila desde otra dimensión.

Ayer por la noche, nos enteramos que mi cuñado Edgar tuvo un problema con su auto, precisamente cuando llevaba a vacunar del COVID-19 -en esta pandemia eterna- a mi suegra, a quien, según fecha de su cartilla, le toca el 20 de abril, pero para no esperar, mi cuñado la quiso llevar ayer. Hugo, mi esposo, había marcado para hablar con su mamá y cuando Sandy mi cuñada contestó, le dijo que ya iban de salida que a su regreso le marcaba. Pasaron las horas, y a media noche, Hugo le marca y se entera que habían tenido un accidente en el tramo de carretera de donde venían: el auto se detuvo, ya no dio marcha. Preocupado Hugo le dice que hablará luego directamente con Edgar para saber a ciencia cierta qué fue lo que pasó con el automóvil.

Hoy por la mañana, Hugo se comunicó con Edgar y él le contó, -no sin antes advertirle, que lo que había pasado fue muy, muy, extraño- que iban ya en camino a lo de la vacuna cuando de repente el auto paró su marcha, así nomás; extrañado Edgar intentó encenderlo varias veces para seguir y nada. Miró a su alrededor y vio que el tramo de carretera en que estaban se encontraba solitaria, no se veía nadie a lo lejos. Ni luces. Preocupado les dijo a sus acompañantes que no bajaran, que se quedaran en el auto. Temeroso bajó para abrir el cofre y revisar, no era posible que su auto fallara pues siempre está al pendiente de cualquier cosa que pudiera hacerle falta, revisó y revisó y nada, todo se veía bien, la única respuesta que encontró en su mente fue: se desbieló. Ante estas circunstancias decidió solicitar ayuda de la secretaria de la empresa en donde trabaja, quien de inmediato llamó a una grúa para auxiliar al auto, y ella partió al lugar de los hechos para ayudar a mi cuñada, mi suegra y mi sobrina quienes iban con él, y regresarlas a casa sanas y salvas.

Al contarle esto por teléfono, Edgar, no daba crédito a lo que había sucedido y le narró, con voz trémula a Hugo que -y ahí fue cuando, al escuchar lo que pasó, nos quedamos entre sorprendidos, asustados, y agradecidos- cuando Edgar llegó con el auto al taller a eso de las doce de la noche y lo bajaron de la grúa, de inmediato el mecánico lo revisó y no encontró nada que hubiera fallado, de hecho, encendió perfectamente y lo movió para ver que no hubiera ningún detalle en su marcha. Extrañado Edgar le explicaba una y otra vez que en verdad no encendía, que se paró súbitamente, que…el mecánico sólo atinaba a asentir con la cabeza mientras revisaba el motor y finalmente como diagnóstico dijo que la manguera del radiador estaba ya vieja y que era necesario cambiarla, pero que ello no explicaba el porqué del desvarío. Edgar sólo se quedó en silencio, con la certeza de que las cosas pasan por algo, pues no había sido un día proayuda para concretar la cita de vacunación, y lo del auto fue la gota que derramó el vaso.

Y como nos dijo, tal vez su papá, Don Pedro, muerto hace ya 8 años, evitó que le pusieran esa dosis a su amada esposa, pues por fecha le toca el 20 de abril cuando cumple el mes, tiempo exacto para recibir la segunda dosis, y que curiosamente es la fecha en que él cumpliría años de vida; a sus 80 años ella debe de extremar precauciones por las circunstancias que vivimos en este mundo actualmente. Y sí, las cosas pasan por algo, por eso te cuento esta histomagia, para que sepas que pese a la distancia siempre hay alguien cuidando de nosotros, esos seres que nos aman infinitamente y que son ahora los guardianes de nuestra existencia. Esta ciudad tiene muchos, muchos guardianes, ¿quieres conocerlos? ven, lee y anda Guanajuato.