El Laberinto

REPETIDO

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Ese momento incómodo en el que estas resolviendo un examen de opción múltiple, sintiéndote totalmente seguro de tus respuestas, hasta que percibes que todas son el mismo inciso y entonces dudas, borras, repiensas y acabas entregando un desastre, mientras el profesor regodea en su crueldad y disfruta mirando a los alumnos transpirando de angustia. A mí me sigue sucediendo en la actualidad y es mil veces más probable que me equivoque en un patrón extremadamente repetitivo que dentro de una variedad relativamente estructurada.

La angustia de la repetición nace de la creencia, más bien generalizada, de que todo debe fluir y cambiar siempre, porque lo malo no debe durar por siempre y, siendo así, lo bueno debe llegar en algún momento, por mera probabilidad. No es en vano que los castigos de Sísifo y Prometeo estén encerrados en un bucle infinito de dolor y desgracia, uno empujando una piedra que siempre se vuelve a caer y el otro siendo atormentado por el águila- mitológica- come hígados.

Una cantidad considerable de ficciones de todos los tonos parten del hecho de repetir un periodo de tiempo una y otra vez, dando una sensación bastante incómoda de irrealidad, como cuando en medio de un momento feliz viene ese dejavú que puede desatar todo nuestro pensamiento mágico y supersticioso, como si algo malo fuese a suceder y algo nos estuviera avisando de ello, por otro lado, otro de los factores que juegan en este tipo de relatos es que también existe una delimitación espacial inquebrantable, no solo están obligados a vivir el mismo lapso una y otra vez sino que además tienen que hacerlo en el mismo sitio. Mención especial merece “El ángel exterminador” (1962) de Luis Buñuel donde solo están atrapados en el espacio, pero este no es una prisión física, si no un fenómeno incomprensible y desesperante.

Pensando en todo esto, es muy poco probable que nosotros terminemos sumidos realmente en una situación así, pero vaya que podemos sentirla, sobre todo cuando se trata de estarse hundiendo, ya que rara vez nos cuestionamos la felicidad y entonces sabemos lo que va a suceder, pero hay algo en nosotros que no nos permite parar. Si llegamos a estar en un atolladero de estos, les tengo uan reflexión salvadora.

La primera es que el conocimiento tiene que darnos  poder, podemos pasar por muchas situaciones similares, pero cada vez sabremos más al respecto, tanto del entorno como de nosotros, como cuando después de comer en un sitio nos hizo daño ya sabremos para la próxima decir que no o mínimamente hacer otra cosa.

El tiempo no es un círculo, si no que como postulaba filosofo Vico, hace ya unos cinco siglos, es un espiral que cada vez se amplía más, así  para cuando nosotros pasamos por una curva que nos es familiar, en realidad no es la misma curva ni nosotros somos los mismos.