El Laberinto

Pesitos

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Tengo prisa por salir, tomo todo el equipo para estar afuera, teléfono, audífonos, cartera, cubre bocas, suéter, llaves y la botella de agua, tan importante para mi lado ecológico como para mi salud renal, y en ese momento la veo, es una pequeña moneda que brilla gastada en su soledad y pequeñez en la mesita, decido ignorarla por considerarla menos relevante que llegar a tiempo.

En otro escenario, tal vez en ese mismo día, pero podría ser cualquier fecha, voy caminando por alguna avenida concurrida y otra insignificante moneda me sonríe desde el suelo haciéndome ponderar si de verdad valdrá la pena exponer mi retaguardia o arriesgarme a ser atropellada en el acto de apropiarme de este bien mostrenco.

No quiero que estas postales los lleven a pensar que soy una especie de urraca (aunque bien podría acertar a la apariencia) que va buscando objetos brillosos por la vida, yo se lo atribuyo mas a las malas costumbres de mirar al piso para no tropezar y de irle cambiando a la música del celular, en fin que lo importante es que sucede después.

Y es que lo que tienen en común ambos escenarios es que finalmente esa moneda que en algún momento decidí no tomar en cuenta, más temprano que tarde, me va a terminar haciendo falta, para evitar cambiar algún billete, dársela a algún pedigüeño o para pagar en sitios donde el cambio exacto es indispensable. Es ahí donde el pesito crece a dimensiones similares a las de la piedra del sol y casi que te pesa lo mismo que dicho monolito no haberlo tomado en su momento.

Esos pesos tirados se parecen mucho a las oportunidades, esas que a veces son muy discretas en apariencia pero que con el tiempo vemos hasta donde nos llevaron o pudieron llevarnos, al tiempo que desperdiciamos tratando de ahorrárnoslo, en todos esos detalles que no tenemos con nuestros seres cercanos y que terminan cavando una brecha en nuestros afectos.

Se debe tal vez a que casi nada vale por sí mismo, sino que tiene que ver mucho con el tiempo y el espacio, un alfiler es casi invisible pero puede desarmar un vestido, una pluma es la diferencia entre lograr un trámite o no, una colilla mal tirada contamina litros de agua, un mensaje de buenos días puede cambiarle la perspectiva a una persona y una piedrita en el zapato puede ser tremendamente dolorosa.

El talento creo que se encuentra en saber que tanto se arriesga al recoger esas monedas, no vaya ser que por concentrarnos demasiado en ellas estemos dejando volar los billetes, por si acaso y de modo casi supersticioso trato de no dejar pesitos sueltos, no vaya siendo el desafortunado caso.