El Laberinto

Posicionarse

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“Los Prisioneros” ocupan un sitio privilegiado en mi corazón y en mis listas de escucha, no solo por su merito artístico, que para mi gusto es bastante regular, sino por su capacidad para mantenerse y sortear el peligro en un país cuyo régimen político asesinaba y hostigaba a los artistas y lo hicieron además, mofándose frontalmente del mismo, cantando en el festejo de su final.

Curiosamente, ellos tienen una canción, en su disco de 1984 “La voz de los ochenta” llamada “Nunca quedas mal con nadie”, que trata acerca de aquellos artistas que se cuelgan de los movimientos sociales para acrecentar su fama pero que en realidad tan solo son sanguijuelas con buena onda que se aprovechan del descontento de los demás para darle valor a proyectos carentes de talento o de público orgánico.

También alude a quienes siendo famosos protestan, pero solo desde el discurso, mientras disfrutan de sus privilegios, es decir contra los incongruentes que son similares a las botas Dr. Martens, hechas para obreros pero con precios para burgueses. Y es que seguramente pocos tienen tanta autoridad moral para criticar estas actitudes, pues pensándolo bien aunque se encuentren alineados a ideologías similares, no es lo mismo impulsar las causas con tu voz, que impulsar a tu voz a través de las causas ya sea para ser visibles o para lavarse la carita y tratar de conectar con públicos cuyas problemáticas y dolencias no conocen ni de lejos.

Con esto no estoy diciendo que debamos esperar a que sea lo suficientemente famoso como para que enarbolar una causa sea legítimo o que el arte debe ser nebuloso, apolítico e inofensivo, pero sí creo firmemente que los posicionamientos también pueden ser tácitos, testimoniales, que se puede ir a contracorriente al no reproducir ideas dañinas aunque estén normalizadas, como el clasismo o el sexismo, al no seguir las formas convencionales de creación y de difusión, al salir de los circuitos acostumbrados y llevar su creación a espacios marginados, al darle  representación a los silenciados, al preocuparse por brindar contenido de calidad y no solo con mensaje “revolucionario”.

En un mundo donde todo es un producto y el éxito se mide a través de ceros a la derecha, dedicarse al arte de manera independiente, por convicción y no por falta de oportunidades o socializar las ventajas adquiridas por la fama, aun a costa de no darle gusto al publico que los lleva a la cima,  como lo hizo Nina Simone, no es poca cosa. A eso, le llamo posicionarse.