Histomagia

ÁRBOLES QUE CUIDAN

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Para poder vivir en esta antigua ciudad necesitas ser una persona que pueda no extrañarse con hechos, efectos, apariciones, ruidos diversos que vienen del subsuelo, y no hablo de las explosiones mineras, si no de esos ruidos extraños que surgen desde ese otro Guanajuato, ese que está debajo del actual, el que está enterrado, aquí, con sus respectivos muertos.

La vida aquí es mágica porque trasciende al ahora y lo que mucha genta ha visto a veces es inexplicable. Es extraño, porque hasta los árboles que nacen aquí, cuidan sus propias tradiciones, porque no dejan que los seres de otra dimensión hagan de las suyas, por eso los que viven en Pastita son felices, el río y los árboles los cuidan, los habitantes saben que serán protegidos por la naturaleza y por la histomagia de la ciudad, porque eso sí, aquí si no hay árboles, hay templos, ellos también te cuidan,

El origen del miedo aquí tiene causas variadas: fuegos fatuos, dinero en vasijas encontrado en las casonas antiguas, muertos que se suben en los vivos, muertos que te guían a donde enterraron su dinero, fantasmas y espíritus que te hablan por las noches al oído, esos son los que dan más miedo, porque a veces te salvan o a veces te hacen la invitación de que los acompañes para siempre y visitar el Guanajuato enterrado, vivir la muerte en su compañía.

Mi vecina Norma, me cuenta que cuando ella vivía en Guanajuato centro, la casona donde ahora es un gran hotel del agua, ella vivió el horror que rondaba noche a noche la ciudad. Viendo el trajín de la ciudad por la ventana que poco a poco se quedaba vacía, personas pasaban y se alejaban, desaparecían en la inmensidad de la noche silenciosa. Después de que las calles quedaban vacías, la calma se metía por las ventanas, y en verdad sentías que la hora de ir a dormir llegaba cuando con el rabillo del ojo vio una sombra que se metía por el balcón contiguo, de inmediato volteó esperando ver la sombra, no estaba nada ahí. Asustada decidió meterse a la cama, apagó las luces y sólo quedó la tenue luz de las farolas entrando por el ventanal. Cerró los ojos esperando olvidar el susto de hace un momento, cuando comenzó a quedarse dormida, de repente la despertó un murmullo, movió la cabeza, pensando que eran imaginaciones suyas pero no, no lo eran, casi al momento escuchó, ahora sí, una voz masculina que le murmuraba al oído que la quería, que no lo olvidara, que lo recordara siempre, ella, aterrada, aun con los ojos cerrados, se arremolinó en la cabecera de la cama, y la voz seguía, pero ahora retumbaba en el cuarto de techos altas, abrió los ojos y lo vio: ahí estaba un viejo, un anciano, vestido de catrín, con un bastón, caminaba dificultosamente y poco a poco se acercaba a la cama con ella, Norma, en un momento de valentía, le gritó que se fuera, ante el grito, el anciano detuvo su marcha, se dio media vuelta y salió por el balcón caminando parsimoniosamente, Norma se levantó para ver a dónde se dirigía el hombre y claramente vio caminando por los aires, lentamente, sin voltear entrando al templo de La Compañía de Jesús ubicado enfrente.  Ella jura que en cuanto el señor entró al templo, los árboles, voltearon a mirarlo y se doblaron un poco como siguiendo su andar y cuidando que entrara al lugar santo sin novedad, al entrar, volvieron a quedarse rígidos, en su posición sempiterna, esos árboles que sobreviven aún afuera de La Compañía. Incrédula, volvió a su cama, y esa vez, ya no pudo dormir.

Yo el digo a norma que creo que ellos no se dan abasto para cuidar a los de la ciudad, creo que ellos protegen al templo de los seres de dimensiones más bajas, Norma me dice que ese señor seguro era un ser no de oscuridad si no una aparición que sufre por el amor de su vida, y ahora en su muerte lo busca, y en todas las mujeres vivas ve a su amada, difícilmente lo encontrará, él lo sabe, por eso se refugia y protege en el templo, y esos árboles, son guardianes como cada árbol de esta ciudad, ellos saben, son seres vivos que conectan dimensiones, mundos posibles e imposibles, viven, y cuidan a cada uno de los muertos que deambulan por aquí. ¿Quieres ver las apariciones en esta ciudad?, ven, lee y anda Guanajuato.