Histomagia

Casas antiguas

Compartir

Guanajuato es un lugar de casas antiguas, cuna de tierra que conserva los cuerpos humanos en momias y los tesoros en sus entrañas de piedra existen desde siempre, porque sí, la piedra es la que guarda más tesoros, las minas de oro y plata son verdaderos tesoros para el mundo.

Seres extraños conviven con nosotros aquí; hay cosas extra normales que sí suceden y las viven día a día los habitantes de la ciudad. Desde las momias y sus espíritus viajeros pasando por los fantasmas y espectros hasta esos guardianes de tesoros enterrados que las casas viejas y antiguas de este lugar tienen.

Precisamente un secreto a voces es que, en el otro Guanajuato, el que está enterrado, hay tesoros que las personas dejaron escondidos, ya sea para gozo de su avaricia o para dejarles a sus descendientes. En este último caso, hay verdaderas tragedias de soledad, porque al parecer es recurrente que muchas de las personas ricas de la antigua ciudad murieron solitos, sin descendientes ni amigos que les ayudaran a bien morir. Triste final.

Mi amiga Gaby, exploradora del mundo, ha visitado muchas casas viejas que aún conservan su belleza y ha encontrado que por lo general los que viven en esas casonas saben del tesoro por el contacto que sus antepasados hacen con ellos por medio de sueños o señales físicas en la casa como fuegos fatuos o luz brillante que indica en dónde está enterrado el tesoro. En el caso de casas antiguas que ya han sido compradas por personas ajenas a esas familias de abolengo, el contacto no es tan sutil: generalmente el fantasma espíritu, entidad o espectro, se hace presente en la llamada “subida del muerto” que los guía por su parte espiritual del afectado y muestra el lugar donde está enterrado el tesoro, esa es la forma más común que los seres extraños entregan sus tesoros. El asunto está cuando alguien ajeno que no es el elegido lo desentierra, a veces irremediablemente les espera la muerte porque respiran los gases que expide el metal enterrado, o a veces no ven dinero, ven carbón, sólo carbón, simplemente porque no era para ellos.

Gaby me cuenta que en el caso de las casas abandonadas, es muy común ver hoyos en las paredes, en el techo, en el suelo, donde sea porque hay personas que piensan que escarbando van a encontrar el tesoro que generalmente son monedas de oro, centenarios, monedas acuñadas en plata, por lo menos, colocados en ollas de barro, no en baúles, si no en ollas que se enterraban generalmente en las cocinas, ya sea en sus paredes, o en el suelo, incluso a veces los que han encontrado algunas monedas cuentan que esas monedas han estado a la vista de todos, en las ollitas del café colgadas en las paredes, en las ollas de maíz de la despensa.

Dicen los que saben que si le quitas el tesoro a quien esos seres escogieron, una muerte irremediable llegará a tu vida, ya seas tú mismo o tus seres más queridos. Si estás solo, el castigo será la soledad eterna, sin nada, sin nadie, ni los mismos espectros te acompañarán en tu penar, ese es tu castigo. Así, desde esa oquedad, ven este mundo como si estuvieran vivos, deambulando por sus propiedades aún en pie o en ruinas, cuidando lo incuidable, lo que ya físicamente es imposible poseer, por lo que sólo les queda manifestarse o asustar a quienes se atreven a buscar en sus casas lo suyo, sus monedas, su caudal, su hacienda.

Yo le digo a Gaby que su labor es buena porque por ella queda el registro de sus aventuras de lo que le ha sucedido en esas casas o incluso en las minas o en sus escaldas en las montañas, ella sabe que sí existen los elementales de la tierra, del aire, del fuego, de la madera, esos seres que, aunque se nos parecen de vez en cuando, no quieren presentar su mundo a los humanos porque saben que no compartimos, que somo avaros e individualistas.

Sí, somos un virus, pues nuestra avaricia es apoderarnos de todo, de cada tierra, del agua, del sol, de la madera, del aire; sí, somos irrespetuosos con la naturaleza, no merecemos el mejor tesoro de este planeta: el planeta mismo y lo también hecho por el hombre como parte de la cultura, ejemplo de ello es el acabar con el patrimonio cultural escarbando, tirando muros centenarios, con tal de encontrar lo que no hemos trabajado ni nos corresponde. Ya dijimos: si es para nosotros, esperemos que llegue ese fantasma a decirte que te lo da, si no, no tiene caso desmantelar hermosas haciendas en la rabia de no haber encontrado nada de monedas, pero sí puertas, ventanas, ladrillo, hasta las mismas piedras. ¿Quieres conocer el mejor tesoro que es Patrimonio Cultural de la Humanidad? Ven, lee y anda Guanajuato.