Desde el Faro

A ”Chilo” Guerrero la Presea Cervantina

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Era la edición 33 del Festival Cervantino, en el Teatro Juárez, la actividad era incesante, Japón era el país invitado de honor, bien lo recuerda Isidro Guerrero – “Chilo” para los amigos – ; en el escenario, los técnicos del país oriental subían y bajaban hacia el área del público para observar luces y sonido; en unas cuantas horas, un grupo de chicas, con instrumentos tradicionales, tocaría música occidental moderna.

Los especialistas de audio ponían especial atención en los detalles para que los sonidos del “koto”, instrumento de 13 o 16 cuerdas, parecido a una cítara, y el del “shamisen”, la guitarra japonesa de 3 cuerdas, se combinaran sin perder cada uno sus características. El tiempo se acortaba y el nerviosismo crecía. En una maniobra inesperada, uno de los técnicos atoró su ropa con una moldura, esas partes decorativas en relieve colocadas entre el escenario y el área del público, por supuesto, el adorno se quebró. “Chilo” montó en cólera, ¡nunca antes el Juárez había sufrido siquiera un rasguño!

El siempre celoso guardián del Teatro Juárez, estaba molesto, tanto, que unos minutos después, llegó el agregado cultural de la Embajada Japonesa para tratar de solucionar el problema; lograron pegar la moldura, pero tuvieron que pasar varios días para que “Chilo” controlara su enojo, no era para menos, “su” hijo consentido, mimado, al que siempre ha tratado con cariño – el Teatro Juárez- había sido lastimado.

Treinta y un años antes, Isidro Guerrero comenzó a trabajar en el edificio representativo de Guanajuato; era 1974 cuando el aún estudiante de topografía hidrológica combinaba el estudio con las labores de tramoya e iluminación; terminó la carrera universitaria, pero el teatro absorbió por completo su vida.

Han sido 48 años de constante e íntima relación Teatro Juárez – ser humano; amistad que se fortalece con anécdotas, historias muy personales, alrededor de Guanajuato y uno de los sitios más importantes de la ciudad. Por estas experiencias, pero sobre todo por el celo con el que cuida a “su amigo”, Isidro Guerrero recibió la Presea Cervantina en una ceremonia presidida por el gobernador de Guanajuato, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, y el embajador de Corea en México.