En la pantalla, una película que atrapa y no suelta al espectador sino hasta el fina; en la escalinata, un público siempre expectante, y en el clima fresco de la noche, el olor de las “palomitas” ¡gratis!, distribuidas por el Cine Club de la UG. Un ambiente perfecto, el que siempre disfruta el verdadero cinéfilo.

No importa la superficie dura y fría de la piedra, poco a poco el cuerpo se acostumbra a ella, porque la vista permanece “clavada” en la pantalla sobre la cual, durante 2 horas se proyecta una película coreana; ese estado hipnótico solamente puede ser provocado por una cinta memorable que hace varios años causó impacto en la premiación del Oscar: “Los Parásitos”.

La trama es muy sencilla: una familia de pobres logra, a través de engaños, infiltrarse al seno de una familia muy acomodada; de ello, los pobres obtienen algunos beneficios; podría el espectador pensar que son unos verdaderos parásitos, sin embargo, esta lectura sería muy superficial porque en realidad, los protagonistas son personajes con talento y dignidad, la falta de empleo les obliga a obtener provecho de los ricos; además, la familia rica puede verse como un grupo de vividores, porque son incapaces de realizar las tareas más sencillas y requieren de otros para hacer cualquier cosa.

El clímax de la película es el repentino estallamiento de la violencia, muere la hija de la familia pobre y el padre de ella mata al rico, para esconderse después en el misterioso sótano construido para protegerse de la guerra. El director no trata de cambiar al mundo, solo muestra la terrible realidad; además, pretende, como los protagonistas, volver a comenzar soñando despiertos; esa es la belleza del cine.

Y al final, un ¡aaahh! prolongado, seguido de un largo aplauso, cerraron la noche. Una grata jornada cinematográfica que se prolongará – junto con las “palomitas” – hasta el próximo viernes 28, dentro de la edición 50 del FIC,