Desde el Faro

Las Invisibles

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Arrastrando el peso de los años, doña Lupita trabaja con la idea de que este diciembre nada falte a su mesa; ella, a pesar de su edad, aún es el sostén de una familia; para lograr el objetivo, aceptó trabajar en la limpieza de la ciudad; no es fácil hacerlo porque debe enfrentarse a jornadas de 12 horas, y al frío de la madrugada.

A las 6 de la tarde toma la escoba y la suelta a las 6 de la mañana del día siguiente; su ruta comienza en el Callejón de los Hospitales, continúa a un costado de la Escalinata de la Universidad, para seguir por Positos hasta Mendizábal; en su ir y venir barre 4 veces esta zona, termina muy cansada; el frío es su acompañante cotidiano, se acostumbró tanto a él que ni lo siente, también ya se adaptó al desprecio de las personas pero le molesta la actitud de turistas y habitantes de la ciudad que tiran y tiran basura.

Su figura pasa desapercibida para la gran mayoría de la gente, nadie se da cuenta de su existencia, es como una persona invisible, por ser mujer, pobre y adulta mayor; sabe también que su trabajo casi no es reconocido, no le importa.

Como ella, unas 20 señoras, mayores de 60 años, aguantan la jornada nocturna de 12 horas; tienen la esperanza de que se cumpla la promesa de obtener un bono extra y con ello, asegurar un buen fin de año.

Así pasan estas mujeres la temporada del Festival Cervantino en Guanajuato, aunque su trabajo es indispensable para el desarrollo de la ciudad, su presencia es invisible para la gran mayoría de la gente y de las autoridades.