Sin duda que el sentimiento se altera al encontrarse en plena calle con un solitario músico, que pese a todos los infortunios, interpreta con verdadera emoción canciones populares y clásicas para agradar a la gente, aunque con su trabajo no logre siquiera captar el interés de un perro tan callejero como él. Escenas como esta de verdad atrapan, sobre todo cuando en medio de la calle solitaria se escucha algo que dice: “voy camino de la vida/ muy feliz con mi pobreza/como no tengo dinero/ tengo mucho corazón…”

Y es que desde el fondo de esa calle tan guanajuatense llegaba la canción que habla del destino y del ser humano que lo acepta “como venga, soportando una tristeza, o detrás de una ilusión..”, y al mirar de cerca se veía al músico con su guitarra, y su voz, y más al fondo, un pordiosero, los dos solos frente al mundo.
Guitarra y voz cantaban, ¿ a quién?,¡al viento! , para que este les escuchara: “pero cuántos millonarios, quisieran vivir mi vida, pá cantarle a la pobreza, sin sentir ningún temor..”
De verdad que existen seres humanos que todos los días dan lecciones de perseverancia, el músico y el mendigo, para ganarse la vida y el artista, además, para fortalecer su vocación contra viento y marea.