El Laberinto

Seres de luz

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¿Alguna vez han visto a un músico virtuoso repitiendo al micrófono que es un prodigio mientras está tocando? Es ridículo siquiera imaginarlo pues, además de que el sonido ya lo está expresando por sí mismo, su propia voz estorba para comprobar aquello que con tanto ahínco afirma. La misma sensación me provocan, algunos no todos, los “seres de luz” de las redes e incluso de la vida real.

Empezando por una breve definición, un “ser de luz” y lo entrecomillo porque existen los de verdad, pero están ocupados iluminando y no alardeando de que lo hacen, se trata de personas que por los motivos que sean, han reemplazado el dogma de cualquier culto tradicional por una mezcolanza de cosas igual de dogmáticas pero más flexibles y “en onda” que incluyen saberes ancestrales, científicos y pseudocientifico, todos  sacados de contexto y recortados a placer para elaborarse un trajecito hecho a la medida y que los dota de superioridad moral.

Ya con este atuendo protector entonces creen que pueden, y como según ellos querer es poder, andar por el mundo siendo los mismos seres detestables de siempre pero con discursos en teoría positivos que solo se quedan en palabras, disfrazando su abuso de sustancias (que no tiene nada de malo, por cierto pero hay que ser honestos, tampoco hace magia) de “despertar espiritual”, las consecuencias de sus actos como “mercurio retrógrado” y a sus enemigos, reales o imaginarios, de personas que “envidian sus logros o no saben vibrar”. El sol no envidia a un simple foquito y no importa que tan en la oscuridad se encuentre el resto, esa micro luz artificial no molestaría a nadie si no fuera tan increíblemente falsa, ruidosa y autocomplaciente.

Esta última palabra es clave para entender a estos especímenes, así como es muy fácil tomar lo que más les acomoda de todos los tipos de saberes e ignorar el resto, son selectivos a la hora de decidir que de lo que les sucede proviene de ellos y que no y normalmente el tamiz es bastante obvio, lo malo nunca es su culpa, pues el “saber” y la “bondad” los exime de cualquier error o mala acción y lo bueno proviene de su esfuerzo, poder interior o buena suerte, olvidándonos de sus privilegios, trampas o casualidades.

La cerecita del pastel viene cuando después de soltar sus golpecitos pasivo agresivos coronados con un “namasté”, como antes se usaba el “con todo respeto” o “sin el afán de ofender” para  faltar al respeto o a ofender, le encargan al “karma” o a “la vida” de ponerlos en su lugar, sin tomar en cuenta que si el karma existiera como ellos lo conciben los primeros en ser alcanzados por él serían ellos mismos, junto con todos los criminales impunes que ahi andan por la vida gozando como si no hubieran hecho nada.

Para cerrar, quiero aclarar que creer en algo es completamente humano y normal para enfrentarnos a este mundo caótico e impredecible y que seguramente casi todo tiene un punto de verdad pues existe mucho más de lo que conocemos o de lo que se puede explicar con la ciencia, por lo menos en  el punto en el que se encuentra. Lo que sí me parece despreciable es utilizar cualquier creencia para otra cosa que no sea sentirse más seguro o ser una mejor persona.