El espacio de Escipion

El fin del PRD

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+ Clara Brugada y el Poder popular

+ Abelina López Rodríguez, consolidación de liderazgo

A nadie causó sorpresa su colapso. Ya muchos anticipábamos que llegaría a su muerte como resultado de un acelerado proceso de descomposición, mismo que fue sufriendo desde su origen, porque más que partido político creciendo como frente de organizaciones políticas de distintas corrientes de pensamiento, predominantemente con el gen izquierdista, que primero dio vida a las corrientes, sectas o las tribus.

La muerte del Partido de la Revolución Democrática ha sido motivo de burlas, sarcasmos, reclamos, de reapertura de viejas heridas y de reproches de quienes fueron sus fundadores hace 35 años, pero también de nostalgia y reflexión pues se trata del entierro del proyecto político partidista de la izquierda electorera más exitoso que hubo en el último siglo en México. Lamentablemente todos sus líderes contribuyeron a su evolución, crecimiento y su muerte temprana.

No fue una vida fácil la de este partido, que nació principalmente de tres pilares: la izquierda partidista y electorera de los partidos históricos comunistas y socialistas, que por décadas pelearon en la clandestinidad (PCM, PRT y otros); la izquierda social y universitaria, que agitó principalmente al centro del país en la década de 1980 (como la del CEU a la que perteneció Claudia Sheinbaum y del movimiento urbano del que proviene Clara Brugada), y el nacionalismo revolucionario del PRI, el de Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez (al que después se sumaría Andrés Manuel López Obrador).

Por supuesto, el caudillismo de Cuauhtémoc y de Andrés Manuel mermaron en la ausencia de institucionalidad y consolidación del proyecto partidista. Pero, sobre todo, porque al final a este partido, como muchos temieron al principio, lo terminaron por controlar dirigentes que provenían de la simulación opositora del echeverrismo: el Partido Socialista de los Trabajadores, fundado por el tristemente célebre Rafael Aguilar Talamantes, la corriente más pragmática del perredismo que auspiciara desde ex priistas enojados hasta a personajes oscuros como el ex edil de Iguala corresponsable de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. El bloque de la llamada Nueva Izquierda terminó imponiéndose en el control del partido, pero no de sus bases que emigraron hacia Morena.

Y aun cuando su esencia original fue evacuada para dar vida al partido hegemónico actual, Morena, el fin del PRD no es el de un partido cualquiera, pues su registro fue obtenido en mayo de 1989 ante la Comisión Federal Electoral mediante cesión del registro que tenía el Partido Mexicano Socialista, heredero del otrora Partido Socialista Unificado de México, que a su vez provenía del legendario Partido Comunista Mexicano, fundado en 1919 y el cual, después de años de lucha desde la clandestinidad, la reforma política de 1977 les permitió existir y competir.

El PRD de Cuauhtémoc Cárdenas y Muñoz Ledo fue un partido en resistencia contra el salinismo y la política económica neoliberal desde un año antes, como Frente Democrático Nacional, que en las elecciones de 1988 provocaron la mayor crisis de legitimidad del viejo PRI. Por esta razón, según la comisión que presidiera Adolfo Gilly entre 1989 y 1994, alrededor de 265 militantes del PRD fueron asesinados. Carlos Salinas de Gortari nunca perdonó el desconocimiento de su unción como presidente de la República, llevándolo a buscar por todos los mecanismos de reducirlo, neutralizarlo y hasta buscar por varios frentes que Cárdenas Solórzano fuera relevado.

El PRD desde 1989 ha participado en todos los procesos electorales y en todas las campañas políticas en los distintos espacios políticos desde entonces. En las elecciones de 1997 y las de 2006 fueron sus épocas de mayor éxito electoral siendo segunda fuerza política nacional, gracias a la alianza histórica que mantuvieron AMLO y Nueva Izquierda, tan distanciados desde que Jesús Ortega derrotara a Alejandro Encinas por la dirigencia del partido. “Hay algo peor que los priistas, los perredistas”, solía decir Andrés Manuel por la forma en que los Chuchos y otras tribus se aliaban, presionaban, comportaban y negociaban.

En esta pasada contienda obtuvo menos del 3 por ciento de los votos presidenciales y para la Cámara de Diputados y el Senado. Se fue el PRD como única opción definida como socialdemócrata, por lo que ese hueco aún no hay agrupación que pueda ocuparla. Quizá en este reacomodo de grupos y partidos que fueron derrotados por la avalancha de Morena pudiera emerger y convertirse en un atractivo, sin embargo, faltara un largo rato para que se reconstruya y renazca, pues su alineamiento con la derecha panista alejó a sus potenciales votantes para llevarlos a MC y sobre todo al morenismo.

Clara Brugada y el Poder Popular… Al menos en tres ocasiones la jefa de Gobierno electa de la CDMX ha llamado a construir “el cuarto nivel de gobierno”, el poder popular; «Queremos que la ciudadanía se organice, que levante causas y demandas, que luche; no es solo para ganar gobiernos democráticos, construyamos poder ciudadano y poder popular en la Ciudad de México, y para eso ustedes se pintan solos». Por lo pronto, organizaciones sociales y académicos han comenzado a tener mesas de trabajo para la conformación del Parlamento Urbano Metropolitana, que busca hacer posible el llamado Poder Popular y, en otro terreno, se prepara un Congreso de Organizaciones Sociales. 

Abelina López Rodríguez, liderazgo en ascenso … La alcaldesa de Acapulco se posiciona como una de las principales líderes municipales de la llamada Cuarta Transformación, al ser la candidata con más votos en la historia de Acapulco con 166 mil sufragios ciudadanos que le refrendaron la confianza para continuar al frente del ayuntamiento y en las tareas de reconstrucción del puerto turístico. No pierdan de vista porque dará mucho de qué hablar. Contacto: [email protected]