GUANAJUATO HACE 260 AÑOS. Vistas de Guanajuato en 1764 por el fraile capuchino Francisco de Ajofrín 2

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Esta es la segunda parte de la crónica sobre el viaje que, en 1764, (Hace 260 años) hiciera a nuestra ciudad el fraile capuchino Francisco de Ajofrín, presentamos en la primera entrega, algunos datos biográficos hasta su designación como recolector de las limosnas que   habrían de recolectarse en beneficio de la Misión del Tibet por instrucciones de la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe. El viaje a la Nueva España, la obtención de los permisos y, las impresiones sobre el paisaje de Marfil y Guanajuato.

En esta segunda parte recuperamos los escritos de Ajofrín relativos al gobierno político, militar y eclesiástico de Guanajuato, información que, sin duda, se vuelve relevante por la falta de censos y de información estadística disponible para reconstruir el pasado. Ajofrín escribió también sus impresiones sobre los edificios de la ciudad y sobre lo que el llama la población “volante” para referirse al hecho de que en esos tiempos mucha gente llegaba a esta ciudad por las oportunidades de trabajo que ofrecía la minería.

Un aspecto destacado es el relacionado con el abasto, la provisión de alimentos que para una ciudad de las dimensiones que estimó Ajofrín eran una prioridad. Es real, Guanajuato es una ciudad que depende para el abasto, de la provisión de productores externos, el maíz, el frijol, el jitomate, las calabazas y todos los vegetales llegaban de otras poblaciones, principalmente de la región del Bajío y en ocasiones de lugares más distantes. La carne que Ajofrín estima en cantidades notables llegaba igualmente de productores de la región, lo que convertía a la ciudad de Guanajuato en el motor de la economía regional. Pero veamos estos primeros apartados de su diario.

“El gobierno político y militar se compone de un Alcalde Mayor con grado de Capitán de guerra; dos alcaldes ordinarios, dieciséis regidores, Alguacil Mayor, Contador y Procurador. Hay Real Caja con dos oficiales reales y demás subalternos de esta distinguida oficina; Diputación de Minería y Comercio, Aduana y otros respetables gremios.

El gobierno eclesiástico se compone de dos curas clérigos con sus vicarios correspondientes, un juez eclesiástico con notarios, fiscal y demás dependientes de su tribunal. Tiene tres casas de religiosos, que son Descalzos de Nuestro Padre San Francisco; Jesuitas cuya iglesia se está fabricando con la mayor magnificencia y suntuosidad, y hospital de padres Bethlemitas (parecidos en todo a los capuchinos), que cuidan de los enfermos. Hay una sola iglesia parroquial con dos ayudas de parroquia, cinco ermitas que la hermosean: San José. San Juan, San Roque, Nuestra Señora de Guadalupe etcétera. En la parroquia se venera una imagen de gran devoción y famosa por los milagros, con el título de Nuestra Señora de Guanajuato; tiene una capilla magnifica y alhajada. Dicen que es dádiva del Emperador Carlos V.

Aunque tiene bellos edificios, no permite el terreno hermosura, nivel ni amplitud en las calles. No puede hacerse juicio cabal del vecindario que tiene la ciudad y sus minas, por ser gente por lo común volante y sin consistencia, que crece a proporción de la opulencia de las minas. Es voz común y me persuado a ello, que la ciudad, con arrabales y minas, tiene tantas almas como la gran ciudad de México. De españoles sólo hay muy cerca de seis mil familias. Por el consumo de víveres podrá rastrearse lo crecido del vecindario. Consta por los Registros de la Aduana (sin contar lo que va por alto) que anualmente consumen cien mil cargas de maíz, dieciocho mil cargas de harina, veinte mil carneros, seis mil vacas, sin el número crecido de terneras, y a proporción los demás comestibles.”

El fraile Francisco de Ajofrín integró en su narración algunas noticias de carácter histórico, hizo referencia, por ejemplo, a un acontecimiento que ocurrió al menos unos cuatro años antes de que él visitara Guanajuato, describió en pocas palabras la inundación que ocurrió el 5 de julio de 1760, desconocemos la fuente de donde obtuvo la información para dar esa noticia histórica, pero imaginamos que tuvo oportunidad de leer quizá la Carta Consolatoria a la ciudad de Guanajuato que circulaba ya en una impresión, o pudo haber leído la comunicación oficial que al Ayuntamiento de Guanajuato dirigió al Virrey y escrita por el Alcalde mayor don Bernardino de Navas.

Luego aborda, sin mayor profundidad, diversos temas que nos dan “chispazos” de información sobre lo que importaba a los guanajuatenses de aquella época. Si da una amplia referencia sobre la minería y las minas de Guanajuato. Veamos.

“..El año de 1760, día 5 de julio, por la noche, experimentó esta ciudad un grande estrago en casas, haciendas y gentes por una furiosa tempestad de truenos, que deshaciéndose de repente en agua, reventó en estas cercanías (que a estos fenómenos llaman aquí culebras de agua), con que creció asombrosamente el río y arruinó casas, ahogó personas, destruyó caudales y causó infinitos daños.”

“Aunque hay muchos alacranes, no son tan dañosos. El idioma que generalmente hablan los naturales aquí es otomí. Han florecido en el Colegio de Jesuitas dos sujetos insignes en santidad y milagros, que son el Padre Borrote y el Padre Corominas, cuyas vidas andan impresas. Los patronos de la ciudad son San Ignacio de Loyola y San Pedro de Alcántara, y de la minería es patrono San Nicolás de Tolentino. Asistí en la parroquia a las funciones de San Ignacio y de San Nicolás, que son muy solemnes, y concurren los Cabildos eclesiástico y secular con las sagradas comunidades.”

“Este Real de Minas ha sido el más rico y famoso de toda la América Septentrional. La abundancia de oro y plata que el Omnipotente ha depositado en las entrañas de estas elevadas sierras ha llamado todo el tiempo la atención de las más remotas naciones, congregándose a porfía para gozar de sus inmensos tesoros. Al presente no están en la opulencia que en lo antiguo por faltar la ley a los metales y por hallarse ya muy profundas y ser muy crecido el gasto para sacar los metales, a lo que se llega también el precio subido del azogue.”

“Son muchas las minas que hay en el circuito de esta ciudad, pues toda su serranía tiene ley de plata, y con verdad se puede decir que por todas partes se va pisando plata y oro. Diré sólo las minas más conocidas y famosas. El Real del Monte de San Nicolás, a distancia de tres leguas por el rumbo del Norte, donde hay las siguientes minas: San Lorenzo, La Trinidad y Santa Rosa. Al rumbo del Poniente, en distancia de una, dos y cuatro leguas, hay las que se siguen: La Puerta, La Obejera, La Mora, San Bernabé, El Rosario y la de Mellado que tiene un convento de padres Mercedarios Descalzos para el pasto espiritual de estas minas, aunque no está acabada la fábrica del convento. Por este mismo rumbo están las minas de la Oscura y de la Cata.”

“En la Sierra Madre, corriendo desde el Norte para el Sudoeste, a mayor y menor distancia, en temperamento frío y áspero, están las minas intituladas La Peregrina, La Serena, San Juan de Arrayas, La Atalaya, La Cata y tras. Cada una de estas minas forma en su recinto una población mayor o menor según la riqueza de la mina y la ley de los metales. No pocas de estas minas tienen su capellán para el pasto espiritual de los operarios, con iglesias y capillas de gran primor; pero la mejor que vi entre todas fue la de San Juan de Arrayas y la de Mellado.”

“Los tesoros que se han sacado de estas minas son inmensos. Supe del mismo dueño de la mina de Arrayas, que fue la primera que se descubrió, que ella sola había dado al Rey en quintos hasta el presente treinta y tres millones de pesos. Pareciéndome exageración y tomé informe de los oficiales reales, y hallé ser cierto y que constaba de los libros. En algunas bonanzas que ha habido en estas minas, máxime en la Oscura, Santa Ana y Santa Anita, no era piedra lo que sacaban, sino plata pura; de suerte que no podían labrar las minas con picos y barras, sino con hachas y cuñas.”

“Las piedras que tienen unidas a sí algunos pedazos de plata virgen, que luego se conoce por el color y calidad de la misma piedra, llaman molonques. Salen también de las minas otras piedras muy singulares que llaman chichicles. Es piedra durísima y blanca, y las puntas que tiene son agudas, pero esquinadas y labradas como a punta de diamante; unas puntas son cortas, otras largas<, unas delgadas y otras gruesas<, pero todas claras, y tan transparentes como si fueran de cristal muy fino. Cuando salen los chichicles es buena señal, pues viene luego la veta de plata. Es para alabar a Dios ver la hermosura de estos chichicles y la variedad de configuraciones que les da la naturaleza; ya de árboles, ya de ciudades, ya de animales, ya de hombres, y aun de sagradas imágenes. Mil primores he visto en este particular, y me servía de singular recreación cuando llegaba a las minas de donde sacaban estas piedras.”

El tema de los chichicles le llamó la atención al grado de que Ajofrín insertó en su diario referencias sobre un chichicle que formaba la imagen de Nuestra señora de la Soledad en Pachuca. O los que pudo ver en la Ciudad de México en el mismo oratorio del Virrey Marqués de Cruillas, e incluso sobre los pleitos que se producían entre órdenes de religiosos por la custodia de esas imágenes. Refiere otro singular caso de la ciudad de Guanajuato:

“…En este Real de Minas de Guanajuato, en el año de 1753, habiendo dado de limosna 740 pesos para edificar el templo de Nuestra Señora de Guadalupe en la mina de San Lorenzo, se halló poco después en ella una piedra que llaman de metal de fuego o de fundición, y es la que tiene más Ley de plata, y formada en ella la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe de México. Se encuentran también algunos chichicles que tienen una gota de agua metida en sus puntas y se mueve y no se consume. Son muy vistosos los chichicles con antimonio, que parece oro muy fino, y es la destrucción de los metales.”

En la próxima entrega cerraremos la crónica del Diario de fray Francisco de Ajofrín sobre su visita a Guanajuato en 1764. Conoceremos algo sobre los cerros y los caminos que conducían a las minas, sobre el carácter y genio de los trabajadores de las minas, algunos términos comunes que se usaban en la minería entre otras cosas de interés.