El Laberinto

Y esas personas… ¿están aquí?

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Mi escuela primaria, además de la presunción de haber sido un panteón como lo dicta la leyenda, contaba con la peculiaridad de conectar, pared con pared, con otra escuela primaria. El primer día de clases, me dijeron que los malos eran los del otro plantel, me alejaba de la barda en el recreo porque “un niño se quedó tuerto de un palazo que alguien lanzó por encima” y en general si veía uno en la calle con su uniforme verde agua le huía como a los perros sin correa (a esos aún les sigo huyendo).

Todo lo distinto y por lo tanto malo, me lo imaginaba en ese plantel, ahí fumaban alumnos y maestros, maltrataban niños, ellos ensuciaban nuestro patio cuando no los veíamos y se acababan los dulces por las tardes antes de que saliéramos nosotros. Lo cierto es que nunca supe de nadie que hubiese vivido eso de primera mano o que siquiera tratara con alguien de ahí, tampoco vi, por más que me fijara, a ningún alumno tuerto. 

Quisiera pensar que esto solo fue un fallo de los adultos a cargo o una leyenda urbana venida a más como la del panteón, pero la realidad es que el odio como discurso es un poderoso pegamento social, sirve para generar pertenencia (una muy mediocre), obediencia, y lavarnos las manos de nuestros problemas, todo con solo conseguirnos un enemigo en común.

¿Cómo debe ser este enemigo? Abstracto, como si todos los de una colonia, un sexo o una escuela tuviésemos mentalidad de enjambre, monstruoso para odiarlo sin sentirnos mal, existe para hacernos la vida miserable, es su propósito o si no, ¿por qué todo aquello que va en contra de nuestros principios lo tiene el enemigo? Lo de menos es que sea cierto, pues el chiste aquí es que nunca esté lo suficientemente cerca para comprobarlo, que nunca tenga características humanas, historia personal, no te encariñas con el borreguito que vas a hacer barbacoa y seguro si mi prima hubiera estado en la otra escuela, nunca habría creído todo lo que se decía de ellos.     

¿No hay trabajo? Son los migrantes ¿Ya no puedo ser abiertamente prejuicioso? Es la generación de cristal ¿Bajó la natalidad? Son las feministas ¿Una pandemia mundial? Fueron los chinos… Y esas personas… ¿están aquí? La verdad es que como las imaginan, no existen en ningún lugar.