El espacio de Escipion

Claudia, Comandante Suprema de las Fuerzas Armadas

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+ Otras reformas: la fiscal y la de comunidades indígenas

+ Las oposiciones buscan un caudillo

Este día, 17 de septiembre de 2024, un día después del tradicional desfile militar que conmemora un aniversario más del inicio de la Independencia de México, tres periódicos (La Jornada, Milenio y El Heraldo), destacan en primera plana el respaldo del Ejército, Fuerza Área y Marina Armada de México y se ponen a las órdenes de la próxima presidenta de México: Claudia Sheinbaum Pardo, la primera mujer que será la Comandante Suprema de las Fuerzas Armadas, más allá del asunto de género tiene muchos simbolismos políticos.

Primero, porque se trata de la investidura de quien proviene de las izquierdas, de la universitaria en particular, cuya trayectoria proviene de la raíz de uno de los grupos estudiantiles llamado entonces “Punto Crítico”, luego “Convergencia Comunista” y en su etapa de incorporación al Frente Democrático Nacional, como “Movimiento Al Socialismo”. El pasado domingo trascendió que fueron liberados 300 mil documentos de la “guerra sucia” (del Estado mexicano contra movimientos armados y líderes sociales comunistas y socialistas) de 1965 a 1990, el cual contiene atrocidades cometidas por militares, y ahí está uno de los grandes mensajes, porque si bien Sheinbaum no formó parte de la opción armada, sí del activismo pro socialista.

Segundo, porque paradójicamente hoy mismo en la Cámara de Diputados, ingresa el Dictamen que reforma diversos artículos de la Constitución Política para establecer que la Guardia Nacional dependerá de la Secretaría de Defensa Nacional, formará parte de la Fuerza Armada permanente (léase: será un comando militar más junto al Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada), además, tendrá la facultad de investigación de delitos en pleno uso de toda las tecnologías y técnica de investigación (inteligencia), en el ámbito de su competencia. Y es fundamental, porque justamente hasta 2018, MORENA y algunos grupos de izquierda que estuvieron siempre en contra de esta tendencia, de militarizar la seguridad pública del país y en ese sentido, echaron marcha atrás a la Ley de Seguridad Interior, la cual era vieja demanda del Ejército para llenar los vacíos legales del actuar de militares en tareas de seguridad pública (juicios militares o civiles, por ejemplo).

Tercero, porque nadie en su sano juicio pidió el retiro inmediato de las Fuerzas Armadas en las tareas de seguridad pública, pero la oferta de MORENA con sus bases de apoyo fue “desmilitarizar” todas las tareas policiales y sin embargo, fueron más allá, al darles gran parte de la construcción de infraestructura, e incluso facultades administrativas a militares como son aduanas, puertos y aeropuertos, construcción de escuelas, sembrando vida, entre otras tareas.

En el Dictamen actual, no habla de temporalidad, ni de creación de la Guardia Nacional como nueva Policía Nacional, ni que respetará al mando civil, ni establece reglas para la coordinación con secretarías de seguridad estatales y municipales.

Al respecto, habrán de disculpar los legisladores y senadores morenistas que apenas son nuevos en estos temas, pero este Dictamen abre contiene más riesgos que la reprobada Ley de Seguridad Interior aprobada en 2017 y a la que se opuso Morena. Recordarán que el entonces ministro en funciones Arturo Zaldívar acotó entonces que dicha legislación fue muy demandada por militares durante años y por tanto, el 18 de abril de 2023, se unió a la mayoría de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que invalidó el decreto presidencial que determinaba el traspaso de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), por considerarlo contrario a la Constitución.

La Ley de Seguridad Interior, que el Congreso de la Unión aprobó en 2017, a diferencia del Dictamen actual establecía el carácter urgente de una legalización que regulara el papel y presencia de las Fuerzas Armadas en la función de coadyuvar con las autoridades civiles en materia de seguridad pública y dotar al Ejército de la autorización jurídica necesaria para su intervención en la lucha de la persecución del delito, además de obligar a los gobiernos estatales y municipales a ser más proactivos en estas tareas, pues como van hasta ahora siguen lavándose las manos.

Cuarto, el dilema ético de las izquierdas ahora insertadas en MORENA, porque las izquierdas en México han padecido los abusos y persecuciones de la inteligencia militar, so pretexto de neutralizar la intervención extranjera soviética, maoísta o cubana. La historia negra de las fuerzas armadas plasmadas en el informe “Los vuelos de la muerte” (del que la CNDH de la hija de Rosario Ibarra de Piedra no ha dicho nada) así lo hacen constar. Se trata de los casos de abusos de autoridad, de poca transparencia en casos como son los desparecidos durante la guerra sucia, de ejecuciones extraoficiales, del caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa, de las denuncias por complicidad con grupos delictivos o supuestos negocios con el tráfico de drogas, entre otros. Por supuesto, nadie pone en cuestionamiento el papel relevante que han tenido los militares y marinos en tareas de rescate, de coadyuvancia en tareas de emergencia nacional como fue la COVID-19 y en tareas humanísticas que le son reconocidas ampliamente.

Con este Dictamen se establece la federación “contará con la Guardia Nacional, fuerza de seguridad pública, profesional, de carácter permanente e integrada por personal de origen militar y marino con formación policial, dependiente de la secretaría del ramo de Defensa Nacional, para ejecutar la Estrategia Nacional de Seguridad Pública en el ámbito de su competencia”.

Y la quinta, la duda central es cómo podrá operar un mando civil como Omar García Harfuch en la administrativa Secretaría de Seguridad Ciudadana si su cabeza de análisis criminológico, sus brazos operativos (garras y dientes), sus equipos de inteligencias estratégica y tácticas estarán totalmente dependientes del secretario de la Defensa. Por más que haya buenas intenciones y la ascendencia militar de su padre y abuelo entre los altos mandos sigue viva, nada garantiza que habrá supeditación en esas tareas.

En el Arte de la Guerra, Sun Tzu aconseja “es preferible preservar un país que destruirlo, preservar un ejército que destruirlo, preservar un batallón que destruirlo preservar una compañía que destruirla, preservar una brigada que destruirla”. Es fundamental que para todo estratega político contar con un ejército a su servicio y su lealtad para su defensa y para la construcción de su proyecto. Quizá este fue el espíritu del primer tramo de la llamada “Cuarta Transformación”, por ello quizá, la próxima presidenta de la República, tenga otros planes a los que pretenden las automatizadas bancadas de su partido aprobar para mañana mismo.

En México, la Revolución Mexicana concluyó cuando ex militares porfiristas dieron formalidad a los nuevos acuerdos para pacificar al país y sumar al ejército heredado al nuevo régimen, permitiéndoles actuar en política hasta que en 1950 comenzó a desmilitarse la vida política, aunque seguían como un “sector” más del otrora poderoso PRI y hasta se creía que esta condición pondría en riesgo el triunfo de otro partido político en la Presidencia de la República. Sin embargo, la institucionalidad de las Fuerzas Armadas ha sido probada con las alternancias democráticas de 2000 y de 2018.

Aunque, por ahora a Claudia Sheinbaum le quedan 14 días de abstinencia de ejercer el poder presidencial y dar a conocer su posicionamiento sobre la avalancha de cambios constitucionales que se dieron al cuarto para las doce sólo para regalárselos al agonizante sexenio de López Obrador.

Otras reformas: la fiscal y la de comunidades indígenas…  Según trascendió, vienen en serio dos temas que estaban ausentes, como es una reforma fiscal integral que podría ser la oportunidad para darle certidumbre y ahondar por mayor equilibrio entre los sectores productivos. Y además de la reforma sobre la Guardia Nacional, está la del artículo 2do de la Constitución, con el objetivo de reconocer y fortalecer los derechos de las comunidades indígenas y afromexicanas. Y, pues sin sorpresas, porque será una reforma descafeínada y ninguna referencia a los traicionados Acuerdos de San Andrés Larráizar firmados con el EZLN.

Las oposiciones buscan Caudillo, líder, cabeza, estratega… Sólo así se explica que estén reciclando la figura de Ernesto Zedillo Ponce de León, quien luego de escucharlo con Ciro Gómez Leyva, podemos decir que rompió el silencio, pero  no para ser el líder opositor, sino para otra situación que, por ahora, sirve para especulaciones.

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