El espacio de Escipion

#Acapulco, desastres, el reto ambientalista de Sheinbaum

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Hoy, todas las primeras planas, principales artículos de opinión y gran parte de las locuciones de radio y televisión, y ni se digan las redes sociodigitales, se concentran en la asunción histórica de Claudia Sheinbaum y yo no podía ser la excepción. Sólo que no lo hago para predecir cómo será su mandato, su liderazgo, sus retos y sus errores, sino para elevar una sugerencia, como ciudadano: que Claudia Sheinbaum Pardo sea la presidenta promotora y comprometida para atender los desafíos del cambio climático.

El cambio climático ha acompañado a toda mi generación, a la que también pertenece la doctora Sheinbaum, la cual ha sido testigo de desastres naturales como los terremotos de 1985, que significó el renacimiento del movimiento urbano de la capital del país y puso al Estado mexicano de cabeza, y que sin el cual tampoco podríamos explicar ahora el arribo de la primera mujer proveniente de la izquierda en México.

Pero nada comparado a la furia de la naturaleza que viene del mar, como el primero que tocó a presenciar: el del huracán Gilberto de 1988, que azotó y destrozó a Quintana Roo y Yucatán. En ese entonces se decía que era categoría 5. Su fuerza cruzó el golfo de México e impactó en Tamaulipas, a su paso afectó con severas inundaciones a Nuevo León, se disipó en Coahuila dejando estela de inundaciones en todas las regiones, árboles caídos y economía social destrozada.

Ni qué decir del impacto que tuvo el huracán Paulina en octubre de 1997, golpeando costas de Oaxaca y Guerrero, especialmente a Acapulco, del que constaté el desastre apenas unos días después. Más de 3 mil personas sin techo, 5 mil casas afectadas, más de 25 mil personas damnificadas. Años de trabajo para lograr su reactivación.

O como aquellas de 2007 y 2008, dos años consecutivos, que lluvias torrenciales en los altos de Chiapas y Guatemala saturaron las presas e inundaron la zona centro de Tabasco y la Chontalpa, respectivamente y, válgame la mención, también me tocó presenciarlas y sobrevivir las dos Grandes Inundaciones que, predijeron los expertos, era la señal de que en menos de 50 años el mar del Golfo de México se tragaría grandes extensiones de tierra de los estados de Tabasco, Campeche y Veracruz. Eso apenas lo estamos constatando en algunos pueblos costeros que ya son parte del mar.

El año pasado, apenas unas semanas después de que la alcaldesa Abelina López Rodríguez había anunciado una serie de eventos culturales para celebrar los 500 años de bautizada como Santa Lucia la bahía de Acapulco, una tormenta tropical atípica se convirtió en horas en un huracán categoría 5, la máxima en la escala Saffir-Simpson. En 12 horas tocó tierra el 25 de octubre de 2023 dejando huellas imborrables, más de 50 muertos, muchos desaparecidos aún sin tener cifras exactas, la infraestructura turística, de la que depende el 70 por ciento de todo Guerrero, dañada.

En junio de este año, con datos del Plan General de Reconstrucción y Apoyo a la Población en Acapulco y Coyuca de Benítez, se reconoció que 31 a 38 personas seguían desaparecidas y se anunció un ciaron la inversión de 15,275 millones de pesos mexicanos en la reconstrucción de viviendas y locales. También aseguraron que el 74 por ciento de los hoteles estaban operando y el 97% del comercio se había reactivado. Los avances se cayeron, pues llegaría otro fenómeno.

Para colmo, un año después de “Otis”, el huracán “John”, del que se decía sólo iba de paso, regresó y volvió a impactar teniendo más de cinco días de lluvias constantes elevando a más de 50 los fallecidos, todas las vías de comunicación inundadas, miles de casas destrozadas y el turismo detenido. Este huracán se paseó por todo Guerrero, parte de Oaxaca y Michoacán, dañando aún más la de por sí deficiente infraestructura carretera y aislando a comunidades.

Son los estragos de “John” los que obligan a Claudia Sheinbaum Pardo a realizar su primera misión como jefa de la Nación a Acapulco, donde se espera no sólo un cambio de estilo y forma de atender las crisis, sino mensajes políticos claves sobre la política ambiental del gobierno mexicano que, valga la pena anotar, poco se pudo atender en el primer piso de la 4T, llámense: priorizar construcción de refinería de Dos Bocas para producir gasolinas y uso del carbón para generar electricidad como política energética del pasado sexenio, además de las acusaciones de ecocidio en las obras del Tren Maya. A lo anterior, no debe dejarse de lado la voracidad de las inmobiliarias e industrias expansivas que estarían detrás de los incendios forestales, de las aguadoras, refresqueras y cerveceras de la explotación del agua del subsuelo y reservas hídricas, y, por supuesto, el crimen organizado que también tiene en el ilegal tráfico de fauna en peligro de extinción y de maderas preciosas otra fuente de ingresos.

Al punto anterior, no cabe duda que muchos de los más de 102 líderes sociales, en su mayoría ecologistas y defensores del territorio frente al extractivismo, fueron provocados por intereses ligados al crimen y los grandes capitales nacionales y extranjeros, coaligados con caciques políticos. Empezó con Samir Flores en Guerrero y terminó con la represión de la policía estatal de Veracruz contra activistas de Totalco, Perote, contra la empresa Granjas Carroll; todos los casos siguen impunes.

Espero, que sean mensajes e instrucciones de gran relevancia, porque más allá de un discurso políticamente correcto, se asuman autocríticas y correcciones de lo que sí se hizo y lo que no, pero sobre todo qué se debe hacer ante el cambio climático cuyas consecuencias sobre la población siempre afecta más a quienes viven en zonas de pobreza y pobreza extrema, donde las carencias y riesgos de violencia e insalubridad avanzan más rápido una vez que pasan las tormentas.

Por ello, se espera que anuncie la transformación integral de Acapulco y no sólo medidas paliativas, asumiendo el rescate del puerto como un asunto de primer orden que como jefa de Estado puede hacer e impulsar. Un renacimiento del puerto que implique nuevos reordenamientos y planeación urbana, así como un proceso de readecuación de su vocación turística para abrirse a nuevas sinergias económicas generadoras de empleo, desarrollo y opciones de vida para su población.

El portal “Cambio Climático México” en su balance de 1999 a 2017 (con cifras aún conservadoras), reportó que el 91 por ciento “los recursos de declaratoria de desastre en México fueron destinado a eventos climáticos. Durante este periodo, por cada desastre geológico, como los sismos, hubo una ocurrencia de 13 desastres relacionados con el clima y su costo fue 10 veces mayor”.

Más aún: “en cuanto a la agricultura, como resultado de los cambios tanto en temperatura como en precipitación, se prevé un bajo rendimiento en cultivos como: maíz, caña de azúcar, sorgo, trigo, arroz, soya (5-20% próximas décadas y 80% para finales de siglo). A finales del siglo, estados como Jalisco, Estado de México, Nayarit, Morelos, Michoacán, Guerrero y Colima, podrían perder entre 30 y 40% de sus rendimientos de producción de maíz de temporal. Nuestros océanos también han experimentado diversos cambios, ha aumentado su temperatura global y se ha registrado la elevación del nivel medio global del mar en 19 cm de 1901 a 2010. En México las zonas que presentan más riesgos son las llanuras costeras del Golfo de México, del Pacífico y la Península de Yucatán.”

Claudia Sheinbaum, científica y medioambientalista militante (nada más y nada menos fue colaborador del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas que han advertido al mundo de los peligros de la quema de combustibles fósiles, lo contrario a la política energética de AMLO en nombre del progreso y la soberanía energética). Sabe del alto riesgo que significa no enfrentar fenómenos climáticos extremos, como son temperaturas extremas, como las que padecimos este año; las sequias prolongadas, que siguen en amplias regiones del noroeste; las lluvias torrenciales y hasta los microsismos, porque la madre Tierra está viva y furiosa y nos llama la atención a detener el deterioro, a dejar de explotar y dañar el agua, el aire y general todos los recursos naturales.

Contacto: feleon_2000@yahoo.com