A Vladimir, El Ruso (RIP)
Llegando enero de 2025 y los vientos fríos parecieran que desean borrar las cosas que quedan detrás de la vida, eso sí el pasado no se borra, recordemos que en esta increíble ciudad hay magia donde las voces corren por las plazas y callejones diciendo los silencios de las ánimas que conviven con cada ser vivo que la habita porque casi siempre nos olvidamos que las plantas en las casas antiguas cuando pasas cerca de ellas luego te tocan el rostro, las manos, los brazos, dándote la bienvenida, y no digan los perros y gatos que son almas puras y que te cuidan ya sea la casa o tu espiritualidad porque sabemos que la magia de Guanajuato toca cada rincón y terreno venido de ese pasado que nos define.
Siempre es clásico que los vientos aquí sean benevolentes, pero luego, hay aires que son de la desgracia como decía García Márquez, esos vientos provocan incendios, caídas de peñas, techos, casas, y cuando llega la calma, el silencio aparece como si fuera una bendición.
Pero el viento es aire de vida, es lo que nos permite seguir aquí, guardando secretos milenarios, secretos que cuando alguien muere y se va en materia, sigue aquí en espíritu, su alma no deja este lugar porque es donde se escogió vivir, es donde las cosas se han dado, se han guiado para tener identidad.
Antes yo era una amante de salir por las noches a pasear en las calles frías que reflejan a cada paso otro Guanajuato, una ciudad que quiere ser silenciosa, pero que la música del viento al pasar por los árboles, tocan la melodía que llama el agua, por eso es que llueve donde hay árboles, el viento los une, envía mensajes de coexistencia y logra que ese canto de agua, regrese cada vez que las misteriosas ráfagas que a veces se enfrentan en un silencioso combate que detona con los espíritus y fantasmas que en verdad viven aquí. A veces se aparecen como personas vivas, tal como tú o yo, pero a veces se ven tan grises, tan tristes, otras veces tan secos porque aquí en la ciudad han caído sequías que cambian el paisaje y es cuando la muerte llega y ronda a ronda se lleva a algunas de esas almas viejas, pero se quedan las nuevas, esas que no se quieren ir, esas que dan carácter mágico a la ciudad, esas que desde el Camino Real de Guanajuato hasta la salida a la Sierra y aún más allá son guardianas de los vivos. Ahora sólo veo pasar el viento desde mi ventana, y siempre trato de escuchar lo que quiere decirme, talvez un mensaje de alguien para alguien, o para mí, no sé.
Por eso cada histomagia es el testimonio de esas almas y de ese sufrimiento de no estar aquí. Por eso cada vez que hace viento, recuerdo a cada uno de mis muertos porque ellos siguen aquí, sabes que los amo, que los admiraré siempre.
Dicen los que saben que cuando alguien muere, ellos deciden, con el libre albedrío, seguir la luz o seguir aquí, en lo que es la oscuridad de la vida desde la muerte, ellos deben convertirse en lo que decidieron ser: almas en pena, espectros, fantasmas, que buscan su lugar en un mundo que ya no es el suyo.
Y sí, el viento me trae recuerdos de la infancia, de la juventud, de la madurez, porque en verdad muchas almas me han acompañado y nos acompañan siempre, y hay algunos fantasmas que se quedan a ver, sólo a ver las vidas de otros, escondidos entre paredes, el piso, tumbas, turistas, estatuas, estudiantinas, con su cántico antiguo, de muerte.
Me quedo con ese amor a esta ciudad, esta ciudad que ha seguido en el tiempo con su alojamiento a quien quiera estar aquí, siempre, o por un rato. Cada quien halla su lugar. Yo me quedo aquí, esperando ese viento que me hará reunirme con mis antepasados y mis amigos que se han ido de a poco, y espero poder estar con ellos, alguna noche de vendavales, como ésta. Ven, lee y anda Guanajuato.