Las peregrinaciones del mes de mayo en Guanajuato

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La costumbre de dedicar el mes de mayo en honor de Nuestra Señora, ya sea elevando un altar, haciendo procesiones o reuniones diarias en los templos para orar y cantar, tienen su origen, a finales del siglo XVI, en la iglesia franciscana de Santa Clara de Nápoles.

Y aunque es cierto que la palabra mayo deriva de Maia, la diosa romana de la primavera, no hay en realidad una conexión tradicional entre María la Virgen y el mes de mayo. Lo que ha ocurrido es que, desde la religiosidad popular, se ha construido una alegoría en el sentido de que al llegar el mes de mayo los campos se llenan de flores que emulan poéticamente a la virgen María, y en Guanajuato también se ha hecho costumbre realizar diariamente, durante el mes de mayo, una visita espiritual a la virgen y ofrecerle flores.

Esas visitas de mayo en la ciudad de Guanajuato se han desarrollado, desde 1913, con una serie de tradicionales peregrinaciones que realizan, de manera ordenada, los diversos grupos apostólicos, escuelas, asociaciones, la administración pública, los diversos gremios, los barrios y, el último domingo de mayo, los mineros de Guanajuato que por lo espectacular de su peregrinación generan, año con año, una impresionante expectativa entre la población que alegremente se apuesta en las banquetas de  nuestras  hermosas calles a esperar el paso de los mineros peregrinos y sus familias.

Así es como al caer la tarde durante todos los días de mayo, desfilan en alegre procesión los alfareros, las milicias del Señor  San Miguel, las parroquias, el SIMAPAG, los carpinteros, los conductores de las “peseras”, los camiones urbanos, los taxistas y los de transportes turísticos, los músicos, los trabajadores de los bares y cantinas, los bomberos, los comerciantes de los mercados, los trabajadores de gobierno, universitarios y como ya hemos referido la minería guanajuatense.

Recordaremos que fue un 9 de agosto de 1557 cuando Perafán de Rivera trajo a esta naciente población la milagrosa imagen de la virgen María, un obsequio otorgado por el rey de España Carlos V, y un acontecimiento que, en muchos sentidos, representa simbólicamente un acto fundacional.

La imagen de la virgen muy pronto adquirió la advocación de Nuestra Señora de Guanajuato y, como es sabido, ha estado presente desde el inicio de la historia de esta población. Las fiestas originales en honor a su patrocinio se celebran durante el mes de noviembre. Sin embargo, ese patrocinio no fue canónico sino hasta el año de 1908 cuando se celebró con gran solemnidad su coronación, hace 112 años.

Pero ¿cómo se propuso el reconocimiento canónico del patrocinio de la virgen de Guanajuato?  Fue en el año de 1877 cuando se inició el proyecto para conseguirlo, pero por diversas circunstancias los primeros pasos efectivos ocurrieron hasta el 2 de marzo de 1907 cuando los integrantes de la Congregación de Nuestra Señora de Guanajuato solicitaron al párroco Jesús Ramírez y Aguila, que pidiera, de manera oficial, ante la Santa Sede, el patronato y la coronación de la virgen de Guanajuato.

El patronato de la virgen ocurre desde que llegó a estas tierras en 1557, al igual que el de San Ignacio de Loyola que ocurre desde 1616, pero no existía ningún documento que avalara canónicamente dicho patronato.

El párroco Jesús Ramírez y Aguilar remitió, al Obispo de León, Dr. Leopoldo Ruiz y Flores, un documento en el que le solicitaba su apoyo en las gestiones ante la Santa Sede, la petición iba acompañada del apoyo de diversas corporaciones, gremios y firmas de vecinos de Guanajuato que apoyaban la petición. Luego, el Obispo de León remitió al Papa Pío X la solicitud y la petición de que le autorizara, en su representación, coronar a la virgen y proclamarla patrona de Guanajuato.

Fue el 21 de agosto de 1907 cuando el Papa Pío X respondió afirmativamente a la petición de los guanajuatenses:

YUXTA PRECES IN DOMINO

COMO LO PIDEN EN EL SEÑOR

El mes de mayo de 1908 fue el elegido para la coronación y el dia 31 fue la fecha definida para tal acontecimiento. Sería en el año de 1913 cuando se originó la costumbre de organizar peregrinaciones en honor a la virgen cada día de mayo, así comenzaron a desfilar de manera ordenada, los barrios, los gremios y la minería.

En el año de 1914 las celebraciones fueron silenciadas por disposición del gobernador Pablo de la Garza que prohibió el repique de campanas en la ciudad.

Durante 1915 y 1916 las celebraciones ocurrieron al interior del templo ya que el gobernador José Siurob había iniciado una persecución contra los ministros del culto católico.

En 1926 fueron suspendidas también las celebraciones por los efectos de la Guerra Cristera.

En 2020 se suspendieron por pandemia.